Empresas como Bimbo, Nestlé y PepsiCo tienen claro que en la sostenibilidad está la clave para reducir costos, mejorar la competitividad y cumplir con regulaciones ambientales cada vez más exigentes. Las energías renovables son el motor de transformación del sector alimentario.
Se espera que la industria global de alimentos y bebidas crezca más de un 3 % en 2025. Y hacia 2028 alcance los 529.660 millones de dólares (más de un 50 % respecto al 2024), impulsada por una creciente demanda de productos más saludables y sostenibles. Este volumen refleja una transformación en los hábitos de consumo, con consumidores cada vez más interesados en opciones que no solo sean accesibles, sino también sanas y responsables con el medio ambiente.
En este contexto, la tendencia hacia productos orgánicos se prevé que alcanzará los 754.200 millones de dólares en 2030. Este cambio responde a una creciente conciencia ecológica de los consumidores. Un informe de Red Alimentaria destaca que las preferencias de los consumidores están evolucionando hacia productos con menor huella ambiental y procesos productivos más transparentes.
La industria alimentaria está en la mira: con un tercio de las emisiones globales de CO₂ atribuidas a su producción, según datos de la Agencia SINC, las empresas enfrentan la necesidad de reducir su huella ambiental. Adoptar estrategias sostenibles ya no es solo una opción, sino una necesidad para mantenerse competitivas y cumplir con regulaciones cada vez más estrictas..
En este escenario, las energías renovables representan una ventaja competitiva estratégica para líderes del sector alimentario, ofreciendo tres beneficios críticos: mitigación de riesgos regulatorios, optimización de costos mediante tarifas energéticas predecibles, y diferenciación de marca ante stakeholders. Las empresas pioneras en esta transición no solo cumplirán expectativas del mercado, sino establecerán nuevos estándares de eficiencia operativa y rentabilidad sostenible.
Cumplir con exigencias ambientales
Solo Brasil y México concentran más del 59 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en América Latina, lo que evidencia su peso decisivo en la agenda climática de la región. Este dato refleja la urgencia de adoptar estrategias sostenibles en las principales economías latinoamericanas, donde la industria alimentaria juega un rol clave en la descarbonización.
Frente al avance del cambio climático, las empresas deben adoptar políticas que mitiguen la producción de CO2 como parte de la estrategia que están llevando a cabo los países. Entre los compromisos más ambiciosos, México aumentó su meta de reducción de emisiones al 35 % para 2030, Colombia se comprometió a un 51 %, y Chile y Argentina buscan la neutralidad en carbono para 2050.
En ese sentido, reducir las emisiones es necesario para asegurar relaciones comerciales con otros mercados. Por ejemplo, América Latina y el Caribe es la principal región exportadora neta de alimentos del mundo, y alcanzó envíos por 349.000 millones de dólares en 2022.Pero el acceso a los principales mercados puede estar en juego si las empresas no se comprometen a reducir emisiones. A partir de 2026, las exportaciones a Europa deberán adaptarse al Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), que penalizará con impuestos las importaciones con alta huella de carbono. La sostenibilidad ya no es solo una meta ambiental sino una condición para competir y prosperar en el comercio global.
Provisión de energía limpia de manera estable y competitiva
Entre los factores a considerar para una reducción significativa de emisiones en la industria de alimentos se destacan: la adopción de energías renovables, la electrificación de procesos y la implementación de infraestructuras con énfasis en eficiencia energética. Estas infraestructuras permiten maximizar el aprovechamiento de la energía, haciendo del consumo un acto más eficiente dentro de las operaciones.
En un contexto donde la eficiencia energética y la reducción de emisiones son prioritarias, la industria alimentaria tiene una oportunidad clave en la adopción de energías renovables. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), estas fuentes han alcanzado precios históricamente bajos, lo que las posiciona como la alternativa más rentable para sectores intensivos en consumo energético, como el alimentario.
A través de contratos de compraventa de energía (PPA), las empresas pueden acceder a electricidad estable y económica: en 2023, el costo promedio de la energía solar fotovoltaica fue de USD 0,044 por kWh, y el de la energía eólica terrestre, de USD 0,033 por kWh. Estos precios reflejan una caída del 90 % y 70 %, respectivamente, desde 2010. Esta ventaja económica resulta especialmente relevante en una industria donde el control de costos operativos es esencial para mantener la competitividad.
En comparación, en 2023 los combustibles fósiles tuvieron un costo promedio de USD 0,100/kWh, lo que demuestra una ventaja económica del 56 % de la energía solar fotovoltaica sobre las convencionales. Además la inversión en proyectos renovables ha generado ahorros de 409.000 millones de dólares en costos de combustible desde el año 2000, destaca IRENA.
Firmar PPA con energías renovables permite a las empresas estabilizar costos energéticos a largo plazo, evitando la volatilidad de fuentes convencionales, reduciendo gastos operativos y asegurando cumplimiento normativo.
