Los posibles cambios legislativos que se avecinan en Chile inquietan a la industria minera. En este análisis, Atlas Renewable Energy examina lo que esto podría significar para el mayor sector industrial del país, y su amplio impacto en la revolución mundial de la energías limpias.

A medida que el mundo se dirige hacia un sistema energético con bajas emisiones de carbono, Chile, que posee más de la mitad del litio del mundo y las mayores reservas de cobre del planeta, desempeñará un papel fundamental en el suministro de los recursos necesarios.

El sector minero del país sudamericano ha sido objeto de relativamente pocos cambios desde 1980, pero la pandemia de Covid-19 ha impulsado a los legisladores a buscar fondos para ayudar a financiar programas sociales y de estímulo. 

En abril, la Cámara Baja de Chile, que ya había aprobado un proyecto de ley para introducir un 3% fijo sobre las ventas de cobre y litio, votó para añadir un sistema de impuestos progresivos sobre las ventas de cobre, con el rango más alto fijado en el 75% si el precio del metal rojo supera los 4 dólares por libra. El proyecto de ley también establece un gravamen para todas aquellas empresas mineras cuyas ventas anuales superen los 5 millones de dólares, a menos que sus márgenes de explotación sean inferiores al 8%. 

Aunque los partidarios del proyecto de ley afirman que los cambios son necesarios para equilibrar  al país tras la pandemia, los representantes de la industria minera han expresado serias reservas. En su intervención ante la aprobación del proyecto de ley en el Congreso, Diego Hernández, presidente de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), dijo: “Este impuesto desincentivará de inmediato la inversión y pondrá en serio peligro la competitividad de nuestra industria en un momento clave que vive nuestro país, especialmente en el periodo de recuperación económica post pandemia, en el que la minería estaba llamada a jugar un rol fundamental e insustituible.”

La legislación propuesta ha sido aprobada por la Comisión de Minería del Senado, y pronto será discutida por los legisladores del Senado de la nación. Antes de tomar una decisión definitiva, analizamos los principales factores en juego.

A medida que la demanda de cobre y litio se dispara, nos encontramos en una encrucijada.

El cobre es fundamental para los paneles solares, los aerogeneradores, los vehículos eléctricos y el almacenamiento de las baterías, y según las estimaciones de IRENA, en relación con los niveles de 2020, la demanda anual de cobre de las instalaciones solares fotovoltaicas por sí sola podría duplicarse con creces en 2030, y casi triplicarse en 2050. 

Mientras tanto, en los últimos años la demanda de litio ha crecido un 20% al año, y esto no muestra signos de desaceleración a medida que los vehículos eléctricos, que utilizan baterías de litio, se hacen cada vez más populares. 

Dado que cuatro de los mayores compradores de cobre chileno, Estados Unidos, China, Japón y Corea del Sur, se han comprometido a alcanzar la neutralidad neta de carbono a mediados de siglo, se necesitarán cantidades récord del metal rojo.

Sin embargo, satisfacer esta demanda podría ser un problema, según la industria minera chilena.

Los mineros dicen que operarán con pérdidas…

Según Hernández, de Sonami, si el proyecto legal se aprueba en su forma actual, 12 de las 15 mayores mineras que operan en Chile se encontrarían operando con pérdidas. Dice que más de la mitad de las minas de cobre del país ya operan en el cuartil superior de la curva de costos, y los nuevos royalties podrían provocar su cierre.

De ser así, tendría repercusiones mundiales. Chile representa más del 25% de la oferta mundial de cobre, y el precio del metal rojo ya se ha disparado en los últimos meses ante la preocupación de que la oferta tenga dificultades para satisfacer la demanda en un mundo que se electrifica rápidamente.

Según estudios recientes, si no se construyen nuevas minas, el déficit anual de suministro de cobre podría llegar a los 10 millones de toneladas en 2030. 

“En igualdad de condiciones, creemos que la incertidumbre fiscal actuará como una sobrecarga en los procesos de toma de decisiones de las empresas mineras para sancionar nuevos proyectos, lo que podría exacerbar aún más nuestras expectativas de una diferencia de suministro de cobre a largo plazo”, dice la firma de inversión Goldman Sachs en una nota.

… pero el aumento de los impuestos podría compensarse con la subida de los precios

No obstante, a medida que aumente la demanda de cobre y otros minerales de transición energética, es probable que veamos un auge de las materias primas, con el consiguiente aumento de los precios.

En una nota reciente, Goldman Sachs pronosticó que el aumento de la demanda y la escasa oferta harán que el precio del cobre pase de unos $6,000 dólares por tonelada a $15,000 dólares por tonelada en 2025, lo que supone un aumento del 66%.

