Tener una estrategia energética clara es clave al iniciar operaciones en Latinoamérica. Explora las oportunidades de la región y por qué el contexto local importa para tomar decisiones informadas.
En el contexto global actual, América Latina constituye una región con alto potencial para la expansión empresarial. Su matriz energética diversa y en transformación ofrece oportunidades reales para quienes planifican con visión.
Hoy, el 65 % de la electricidad en la región proviene de fuentes renovables —el doble del promedio mundial, según OLADE (Organización Latinoamericana de Energía)— y se espera que tecnologías como la solar y eólica representen más del 40 % de la nueva capacidad instalada hacia 2030.
A la vez, la demanda eléctrica seguirá creciendo. Según el Latin America Energy Outlook 2023 publicado por la Agencia Internacional de Energía (AIE), se proyecta un aumento del 90 % al 2050 bajo políticas actuales, y hasta del 180 % si se cumplen los compromisos de descarbonización.
Esto duplicará el peso de la electricidad en el consumo final de energía y pondrá presión sobre las redes. OLADE, por su parte, estima que será necesario incorporar 1.000 GW de capacidad renovable en la región para 2050.
Este dinamismo plantea una oportunidad clara, pero también una exigencia: anticipar la demanda energética, entender los contrastes regulatorios y evaluar cómo asegurar un suministro competitivo y estable en cada mercado. De modo que la estrategia energética no es solo un aspecto técnico, sino un factor decisivo para crecer con éxito en Latinoamérica.
Desafios energéticos en Latinoamérica que exigen planificación estratégica
La volatilidad de precios y la desigualdad regulatoria son dos riesgos clave. Ignorarlos implica sobrecostos, retrasos y decisiones equivocadas.
- Precios volátiles y tarifas complejas
Aunque la inflación energética anual en la región fue de solo el 1,51 % en 2024, según OLADE, ese dato promedio esconde realidades locales más desafiantes.
En Colombia, por ejemplo, empresas electrointensivas enfrentaron aumentos de hasta el 32 % en sus tarifas, con un promedio nacional cercano al 20 %, según un estudio de la start-up Energy Master, citado por Forbes.
Este aumento se relaciona con la baja en los embalses hidroeléctricos —que aportan el 74,2 % de la energía del país— debido al fenómeno de El Niño. La disminución en la generación obligó a activar plantas térmicas más costosas y con mayores emisiones.
Este tipo de exposición a variables climáticas y operativas obliga a buscar estabilidad en el suministro. Los contratos de compraventa de energía a largo plazo (PPA) ofrecen una solución efectiva. Según Grant Thornton, los PPA permiten a las empresas asegurar energía limpia a precios fijos, reducir su exposición al riesgo y planificar con mayor certidumbre, una ventaja clave en entornos de alta volatilidad.
- Diversidad normativa
El segundo gran desafío es la comprensión del contexto cultural, político y las normativas de cada país. Cada uno avanza con ritmos, prioridades y modelos distintos. Esta diversidad es un factor estructural que debe integrarse desde el inicio en cualquier estrategia energética regional.
Mientras algunos países de la región operan con marcos regulatorios abiertos a la inversión privada, otras otorgan un rol prioritario al Estado. Además, las energías no convencionales no reciben el mismo nivel de impulso normativo en toda Latinoamérica, lo que afecta tanto la velocidad de desarrollo como los incentivos disponibles.
Colombia, por ejemplo, cuenta con un marco legal que ha favorecido la integración de fuentes no convencionales mediante la Ley 1715 y otras normativas complementarias. Aunque estas regulaciones han avanzado, aún enfrentan retos, como el requisito de consulta previa y la falta de coordinación entre el Gobierno, las comunidades, las autoridades y las empresas generadoras, lo que puede retrasar las iniciativas y aumentar su complejidad.
