Transición energética: acuerdos COP 28 y el rol de las compañías

El Acuerdo de Dubái propone triplicar la instalación de energías renovables hasta 2030. Las empresas serán claves en el cumplimiento de las metas de descarbonización con acuerdos de compra de energía (PPA) limpia y a precios competitivos.

En la última Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 28), celebrada del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2023 en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, 198 países suscribieron el Acuerdo de Dubái. En el documento final, por primera vez, quedó detallado el rol de los combustibles fósiles: se estableció el “principio del fin” de la era de estas fuentes de energías contaminantes.

Durante la conferencia se acordó triplicar la capacidad mundial de las energías renovables a 11 teravatios y duplicar (de 2 a 4%) la tasa media anual de mejora de la eficiencia energética hasta 2030; además, también se acordó acelerar la disminución del uso del carbón para producir energía, reemplazarlo por tecnologías de emisiones cero y bajas, y apresurar la descarbonización mediante la rápida adopción de vehículos con cero o bajas emisiones.

El acuerdo también compromete a los países firmantes a eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles que no aborden la pobreza energética ni las transiciones justas, y a acelerar las acciones en esta década para lograr cero emisiones netas en 2050.

Sin embargo, no se llegó a un acuerdo específico sobre la reducción del uso del petróleo, el gas o el carbón, lo que crea dudas sobre la efectividad de los compromisos, que deben respaldar la meta establecida en el Acuerdo de París, cuyo mandato es limitar el calentamiento global a 1,5ºC para fin de siglo.

El Pacto Mundial de la ONU calcula que para alcanzar ese objetivo se deberían reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en un 43% hasta 2030 y en un 60% hasta 2035 en relación con las emisiones de 2019, y alcanzar las cero emisiones netas de dióxido de carbono para 2050.

No obstante, la organización estadounidense sin fines de lucro World Wildlife Fund, Inc. (WWF) advirtió que de acuerdo con las últimas contribuciones determinadas a escala nacional (NDC, por sus siglas en inglés) presentadas por los países se prevé una reducción de solo el 14% para el 2030, tres veces menor a lo necesario. Estos datos revelan el desafío que implica el ritmo de descarbonización propuesto.

Más aún, la OPEP prevé que haya un aumento del consumo del petróleo para los próximos años. Calcula que en 2024 el mundo consumirá un 2,2% más que en 2023, es decir, una media de 104,4 millones de barriles al día, frente a los 102,1 del año 2023.

Para Estados Unidos, los analistas de la OPEP prevén una tasa de crecimiento del consumo de petróleo del 1% en 2024 y del 1,5% en 2025, mientras que para la zona euro calculan que aumentará alrededor de un 0,5% y un 1,2 %, respectivamente.

China, uno de los mayores consumidores de petróleo del mundo, que requiere entre 15 millones y 16 millones de barriles de crudo diarios, actualmente no solo produce petróleo en cantidades récord: también lo importa a un ritmo sin precedentes, lo que revela una clara estrategia de acumulación de reservas para los próximos años.

La necesidad de financiamiento

Una de las principales discusiones de la COP 28 giró en torno al financiamiento para impulsar la lucha frente al cambio climático.

En este sentido, el Fondo Verde para el Clima (GCF, en inglés) recibió un nuevo impulso: seis países prometieron colaborar en su financiación, por lo que las promesas de financiamiento ascienden a la cifra récord de 12.800 millones de dólares procedentes de 31 países; también se esperan nuevas contribuciones. 

Además, ocho gobiernos anunciaron donaciones por 174 millones de dólares para el Fondo para los Países Menos Adelantados y el Fondo Especial para el Cambio Climático; también se prometieron nuevas contribuciones al Fondo de Adaptación por casi 188 millones de dólares.

Sin embargo, desde ONU Cambio Climático advierten que aún se está lejos de los billones de dólares que se necesitan para apoyar a los países en desarrollo en la transición hacia las energías limpias. Para conseguir esta financiación, el Pacto Mundial subraya la importancia de reformar la arquitectura financiera multilateral y de acelerar la creación de fuentes de financiación nuevas e innovadoras.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en su estudio titulado “Economía del cambio climático en América Latina y el Caribe 2023: Necesidades de financiamiento y herramientas de política para la transición hacia economías bajas en carbono y resilientes al clima”, indica que para cumplir con los compromisos de acción climática se requiere una inversión de entre el 3,7% y el 4,9% del PIB regional por año hasta 2030. A modo de comparación, en 2020 el financiamiento climático en América Latina y el Caribe fue de solo 0,5% del PIB regional. Por lo tanto, cerrar la brecha del financiamiento climático requiere aumentar la movilización de recursos nacionales e internacionales entre siete y diez veces.

El aporte del sector privado a la transición energética

Darle apoyo financiero al sector privado podría ser una opción para impulsar la descarbonización. El objetivo es que las empresas generadoras de energía limpia avancen con sus proyectos y ofrezcan suministro eléctrico renovable a precios competitivos. Para ello se pueden emplear instrumentos como el Fondo Verde para el Clima, las líneas de créditos verdes de entidades bancarias o la emisión de bonos verdes.