El banco de inversión Macquarie prevé que los precios aumenten entre un 30% y un 100% en los próximos cuatro años.

En consecuencia, para los productores, cualquier golpe derivado del aumento de las tasas gubernamentales puede verse parcialmente compensado por precios aún más altos.

Sin embargo, mantener el equilibrio implica reducir los costos operativos, y la energía renovable podría ser la clave

Desgraciadamente, la calidad del mineral de cobre de Chile ha descendido de forma constante en los últimos años, lo que significa que hay que extraer más volumen, e invertir más dinero, sólo para mantener el mismo nivel de productividad. 

A modo de ejemplo, en 2019, antes de que la pandemia impactara en los volúmenes mineros, Codelco, la minera estatal, vio disminuir su producción en un 5.6% como consecuencia de la caída de las leyes del mineral en sus envejecidas minas.

En efecto, los mineros del cobre tendrán que gastar miles de millones de dólares sólo para evitar que la producción caiga, y para poder hacerlo, necesitan ahorrar costos en otros ámbitos.

El área más obvia es la de la energía. Después de que los costos de la electricidad en el país aumentaron una media anual del 11% entre 2000 y 2015, varias empresas mineras empezaron a buscar energías renovables para asegurar la energía de sus proyectos. 

Uno de los movimientos más emblemáticos en este espacio fue el pionero acuerdo bilateral de compra de energía (PPA) firmado en 2015 entre Antofagasta Minerals y Atlas Renewable Energy para suministrar energía solar del proyecto Javiera a la mina de cobre Los Pelambres.

No sólo las grandes empresas tienen la oportunidad de reducir sus costos de producción. Desde ese acuerdo en 2015, un mayor número de empresas mineras ha hecho el cambio a las renovables y, según las estimaciones del gobierno, en 2023 las renovables representarán el 60% de la energía consumida por el sector.

Limpiando sus actos

La transición de la industria minera a las energías renovables también tiene un impacto medioambiental positivo evidente. Sólo en Chile, los contratos de energías renovables para abastecer a las minas están desplazando millones de toneladas de dióxido de carbono en comparación con los contratos basados en combustibles fósiles, lo que equivale a las emisiones anuales de miles de automóviles con motor de combustión.

A medida que la industria minera toma medidas para volverse ecológica, tiene la oportunidad de aprovechar sus progresos y posicionarse como un ciudadano corporativo positivo, ya que crece la demanda entre los consumidores, los inversionistas y las comunidades locales para que la industria minera actúe de forma más sustentable.

Según Hernández, ante el proyecto de ley de royalties, corresponde a la industria convencer a los chilenos de no cambiar drásticamente las reglas del juego para los mineros, una tarea que calificó de “muy difícil en un escenario como el actual.” 

Es probable que Chile sea sólo el principio

La propuesta de Chile tiene eco en Perú, donde el actual candidato a las elecciones presidenciales ha prometido imponer una medida similar.

El aumento de los precios de los recursos ante el auge de las energías limpias hace que cada vez más economías se fijen en el sector minero como fuente de ingresos para proyectos de desarrollo, y aunque el impacto financiero en las empresas será probablemente negativo, existen oportunidades para seguir siendo competitivas. Además, si adoptan medidas para reducir su impacto ambiental, las empresas mineras pueden recuperar el favor del electorado: si se posicionan como parte de la solución al cambio climático, en lugar de ser parte del problema. 

En alianza con Castleberry Media, nos comprometemos a cuidar nuestro planeta, por eso, este contenido es responsable con el medio ambiente.

La idea de la economía circular recientemente ha ido ganando moneda política y social, a medida que gobiernos, empresas y ciudadanos por igual hacen planes para una recuperación más ecológica y sustentable del Covid-19. En esta hoja informativa, echamos un vistazo a lo que hace que una economía circular tenga éxito, y por qué   la energía renovable es un componente vital.

¿Qué es una economía circular?

Desde la industrialización, el modelo económico dominante en todo el mundo ha sido lineal: las materias primas se extraen, se fabrican o se consumen como un producto, y luego, cuando llegan al final de su vida útil, se desechan. Este sistema de recolección, fabricación y desecho supone una enorme presión sobre el medio ambiente al aumentar el consumo de recursos finitos y crear enormes cantidades de desechos contaminantes.

En una economía circular, hay poco o ningún desperdicio y se promueve la reutilización y reciclaje como sea posible. Cuando un producto llega al final de su vida útil, en lugar de tirarlo, sus materiales se mantienen dentro de la economía y se convierten en nuevos materiales que se pueden utilizar una y otra vez, creando más valor.

¿Por qué necesitamos una economía circular?