En el caso de México, el panorama está evolucionando. En el pasado, el marco regulatorio fue más restrictivo y con menor apertura a la inversión privada que Colombia, pero en los últimos años el país ha impulsado nuevas apuestas regulatorias orientadas a trabajar con la industria y atraer proyectos estratégicos.
Para 2030, por ejemplo, México busca sumar 29 GW de capacidad limpia y movilizar más de USD 22 000 millones en inversiones. Además de responder a compromisos de reducción de emisiones, estas acciones apuntan a cubrir la creciente demanda energética derivada del nearshoring, garantizando un suministro más competitivo y estable.
Y en países como Brasil y Chile encontramos panoramas regulatorios más avanzados pero con desafios propios de una industria avanzada. Comprender estos marcos normativos permite a las empresas identificar riesgos, aprovechar incentivos locales y alinear su estrategia energética con las condiciones de cada país.
La transición energética como pilar de disponibilidad y confiabilidad para empresas en expansión
En América Latina, la transición energética busca avanzar de forma equilibrada en sus tres dimensiones clave: económica, social y ambiental. El objetivo es garantizar una transformación que no solo impulse el cambio energético, sino que también promueva el desarrollo y la competitividad empresarial.
La creciente adopción de fuentes renovables no convencionales, como la solar y la eólica, ha mejorado la estabilidad del suministro eléctrico en la región, proporcionando a las empresas una base sólida para sus operaciones.
Un ejemplo destacado es el proyecto solar Boa Sorte de Atlas Renewable Energy en Brasil. Ubicado en el estado de Minas Gerais, este complejo solar tiene una capacidad instalada de 438 MW y suministrará energía renovable a Albras, el mayor productor de aluminio primario de Brasil.
A través de un contrato de compra de energía (PPA) de 20 años, se espera que el proyecto proporcione aproximadamente el 12 % del consumo energético anual de Albras, equivalente a 815 GWh por año. Además, se estima que evitará la emisión de más de 61.000 toneladas de CO₂ anualmente.
De manera similar, en México, el auge del nearshoring ha incrementado la demanda energética, impulsando a industrias como la manufactura, la tecnología y la minería a planificar con anticipación su abastecimiento.
En este contexto, el proyecto solar La Pimienta, desarrollado por Atlas en el estado de Campeche, se posiciona como una solución estratégica. Con una capacidad de 315 MW, es la segunda planta solar más grande del país y suministra energía limpia a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) bajo un contrato de 15 años.
Este acuerdo fortalece la oferta energética en la península de Yucatán, lo que a su vez favorece la estabilidad de los precios.
Estos casos muestran cómo la integración de soluciones energéticas renovables, con una lectura estratégica del entorno y alianzas adecuadas, permite avanzar hacia un suministro más confiable y sostenible. Esto no solo reduce riesgos, también potencia la competitividad de las empresas que operan en mercados latinoamericanos en expansión.
El horizonte energético: tendencias que darán forma al panorama latinoamericano
Las empresas que proyectan su expansión en Latinoamérica necesitan mantenerse actualizadas frente a las dinámicas energéticas que están redefiniendo la infraestructura y la operación industrial en la región.
Comprender estos cambios permite adaptarse con agilidad y aplicar soluciones innovadoras en un entorno competitivo y en transformación constante
Uso de sistemas BESS: respaldo estratégico para industrias críticas
El almacenamiento de energía mediante sistemas BESS se está consolidando como una solución clave para garantizar la continuidad operativa en sectores industriales con alta demanda energética.
Un ejemplo destacado es el acuerdo entre Atlas Renewable Energy y Codelco en Chile, mediante el cual Atlas suministrará 375 GWh anuales de energía no convencional respaldada por un sistema de almacenamiento con baterías. Este proyecto garantiza suministro continuo incluso en horas pico o ante fallos en la red, asegurando operaciones críticas sin interrupciones.
