Comprenda los límites de la captura de carbono en la transición energética

La captura de carbono, que ha sido considerada una solución por los productores de combustibles fósiles, no será suficiente para enfrentar los desafíos climáticos globales. Más que gestionar emisiones, el mundo necesita una transición hacia fuentes renovables

El año 2023 fue el más caliente jamás registrado, y 2024 sigue la misma tendencia. Científicos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) indican, que de mantenerse las políticas actuales, es probable que el mundo registre un aumento de temperatura superior a 2,8°C para finales de siglo. Es por eso que se demandan mayores esfuerzos para limitar el calentamiento a 1,5°C.

En el centro del problema están los combustibles fósiles.

La quema de petróleo, gas y carbón libera toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Y cuanto más se consumen estos combustibles, mayor es la intensidad de las emisiones.

Para responder a la crisis climática que ya se avecina, los productores están invirtiendo en soluciones de descarbonización como la captura y almacenamiento de carbono (CAC). Sin embargo, esto no será suficiente para reducir las emisiones y el calentamiento global. Es necesario cambiar las fuentes de energía

¿Por qué hay un límite en la captura de carbono?

La tecnología de captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés) es adoptada por las empresas de petróleo, gas y carbón en sus instalaciones para reducir las emisiones de sus operaciones. Algunas industrias, como la cementera y la siderúrgica, que necesitan quemar mucho combustible en sus hornos para generar energía, también están considerando la adopción de la CCS como una forma de mitigar su impacto climático y ofrecer productos con una menor huella de carbono.

Sin embargo, según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), el ritmo de implementación de proyectos de CCS está prácticamente estancado: la capacidad total se mantiene en unas 40 millones de toneladas desde hace tres años.

De acuerdo con el escenario planteado por la agencia, para que el mundo alcance emisiones netas cero y limite el calentamiento a 1,5°C, la capacidad de captura debería situarse en unos 400 millones de toneladas de CO2 para 2030, es decir, debe ser 10 veces mayor en los próximos seis años. 

Además de no avanzar a ese ritmo, hay otro problema: la CCS se enfoca en las emisiones de la producción de combustibles fósiles y solo aborda una parte del consumo en las grandes industrias.

Pero es precisamente el consumo el que tiene el mayor impacto ambiental y está disperso no sólo en las industrias, sino también en los autos que circulan por las calles, en los aviones, barcos y camiones, así como en la electricidad que alimenta hogares, comercios y producción agrícola.Para tener una idea, el mundo emite alrededor de 55.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año. La captura de carbono solo puede abordar una pequeña fracción de estas emisiones.

Es caro y consume más energía

Adoptar la CCS también significa una elevada inversión y consumo de energía. Esta es una de las principales razones de los retrasos en los proyectos alrededor del mundo.

Por ejemplo, para viabilizar en Estados Unidos la integración de la captura de carbono en las plantas de combustibles fósiles, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) del presidente Joe Biden tuvo que aumentar el crédito fiscal en julio de 2023, a US$60 por tonelada de CO2 utilizado en la recuperación avanzada de petróleo u otras operaciones industriales y a US$85 por tonelada de CO2 almacenado permanentemente, que anteriormente se encontraba en US$35 por tonelada y US$50 por tonelada, respectivamente, según S&P Global.

Los costos de la captura de carbono varían mucho dependiendo del tipo de actividad y la cantidad de energía necesaria en el proceso: mientras menor sea la concentración de CO2 en el gas, mayor será la energía requerida para separar el CO2, lo que resulta en costos más altos, explica un estudio del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD).

Según el IISD, en las centrales eléctricas a carbón, las industrias de acero y cemento y en la producción de hidrógeno, los flujos de CO2 son más diluidos, lo que aumenta el consumo de energía y eleva los costos de captura.

Si la energía utilizada en el proceso es de combustible fósil, también hay una emisión de CO2.

Hacia la transición a las energías renovables

En diciembre de 2023, la 28ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) marcó la pauta de cómo debería ser la matriz energética del futuro.

Los más de 190 países miembros de la conferencia acordaron triplicar la participación de las energías renovables en la mezcla energética global para 2030, y hacer una transición para abandonar los combustibles fósiles.