Las economías más grandes del mundo se están quedando rezagadas en cuanto a los compromisos para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, que tiene como objetivo limitar el calentamiento global a 1.5ºC. A pesar de las promesas hechas recientemente durante la Cumbre del Clima encabezada por Estados Unidos, la investigación llevada a cabo por BloombergNEF muestra que, en todo el mundo, no se está haciendo lo suficiente para limitar el cambio climático, y a menos que algo cambie rápidamente, corremos el riesgo de llegar al punto de no retorno.

Con las tecnologías existentes, tenemos la capacidad de abordar alrededor del 55% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Estas son las emisiones que provienen de la electricidad y calefacción que utilizamos en nuestras actividades, de nuestra red eléctrica y del transporte.

Pero eso es sólo la mitad de la historia.

Según los últimos datos, la producción de materiales que utilizamos cada día representa el 45% del total de emisiones mundiales de CO2, y sólo el 8.6% de los recursos que entran en la economía mundial se vuelven a convertir en parte del ciclo. Pasar a una economía circular reduciría la presión sobre el medio ambiente, disminuiría la necesidad creciente sobre el suministro de materias primas finitas y conduciría a una mayor innovación. Es más, el Foro Económico Mundial estima que la transición a un modelo circular podría valer US$1tn para la economía global en 2025, y crear 100,000 nuevos empleos.

Hasta ahora, las promesas sobre el clima se han enfocado en reducir la intensidad de carbono del modelo económico tradicional, pero está claro que esto no será suficiente. La adopción hoy de un marco económico circular en acero, plástico, aluminio, cemento y alimentos eliminaría 9,300 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero para el 2050. Esto equivale a eliminar las emisiones actuales de todas las formas de transporte a escala mundial y pondría al mundo en un buen camino hacia un futuro neto cero.

¿Qué papel desempeña la energía renovable en una economía circular?

Reducir-reutilizar-reciclar es sólo una parte. Una economía verdaderamente circular tiene que estar respaldada por una transición hacia las fuentes de energía renovables, por dos razones.

La primera es posiblemente la más obvia: Si la energía que utilizamos para impulsar el sistema general proviene de recursos finitos que crean residuos, nunca será una economía verdaderamente circular.

Sin embargo, el segundo es más complicado. Algunas evidencias sugieren que, aunque la economía circular se basa en la eficiencia energética y en una reducción de los insumos, la recolección, clasificación, procesamiento y restauración de los materiales a formas reutilizables requiere más energía que el uso de materias primas vírgenes, lo que significa que, al menos en algunas áreas, es posible que necesitemos más energía para que esto suceda, razón por la cual es vital que la energía que utilizamos provenga de fuentes limpias, 100% renovables.

¿Qué papel pueden desempeñar las empresas en el fomento de la transición a una economía circular?

En los últimos meses, un número creciente de marcas internacionales ha comenzado a aprovechar el poder de las cadenas de suministro circulares y la fabricación. El año pasado, Nike lanzó una colección exploratoria de calzado fabricada con un 85-90% de residuos de fábrica y postconsumo, mientras que Ikea inició un programa de recompra de muebles a gran escala el Black Friday, después de comprometerse a convertirse en 100% circular para el 2030.

No se trata sólo de marcas de bienes de consumo. Estamos empezando a ver sitios de construcción circulares, donde las empresas reutilizan los materiales locales existentes, se crean reservas de materiales y los transforman para ampliar su vida útil. En el sector automotriz, vemos cómo los OEMs (fabricantes de equipos originales) exploran formas de diseñar vehículos sustentables con materiales reciclados y recuperables, y buscan reutilizar baterías de vehículos eléctricos. Incluso en el sector minero, las empresas están investigando formas de extraer recursos de las corrientes de desechos para aumentar la viabilidad ambiental de sus operaciones.

Todos estos ajustes graduales están empezando a combinarse en un cambio sistémico que crea resiliencia a largo plazo, aumenta las oportunidades económicas y proporciona beneficios ambientales y sociales.

La economía circular no es algo «lindo para tener». Para alcanzar el Objetivo 12 de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas sobre patrones de consumo y producción sustentable, las empresas deben contribuir a que se convierta en una realidad.

¿Por qué es vital obtener la confianza de las personas para lograr una economía circular?

La confianza es un factor muy importante para conseguir que la gente opte por el cambio. Hemos visto esto como parte de la transición energética en curso: Las empresas y clientes con las que hablamos en Atlas Renewable Energy quieren estar seguros de que, al pasar a las energías renovables, no experimentarán ninguna pérdida de calidad o fiabilidad en su suministro de energía. Pero va más allá de eso: Generar confianza pública en el impacto positivo de cualquier cambio, es vital para el éxito, ya sea la transición de la red a fuentes de energía renovables o la transformación de la economía de un modelo lineal a un modelo circular.