Modelos de descentralización energética para ampliar cobertura en zonas remotas
En Latinoamérica, la descentralización energética comienza a tomar fuerza como alternativa frente a las limitaciones de infraestructura de transmisión. Si bien la generación distribuida ofrece beneficios concretos —como mayor autonomía y menor exposición a cortes—, también plantea desafíos en su implementación técnica, sostenibilidad económica y gobernanza local.
Un caso relevante es el de Colombia, donde el programa de Comunidades Energéticas permite a poblaciones no interconectadas generar, gestionar y consumir su propia energía renovable. Este modelo promueve un acceso más equitativo y directo a la electricidad, especialmente en regiones aisladas, y abre oportunidades para desarrollar nuevos mercados energéticos.
Sin embargo, su éxito depende de factores clave como capacidades organizativas locales, mecanismos de financiamiento adecuados y soporte técnico sostenido. Estos proyectos marcan una tendencia en expansión que puede escalarse y replicarse en otros países de la región, siempre que se adapten al contexto cultural, social y geográfico de cada comunidad.
Digitalización y gestión inteligente de la demanda
En América Latina, las tecnologías digitales aplicadas a la energía se están convirtiendo en una herramienta clave para mejorar la operación industrial. El uso de plataformas inteligentes, que permiten monitorear el consumo en tiempo real y anticipar patrones de demanda, ayuda a las empresas a ajustar su uso energético, reducir desperdicios y optimizar sus costos sin comprometer la productividad.
Por ejemplo, la implementación de sistemas de gestión de energía (SGE) en el sector industrial ha logrado reducir el consumo energético entre un 10 % y un 40 %, según el Observatorio de Sistemas de Gestión de la Energía de América Latina y el Caribe.
Estos avances no solo optimizan el uso de la energía, sino que también mejoran la sostenibilidad y la competitividad de las empresas en el mercado global.
No obstante, todavía hay una deuda pendiente en el fortalecimiento de los sistemas de transmisión eléctrica. A pesar del progreso en generación y consumo, muchas economías latinoamericanas enfrentan cuellos de botella en la infraestructura de transporte de energía, lo que limita el alcance y efectividad de la digitalización energética. Desarrollar redes más resilientes y confiables es un paso clave para consolidar esta evolución.
Claves para expandirse con ventaja energética en Latinoamérica
Poner la energía en el centro desde el inicio es una ventaja estratégica para cualquier empresa electrointensiva que quiera crecer con eficiencia operativa, control de costos y estabilidad en el suministro.
Estos son los aprendizajes clave que los tomadores de decisión deben tener en cuenta:
- Iniciar con la energía en el centro: al planificar la entrada a cualquiera de los mercados latinoamericanos, evalúa desde el inicio qué fuentes locales tienes disponible, si hay potencial para renovables no convencionales in situ y qué aliados estratégicos pueden ayudarte a desarrollar soluciones a medida.
- Aprovechar el impulso de la transición energética: varios países en la región ofrecen incentivos e infraestructura para proyectos limpios. Además, integrar energías no convencionales desde el inicio puede traducirse en menores costos operativos a mediano plazo, especialmente en el precio de insumos energéticos. Una estrategia con enfoque en transición energética abre la puerta a financiamiento y apoyo estatal.
- Planificar pensando en resiliencia y competitividad: la energía no es un commodity más en el presupuesto, sino una decisión estratégica. Un contrato a 15 o 20 años o una planta propia requieren inversión, pero garantizan estabilidad frente a precios volátiles y fallos de red. Esa previsión marca distancia frente a competidores menos preparados.
Planificar la energía desde el inicio asegura un suministro confiable, competitivo y alineado con tus metas de sostenibilidad. El resultado: menores costos, más resiliencia y una posición líder en tu sector.
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Este artículo fue creado en colaboración con Castleberry Media. En Castleberry Media, estamos dedicados a la sostenibilidad ambiental. Al comprar certificados de carbono para la plantación de árboles, combatimos activamente la deforestación y compensamos nuestras emisiones de CO₂ tres veces más.