Ya estamos en ese camino. Ciertas fuentes como la energía solar fotovoltaica y la eólica, y soluciones como los vehículos eléctricos están batiendo récords de expansión: en 2023, la capacidad de energía renovable añadida a los sistemas energéticos en todo el mundo creció un 50%, alcanzando casi 510 gigavatios (GW). De esta cifra, la energía solar fotovoltaica representó tres cuartas partes de la energía renovable incorporada en todo el mundo.

Las estimaciones de la agencia también indican que el consumo de combustibles fósiles deberá alcanzar su pico antes de 2030, y la participación de las fuentes limpias en la generación de electricidad, se aproximará al 50%, comparada  con cerca del 30% en 2023.

Este cambio llegará a todos los sectores económicos, incluidos aquellos que más dependen de los combustibles fósiles.

Esto se debe a que la combinación de energía renovable, eficiencia energética y la electrificación de las operaciones tiene el potencial de reducir las emisiones de CO2 en más del 90%, cifra requerida para que la industria cumpla sus metas en 2050, calcula el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Brasil tiene excelentes ejemplos de cómo la asociación entre empresas con un consumo intensivo de energía y los generadores de energía renovable puede promover una verdadera transformación. Los beneficios son ambientales, económicos y sociales.

Uno de esos ejemplos proviene de la asociación de Atlas Renewable Energy con Hydro Rein y Albras, el mayor productor de aluminio primario de Brasil. Al formar una joint venture para desarrollar, construir y operar la planta solar Boa Sorte (438 MW) en el estado de Minas Gerais, las empresas agregan capacidad de energía renovable en Brasil mientras hacen que la producción de aluminio sea más sostenible.

Con una inversión estimada de US$320 millones, Albras firmó un PPA en dólares, en el modelo de autoproducción, para el suministro anual de 815 GWh desde 2025 hasta 2044 para cubrir parte de su consumo de energía.

La energía prevista para ser generada por el parque evitará la emisión de 154,000 toneladas de CO2 por año, lo que equivale a retirar de las calles más de 61.800 coches/autos que funcionan con gasolina y diésel.

Más que generar energía, estas empresas de energía renovable también promueven el desarrollo económico en las regiones donde están instaladas, al contratar profesionales y proveedores locales, y promover proyectos de capacitación e inclusión.

Descarbonización con hidrógeno verde

Otra forma de aprovechar el potencial renovable de un país como Brasil en la descarbonización de la industria es mediante la producción de hidrógeno verde, obtenido a partir de la electrólisis del agua con energías como la solar y la eólica.

En todo el mundo, y especialmente en América Latina, los países están diseñando sus planes para establecer una cadena de valor y desarrollar clústeres industriales donde se producirá y consumirá la nueva fuente de energía.

El hidrógeno verde es una de las formas más eficientes de almacenar la energía producida por parques solares y eólicos, y su potencial de aprovechamiento por la industria va desde la producción de combustibles sostenibles como SAF (aviación), amoníaco y metanol verde (transporte marítimo), hasta fertilizantes, acero y aluminio verde.

Por ejemplo, en la industria siderúrgica, una investigacion de BloombergNEF estima que el uso de hidrógeno verde en los hornos puede ser la opción más barata para producir acero con cero emisiones en 2050.

Brasil es uno de los candidatos. Su matriz eléctrica con cerca del 83% de participación renovable y todo su potencial eólico y solar hacen que el país sea atractivo para el desarrollo de cadenas industriales más verdes y competitivas.

Un futuro de oportunidades

Descarbonizar la economía global, dependiente de los combustibles fósiles, no será fácil. Es un desafío que debe enfrentarse con seriedad tras una evaluación de los pros y los contras de cada opción tecnológica.

Soluciones como la captura y almacenamiento de carbono tendrán su lugar, pero deben ser vistas de manera realista, sin desviar la atención de lo que realmente cambiará el consumo de energía.

La demanda de energía continuará creciendo y necesitamos satisfacerla con eficiencia, precios bajos y sostenibilidad. Por lo tanto, la expansión de las energías renovables es un camino sin retorno: constituye la opción más efectiva disponible en el mundo con las tecnologías y recursos naturales accesibles hoy en día.   

Este artículo fue creado en colaboración con Castleberry Media. En Castleberry Media, estamos dedicados a la sostenibilidad ambiental. Al comprar Certificados de Carbono para la plantación de árboles, combatimos activamente la deforestación y compensamos nuestras emisiones de CO₂ tres veces más.

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