Cuando se trata de acciones simples, como el reciclaje, los costos y los beneficios tienden a estar en el mismo dominio, las personas que realizan la actividad son las mismas personas que se benefician de ella. Esto hace que estas acciones sean fáciles de llevar a cabo para el público en general. 

Sin embargo, cuando se trata de compensaciones mayores entre efectos locales y regionales o incluso globales, es un poco más difícil conseguir que se entienda inmediatamente las razones que hay detrás de las decisiones que se toman. A veces, la realidad puede ser contradictoria, lo que puede llevar a la gente a suponer que existen aspectos positivos, o negativos, cuando en realidad no es así. 

Afortunadamente, ya existe un marco bien establecido y reconocido internacionalmente para lograrlo. La Evaluación del Ciclo de Vida (ECV) es una herramienta que ya utilizamos en el sector de las energías renovables y, al aplicarla a la economía circular, es posible probar los impactos de los modelos de negocio circulares, validar las suposiciones y obtener comentarios para mejorar, así como ayudar a definir objetivos e indicadores.

A lo largo del trabajo que hemos realizado en comunidades, con diferentes industrias y con numerosas partes interesadas, nuestra experiencia siempre ha sido que necesitamos ser capaces de demostrar nuestras afirmaciones para lograr la aceptación, y lo hemos hecho una y otra vez a través de un enfoque consultivo. 

Mediante el uso de metodologías respaldadas por la ciencia como la ECV, las empresas y los gobiernos pueden ser transparentes sobre los aspectos positivos y negativos de la transición a una economía circular y permitir que el público tome decisiones basadas en evidencias sobre si apoyar o no una iniciativa.

El momento de pasar a una economía circular es ahora

Nuestro modelo lineal ineficiente está empujando a nuestro planeta al borde de una crisis climática, y agotando los recursos que necesitamos para apoyar a nuestras comunidades a reconstruir mejor después de la pandemia. Es hora de avanzar hacia una economía circular, con la energía renovable como pilar central. 

Cuando se trata de crear este nuevo y más sustentable futuro, ninguna empresa ni siquiera un país puede hacerlo por sí solos. Quienes están a la vanguardia de la economía circular deben medir continuamente su progreso y comunicar claramente los resultados de sus esfuerzos. Al hacer esto, no sólo construyen confianza, sino que también animan a todos los demás a seguir el ejemplo.

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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021, conocida también como COP26, se celebrará en el Reino Unido entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre de 2021. El evento, que reunirá a las partes para acelerar la acción hacia los objetivos del Acuerdo de París y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, determinará la dirección de la acción climática durante los siguientes años, y las empresas serán una parte importante.

¿Qué es la COP26?

La 26ava Cumbre Mundial sobre el Clima de la ONU es una reunión mundial sobre el cambio climático y cómo las naciones pretenden abordarlo. Reúne a los signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés), una convención acordada en 1994. Este año, se espera que asistan más de 190 líderes mundiales, junto con decenas de miles de negociadores, representantes gubernamentales, empresas y ciudadanos durante doce días de conversaciones. Alok Sharma, presidente de la COP de este año, la ha calificado como un “momento de descanso” para mantener al alcance los objetivos del Acuerdo de París, firmado durante la COP21.

Si bien los compromisos establecidos en el Acuerdo de París eran de largo alcance, no se acercan lo suficiente para limitar el calentamiento global y evitar un cambio climático descontrolado, y la ventana para lograrlo se está cerrando. Cada cinco años, se espera que los signatarios del Acuerdo de París presenten nuevas y más ambiciosas contribuciones a nivel nacional (NDCs por sus siglas en inglés) sobre la reducción de emisiones. La COP26 será la primera vez que esto suceda, y se espera que el mayor número posible de gobiernos presenten nuevas NDCs que mantengan el calentamiento global muy por debajo del límite de dos grados Celsius establecido en la COP21, y preferiblemente en 1.5 grados.

Antes de la reunión, el primer ministro británico, Boris Johnson, ha pedido a todos los países que se comprometan a lograr emisiones cero netas para 2050, y que los países del G20 se comprometan a presentar NDCs más fuertes para 2030. Hasta la fecha, 86 países y los EU27 han presentado nuevos o actualizados NDCs a la UNFCCC, y otros han prometido nuevos objetivos que aún no se han presentado oficialmente.

¿Cuáles son los objetivos clave de la COP26?

“Asegurar un futuro más brillante para nuestros hijos y las generaciones futuras requiere que los países tomen medidas urgentes en casa y en el extranjero para cambiar el rumbo del cambio climático”, dice el primer ministro del Reino Unido. “Con ambición, valentía y colaboración a medida que nos acercamos a la crucial cumbre de la COP26 en el Reino Unido podemos aprovechar este momento juntos, para podernos recuperar de forma más limpia, reconstruirnos de forma más verde y restaurar nuestro planeta.”