Prueba de ello es que las grandes empresas del sector de alimentos y bebidas han establecido ambiciosos objetivos de reducción de emisiones de CO₂. Empresas como Mondelez Internacional ya han reducido sus emisiones en 24 % en fabricación y en 31 % los desperdicios, superando sus objetivos iniciales. Grupo Bimbo apuesta por contratos de abastecimiento de energía renovable para alcanzar cero emisiones netas en 2050, con reducciones del 50 % en emisiones directas y 28 % en la cadena de valor para 2030.
Marcas de nicho como Alimentos Goya, Grandy Organics y HimalaSalt también están integrando energías renovables en su producción para reducir su huella de carbono, demostrando que la transición hacia un modelo más sostenible es un camino viable y necesario para la industria.
Nestlé busca disminuir sus emisiones en 20 % para 2025, en 50 % para 2030 y alcanzar cero emisiones netas en 2050, partiendo de una base de 113 millones de toneladas de CO₂ en 2018. PepsiCo proyecta una reducción del 40 % en sus emisiones absolutas para 2030, con una caída del 75 % en sus operaciones directas, y emisiones netas cero en 2040, impulsando el uso de energías renovables.
Responsabilidad, innovación y beneficios sociales
Lograr la neutralidad en carbono en América Latina y el Caribe es una oportunidad de oro para impulsar la economía y cuidar el planeta. Según el BID, alcanzar cero emisiones netas podría generar 2,7 billones de dólares en beneficios netos para la región al 2050.
Estas ganancias se derivarían de una matriz energética más diversificada y eficiente, basada en la complementariedad entre fuentes renovables no convencionales y otras tecnologías limpias, lo que permitiría reducir la dependencia de combustibles fósiles (con un ahorro estimado de 900.000 millones de dólares), disminuir la contaminación (500.000 millones) y mejorar la salud y la productividad (1 billón de dólares). Así mismo, con la implementación de fuentes limpias, la producción eléctrica podría reducir 95 % de sus emisiones, combinando energías renovables con eficiencia energética.
En definitiva, las energías renovables son clave en esta transformación. Es una oportunidad inmensa para proteger el planeta y darle impulso a un proceso de transición como el que ofrece Atlas Renewables Energy a todas las empresas a las que provee con energías limpias a través de PPA: contratos que se acomodan a las necesidades de cada una de ellas, brindando no solo precios competitivos sino estabilidad en la entrega de energía a partir de proyectos de energías renovables con baterías.
Diferenciación de marca
La adopción de prácticas sostenibles especialmente el uso de energías renovables en América Latina, se ha convertido en un diferenciador clave para las empresas del sector de alimentos y bebidas.
Los consumidores actuales valoran cada vez más el compromiso ambiental de las marcas, lo que influye directamente en sus decisiones de compra. Según un estudio de Kerry, el 49 % de los consumidores considera la sostenibilidad al adquirir alimentos y bebidas, y esta tendencia está en aumento (EYNG, 2021).
Así mismo, esta preocupación llega a las generaciones más jóvenes. Según un estudio de Innova Market Insights, los consumidores de la Generación Z están especialmente preocupados por la sostenibilidad de los productos que adquieren, lo que resalta la importancia de que las empresas adopten prácticas sostenibles para atraer a este segmento de mercado.Empresas líderes en la industria están respondiendo a estas expectativas mediante la implementación de energías renovables en sus operaciones. Al igual que Nestlé, Grupo Bimbo y otras compañías del rubro, la cervecera Mahou San Miguel ha anunciado una inversión de 220 millones de euros para fomentar la sostenibilidad y la innovación en sus sistemas de producción, incluyendo la construcción de una planta de biomasa en Alovera para reducir las emisiones de CO₂.
El futuro de la industria alimentaria es sostenible
La transición hacia la sostenibilidad es una necesidad para la industria alimentaria. Con un tercio de las emisiones globales de CO₂ provenientes de la producción de alimentos, las empresas del sector enfrentan el reto de descarbonizar sus procesos y adoptar energías renovables para asegurar su viabilidad futura.
Más allá del cumplimiento normativo, la adopción de estrategias sostenibles representa una oportunidad para reducir costos, mejorar la eficiencia y fortalecer la relación con consumidores cada vez más exigentes en términos ambientales. Ejemplos como los de Grupo Bimbo, Nestlé y PepsiCo demuestran que la transformación energética es posible y rentable.
A medida que los mercados imponen regulaciones más estrictas y las inversiones en energías renovables continúan reduciendo costos, las empresas que integren sostenibilidad en su estrategia tendrán una ventaja competitiva clara.
La transición energética no solo beneficia al medioambiente, sino que también impulsa la innovación y el crecimiento del sector de alimentos. Ahora, la decisión está en manos de las empresas: adaptarse y liderar el cambio o quedarse atrás en un mercado que ya está evolucionando. Dar el paso hacia un modelo más sostenible no es una opción a futuro, es una ventaja competitiva hoy.
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Este artículo fue creado en colaboración con Castleberry Media. En Castleberry Media, estamos dedicados a la sostenibilidad ambiental. Al comprar certificados de carbono para la plantación de árboles, combatimos activamente la deforestación y compensamos nuestras emisiones de CO₂ tres veces más.