En este sentido, en 2021 Atlas Renewable Energy obtuvo 253 millones de dólares en formato de bono verde, lo que le permitió desarrollar su proyecto  ‘Financiamiento Ananuca’, que refinanció la Planta Solar Javiera (69,5 MW) e impulsó la construcción del Proyecto Solar Sol del Desierto (230 MW), ambos en Chile. La planta Javiera proporciona energía limpia para el 15% de las necesidades de energía de Minera Los Pelambres, una de las minas de Antofagasta Minerals (AMSA), una de las empresas de cobre más grandes del mundo.

Otro caso emblemático es el de Albras, el mayor productor de aluminio primario en Brasil. En noviembre del año pasado, la empresa recibió el mayor financiamiento en dólares del BNDES para el mayor PPA solar en América Latina con Atlas Renewable Energy: a partir de 2025, y durante 21 años, el fabricante recibirá energía limpia y competitiva de la planta solar Vista Alegre de 902 MWp, lo que evitará la emisión de 2.4 millones de toneladas de CO₂. A modo de comparación, la energía contratada entre Atlas Renewable Energy y Albras es suficiente para abastecer a más de tres millones de personas. Este es el segundo PPA firmado entre Atlas Renewable Energy y Albras, el primero fue Boa Sorte

Ambos casos tienen que ver con una tendencia que crece año a año en el mundo. De acuerdo con BloombergNEF, en 2022 empresas privadas e instituciones públicas firmaron contratos de abastecimiento de energía (PPA) récords: 36,7 GWH, un 18% más que en 2021.

BloombergNEF destaca que desde 2008 167 organizaciones han celebrado acuerdos PPA en 36 mercados en todo el mundo por 148 GW de energía limpia, una cifra significativa que supera la capacidad total de generación de energía de Francia.

Entre las organizaciones que firmaron acuerdos de energía limpia en 2022, Amazon lidera la lista, con 10,9 GW de PPA firmados, seguida de Meta (2,6 GW), Google (1,6 GW) y Microsoft (1,3 GW), lo que ilustra la necesidad de las empresas tecnológicas por obtener energía limpia y competitiva para satisfacer su creciente demanda de electricidad.

En América, los contratos firmados aumentaron un 18%, hasta un récord de 24,1 GW, con aumentos tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica.

Por ende, promover mayores líneas de financiamiento para que las empresas emprendan rápidamente su camino hacia la descarbonización será clave para revertir el cambio climático. Junto a ello, es necesario que los países ofrezcan mejores incentivos y condiciones para las inversiones.

A contramano de ello, en 2022 los subsidios a los combustibles fósiles se dispararon hasta alcanzar un monto histórico de siete billones de dólares. Se calcula que la eliminación de los subsidios incrementaría los ingresos públicos en 4,4 billones de dólares, además de tornar menos competitivas a las energías contaminantes respecto a las limpias.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el sector energético mundial es responsable del 73% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero, cuando las emisiones anuales de dióxido de carbono relacionadas con la energía deberán disminuir un 70 % para 2050. En este sentido, las energías renovables, la eficiencia energética y un aumento sustancial de la electrificación pueden aportar más del 90 % de la reducción necesaria de las emisiones contaminantes.

El desafío de las próximas cumbres

Los próximos dos años serán cruciales. En la COP29, que se realizará en Azerbaiyán, los gobiernos deben establecer un nuevo objetivo de financiación para la protección del clima que refleje la escala y la urgencia del desafío medioambiental. Y en la COP30, cuya sede será Brasil, deben llegar preparados con nuevas contribuciones determinadas a escala nacional (NDC).

“Debemos ponernos manos a la obra para aplicar plenamente el Acuerdo de París”, afirmó Simon Stiell, secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático. Stiell recordó que “a principios de 2025, los países deben presentar nuevas contribuciones determinadas a escala nacional. Todos y cada uno de los compromisos sobre financiación, adaptación y mitigación deben ponernos en línea con un mundo de 1,5 grados”.

Conclusión

La COP28 ha fijado objetivos resumidos por sus protagonistas como “el principio del fin” de la era de los combustibles fósiles, que implica, entre otras medidas, triplicar la capacidad de generar energías renovables. Pero para que la transición energética se desarrolle de acuerdo con los plazos que exigen las metas medioambientales, será fundamental aumentar con vigor el financiamiento mundial de las energías limpias. 

Con ese financiamiento, las empresas podrán acceder a créditos a largo plazo y bajas tasas que les permitirán desarrollar proyectos de generación de energías renovables. Esto animará a más compañías consumidoras de energía a celebrar acuerdos de abastecimiento (PPA) a precios competitivos.

El compromiso de las empresas públicas y privadas con la descarbonización es una tendencia que crece año a año, pero la aceleración de la descarbonización dependerá de los incentivos, las normas y las condiciones que establezcan los gobiernos.

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