Con este fin, la conferencia tendrá como objetivo alcanzar cuatro objetivos principales:

Asegurar el cero neto global para mediados de siglo y mantener 1.5 grados al alcance

Para cumplir este objetivo, los países necesitarán acelerar la eliminación de los combustibles fósiles, acelerar el cambio a los vehículos eléctricos y fomentar la inversión en energías renovables.

Adaptarse para proteger las comunidades y los hábitats naturales

El cambio climático ya es un hecho, y en la COP26 se asumirán compromisos en torno a la protección y restauración de los ecosistemas, la construcción de defensas contra las catástrofes naturales y sistemas de alerta, y el fomento de infraestructuras y agricultura resistentes para evitar la pérdida de hogares, medios de subsistencia y vidas.

Movilizar las finanzas

Para lograr los dos primeros objetivos se necesitarán billones de dólares en finanzas del sector público y privado. En la conferencia, se espera que las instituciones financieras internacionales, así como los países desarrollados, hagan realidad su promesa de movilizar al menos US$100bn en financiamiento climático por año.

Aumentar la colaboración

El mundo sólo puede hacer frente a los desafíos de la crisis climática si todos trabajan juntos. Los países tienen que gestionar el creciente impacto del cambio climático en la vida de sus ciudadanos; las finanzas privadas tienen que financiar la tecnología y la innovación; y las empresas tienen que ser transparentes sobre los riesgos y las oportunidades que el cambio climático y el paso a una economía cero neto suponen para su negocio.

Lo que la COP26 significa para las empresas

Aunque una lista cada vez mayor de empresas se ha añadido a la mitigación y reducción del cambio climático, la inmensa mayoría de las corporaciones de todo el mundo aún no han asumido compromisos oficiales de descarbonización.

Con declaraciones sólidas y compromisos ambiciosos que se esperan para la COP26, es hora de que las empresas hagan despegar sus planes de cero neto.

Es más, los resultados de la COP26 probablemente darán a las empresas certeza sobre las condiciones en las que estarán operando en las próximas décadas, ya sean impuestos al carbono, restricciones al uso de combustibles fósiles o nueva legislación cero neto.

Actuar ahora significa que las empresas pueden obtener una ventaja sobre lo que está por venir, así como formar parte de la conversación cuando se deciden las políticas. Muchas grandes empresas ya lo están haciendo: en mayo de 2020, 155 firmas, con una capitalización bursátil combinada de más de 2.4 billones de dólares, firmaron una declaración en la que alentaban a los gobiernos de todo el mundo a alinear sus esfuerzos de ayuda y recuperación económica con la ciencia climática actual. Ya es hora de que el resto del mundo corporativo sigan sus pasos.

Cómo pueden actuar las empresas ahora

Definir su camino hacia el cero neto

Las empresas tienen la oportunidad de empezar a tomar medidas climáticas ambiciosas ahora con objetivos de reducción de emisiones con base en la ciencia. Las empresas líderes ya están demostrando que es posible un modelo de negocio que cumpla con los requisitos del 1.5°C, y hay pruebas de que estas empresas serán las mejor situadas para prosperar cuando la economía mundial se someta a una transición justa hacia un futuro con emisiones cero netas para 2050.

Business Ambition para 1.5°C es una campaña dirigida por la iniciativa Science Based Targets en colaboración con el Pacto Mundial de las Naciones Unidas y la coalición We Mean Business. Fue lanzada en 2019 por una coalición mundial de agencias de la ONU, líderes empresariales e industriales. Permite a los líderes empresariales comprometer públicamente a sus empresas con un objetivo cero neto de 1.5 °C y ser reconocidas en la preparación de la COP 26 como una contribución crítica a la limitación de los peores impactos del cambio climático.

Evaluar su riesgo climático

La casi inevitable fijación del precio del carbono, así como la creciente presión sobre las empresas para que informen sobre el riesgo climático, significan que este tema debe convertirse en algo prioritario para las empresas de todos los sectores. 

El Grupo de Trabajo sobre Divulgación Financiera Relacionada con el Clima (TCFD por sus siglas en inglés) proporciona un marco para que las empresas evalúen los posibles impactos relacionados con el clima utilizando el análisis de escenarios, evaluando eficazmente los riesgos para su negocio, proveedores y competidores.

Las empresas que no controlan su riesgo climático están en peligro: en su reciente carta en 2021 a los directores generales, Larry Fink, director general de BlackRock, anunció que las empresas debían revelar los riesgos relacionados con el clima en línea con las recomendaciones del TCFD, y añadió que la empresa aplicaría ahora un “modelo de vigilancia reforzada” en sus carteras activas como marco para gestionar las participaciones que plantean un riesgo climático significativo, incluida la señalización de las participaciones para una posible salida.    

Cambiar a la energía renovable

Actualmente, más del 80% de la energía utilizada en el mundo proviene de fuentes fósiles, y las emisiones del sector energético representan alrededor de dos tercios de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Esto ya no puede continuar.

Un número de empresas líderes pueden ver lo que se avecina y están tomando medidas para reposicionarse. Pasar de los combustibles fósiles contaminantes a la energía limpia envía una señal fuerte de que, cuando se trata de luchar contra el cambio climático, las empresas van en serio.

En julio del año pasado, Microsoft, junto con AP Moeller-Maersk, Danone, Mercedes-Benz, Natura & Co., Nike, Starbucks, Unilever y Wipro, creó la iniciativa Transform to Net Zero, en la que la empresa tecnológica se compromete a desarrollar una cartera de 500 megavatios de proyectos de energía solar en comunidades con pocos recursos de Estados Unidos. 

Por su parte, Google se comprometió en septiembre a conseguir un 100% de energía renovable para 2030, mientras que el recién lanzado Programa de Energía Limpia para Proveedores de Apple ha hecho que 71 socios fabricantes de 17 países se comprometan a utilizar un 100% de energía renovable en la producción del gigante tecnológico, comprometiéndose a cambiar la electricidad utilizada en toda su cadena de suministro de fabricación por fuentes limpias para 2030.

Además, cada vez más empresas influyentes y reconocidas a nivel mundial se han comprometido a un 100% de energía renovable como parte de la iniciativa RE100. 

Pero para que se cumplan los objetivos de la COP26, cada empresa del mundo necesita empezar a pensar seriamente en su estrategia de transición energética y tomar medidas ahora para llevarlos a cabo.  

Cómo puede ayudar Atlas

Si las empresas no vigilan de cerca los temas discutidos en la COP26, corren el riesgo de ser relegadas a la historia. La COP26 dará lugar a un mayor impulso político para alcanzar ambiciosos objetivos climáticos. El camino del viaje es claro: El futuro cero neto es imperativo, y las empresas deben actuar ahora.

Atlas Renewable Energy fue concebida con la sustentabilidad como centro de sus acciones. Desarrolla, construye, financia y opera proyectos de energía renovable limpia que permiten a las empresas impulsar sus operaciones de manera sustentable.

Con una amplia gama de servicios, desde acuerdos de compra de energía renovable (PPAs por sus siglas en inglés) hasta certificados de energía renovable (RECs por sus siglas en inglés), Atlas ayuda a los grandes consumidores de energía de todas las industrias a gestionar su transición a cero neto y a realizar un seguimiento de su rendimiento frente a los objetivos medioambientales y de emisiones a largo plazo.

Para obtener más información sobre el enfoque de Atlas Renewable Energy y cómo puede ayudar a que su empresa se adecue a los objetivos de la COP26, póngase en contacto con: contacto@atlasren.com

En asociación con Castleberry Media, estamos comprometidos a cuidar nuestro planeta, por lo tanto, este contenido es responsable con el medio ambiente.

Cuando el mundo se encerró también se conectó, y la rápida adopción digital provocada por la pandemia del Covid-19 continuará durante la recuperación, y por mucho más tiempo. Pero potenciar la nueva normalidad digital de forma sustentable debemos  tener en cuenta  la energía que utilizamos, y a medida que las empresas se ven cada vez más obligadas a informar sobre las emisiones de carbón a lo largo de sus cadenas de valor, ya no pueden permitirse ignorar el impacto medioambiental de la nueva economía digital.

El covid-19 hizo que la digitalización, algo que en el pasado era “un sueño tener”, ahora fuera “algo que se debe tener”, y muchas de las soluciones rápidas que la humanidad encontró  para mantener la economía caminando durante los cierres de la pandemia parece que se quedarán aquí por mucho tiempo.

Como lo declaró el director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, a principios de 2020, dos años de transformación digital se produjeron en dos meses, y el impulso ha continuado. Millones de personas en todo el mundo han sido introducidas a servicios en línea, incluyendo la banca móvil, la telemedicina, la entrega de alimentos, la educación en línea, el comercio electrónico, los servicios de transmisión digital y redes sociales, y no quieren volver atrás.

Según una encuesta global hecha a ejecutivos realizada por McKinsey, empresas de todo el mundo han acelerado la implementación de las capacidades de trabajo remoto y colaboración hasta en un factor de 43, en comparación con las cifras antes de la crisis. También han acelerado en un factor de 25 la adopción de tecnologías digitales para los avances en operaciones y la toma de decisiones empresariales.

Aunque muchas empresas están implementando regresos escalonados a la oficina, se esperan estructuras de trabajo más flexibles en el futuro, y una proporción considerable de empleados afirman que desean trabajar más a menudo desde casa. 

La pandemia ha cambiado fundamentalmente la forma en que trabajamos, hacemos compras y llevamos a cabo nuestras vidas cotidianas. 

Nubes eléctricas

Este vuelo a la tecnología digital supone un enorme aumento de la inversión en Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC). Un informe reciente de KPMG encontró que dos tercios de las organizaciones globales han acelerado su estrategia de transformación digital, con un 63% que ha impulsado su presupuesto de transformación digital. Como resultado, según una investigación de Western Union y Oxford Economics, se proyecta que el valor de los servicios de TIC aumentará un 35% para 2025.

Estos servicios de TIC (redes, servidores, almacenamiento y aplicaciones) se basan de forma abrumadora en la nube. Según Bloomberg NEF, el despegue de la computación en la nube aumentará exponencialmente, de US$1.3bn en el 2019 a US$12.5bn en el 2030 .

Esta nueva economía digital basada en la nube está alimentada por la electricidad, mucha electricidad. Sólo un centro de datos puede utilizar suficiente electricidad para alimentar a 80,000 hogares estadounidenses, y colectivamente, estos espacios representan actualmente aproximadamente el 2% del uso total de la electricidad en Estados Unidos.

Las emisiones de carbono de la infraestructura tecnológica y los servidores de datos que permiten la computación en la nube son ahora mayores que las causadas por los viajes aéreos previos al Covid, según un informe de The Shift Project. Dado que se espera que la demanda de electricidad relacionada con el sector de TI aumente casi un 50% para 2030, el grupo de expertos francés afirma que estas emisiones podrían seguir creciendo a una tasa del 6% cada año. 

La gran tecnología se torna verde

En septiembre, Google prometió suministrar energía a todos sus centros de datos y campus con “energía libre de carbono”, como por ejemplo la solar, las 24 horas del día, para el 2030. Microsoft ha asumido un compromiso similar, diciendo que será “cero carbono” para el 2030. Amazon, que administra la infraestructura global de nube de AWS que constituye la columna vertebral de gran parte de los sitios web del mundo, dijo que también apuntará a un “cero neto” para el 2040.

Sin embargo, no todas las promesas hechas por los proveedores de servicios de tecnología son iguales. Hay muchas maneras de alcanzar el “cero neto”, pero no todas ellas tienen un impacto equivalente en el cambio climático.

Para hacer frente a esto, un número creciente de proveedores de servicios tecnológicos se han comprometido con acuerdos de compra de electricidad (PPAs) que incluyen un requisito adicional. Estas no sólo garantizan la generación de nuevos suministros renovables, sino que también vienen con un certificado de origen en el que se afirma que el 100% de la energía utilizada en la instalación procede de fuentes renovables.

Esto no sólo es bueno para el medio ambiente, también es bueno para los costos. En última instancia, la energía renovable es ahora más barata que los combustibles fósiles en la mayoría de los mercados y, como la electricidad es el principal desembolso para los proveedores de servicios de centros de datos, al utilizar energía solar o eólica, pueden mantener los costos bajos ante una creciente demanda.

Emisiones Scope 3

A menudo, los centros de datos se encuentran a muchas millas de distancia de sus usuarios finales. Pero esto no significa que las empresas puedan darse el lujo de ignorarlos. Los nuevos requisitos de generación de reportes de emisiones Scope 3 significan que las empresas ahora necesitan calcular toda su huella de gases de efecto invernadero a partir de todo lo relacionado con su negocio, incluidos los proveedores y las funciones de inicio a fin.

Si una empresa utiliza tecnología, y gracias a la rápida digitalización que ha generado el Covid esto significa casi todas las empresas, ahora deben tener en cuenta las emisiones asociadas con las empresas que ofrecen su software y servicios.

Muchos proveedores de servicios de computación en la nube han comenzado a proporcionar información sobre las emisiones de carbono de su infraestructura para ayudar a las empresas a tomar decisiones mucho más sustentables. La Calculadora de Sustentabilidad de Microsoft, por ejemplo, permite a las empresas cuantificar el impacto de carbono de cada inscripción en Azure, mientras que Google Cloud ha lanzado una nueva herramienta de porcentaje de energía sin carbono (CFE%) que permite a los usuarios ver qué centros de datos son más limpios, y de esta forma, asignar cargas de trabajo siempre que sea posible.

Un futuro digital sustentable

En Atlas, aunque aceptamos que la economía digital requerirá significativamente más energía en el futuro, no creemos que necesariamente tenga que conducir a más emisiones de CO2. Hay otra manera y, como ya hemos discutido, algunos líderes en tecnología ya están trazando un camino por delante.

A medida que cada vez más empresas se unen a la revolución digital post-Covid, es vital que sean conscientes del impacto climático que esto conlleva y tomen medidas para reducirlo siempre que sea posible. Al seleccionar proveedores de servicios tecnológicos que sean transparentes sobre su uso de energía y que se hayan comprometido a utilizar una electricidad 100% renovable, las empresas pueden desempeñar un papel en asegurar que la nueva economía digital sea lo más sustentable posible.

En alianza con Castleberry Media, nos comprometemos a cuidar nuestro planeta, por eso, este contenido es responsable con el medio ambiente.

La energía renovable es ahora más competitiva frente a los combustibles fósiles en muchos mercados, y un número creciente de compañías en todo el mundo están haciendo el cambio a energías limpias. Pero mientras que algunas empresas han sobresalido en su transición a la electricidad verde, otras todavía tienen camino por recorrer.

Después de años de lento progreso, la demanda de energía renovable por parte de las empresas ha llegado a un punto culminante. Según cifras recientes de Climate Group y CDP, los grupos internacionales sin fines de lucro que operan en RE100, la coalición de grandes empresas comprometidas con la compra de electricidad renovable al 100%, la demanda de electricidad renovable de las empresas ha superado ahora la de los países del G7. 

“Pero cientos de grandes empresas todavía no han dado este paso relativamente fácil hacia el carbono cero neto”, dijo Sam Kimmins, director de RE100 del Climate Group en un comunicado reciente. “Para cumplir los objetivos climáticos globales y seguir siendo competitivos en un mundo impulsado por una electricidad económica y limpia, es necesario que se convierta rápidamente en la norma alimentar su empresa con energías renovables.”

En Atlas, hemos visto cómo los pioneros en varios sectores industriales transicionando hacia las energías renovables rápidamente causan un efecto ola, con numerosas empresas siguiéndolos rápidamente. Mientras que uno de los principales factores que impulsan las decisiones de las empresas a abandonar los combustibles fósiles es reducir el impacto medioambiental de sus operaciones empresariales, nuestros clientes corporativos también informan de las ventajas de los resultados finales, a partir de los costos energéticos más predecibles derivados de nuestros acuerdos de compra de electricidad corporativos (PPAs) a largo plazo, fortalecen las relaciones con los clientes y la diferenciación de la marca.

El año pasado, a pesar de las alteraciones causadas por la pandemia, las investigaciones de BloombergNEF descubrieron que las empresas adquirieron un récord de 23.7GW de energía limpia a través de PPAs, frente a 20.1GW en 2019 y 13.6GW en 2018.

“Ahora más que nunca, las empresas tienen acceso a una energía limpia accesible a escala mundial. Las empresas ya no tienen excusa para quedarse rezagadas en el establecimiento y trabajar hacia un objetivo de energía limpia”, dijo Jonas Rooze, analista de sustentabilidad principal de BloombergNEF.

En total, en 2020 más de 130 empresas firmaron contratos de energía limpia, en sectores que van desde el petróleo y gas hasta grandes tecnologías. A medida que más empresas se vuelven ecológicas, esto no es sólo una forma de demostrar la responsabilidad social de las empresas, sino también de mejorar los resultados financieros y reducir la huella de carbono en un momento en que los gobiernos están estableciendo objetivos cada vez más ambiciosos para cumplir con el Acuerdo de París.

Sin embargo, aunque algunas industrias están liderando la conversión de su consumo de energía en fuentes renovables, otras podrían mejorar.

Elaboración y producción de alimentos

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el sector de alimentos representa alrededor de un tercio del consumo total de energía del mundo. Las dos actividades más intensivas en energía se encuentran dentro de la producción y elaboración agrícola y dependen en gran medida del uso de combustibles fósiles. La reducción de las emisiones directas de carbono mediante la adopción de energías más limpias es una tarea urgente para la industria, que varias empresas han empezado a asumir.

En julio de este año, PepsiCo logró su objetivo de usar un 100% de energía renovable en todas las operaciones en México, su segundo mercado más grande. Esto ocurrió en menos de un año después de que la compañía alcanzara un objetivo similar en Estados Unidos, su mercado más grande. La compañía planea abastecer un 100% de electricidad renovable en todas sus operaciones controladas y de propiedad de la compañía para el 2030, y un 100% de electricidad renovable en todas sus franquicias y operaciones de terceros para el 2040. Si cumple sus objetivos, la empresa calcula que podría reducir aproximadamente 2.5 millones de toneladas de emisiones de GEI para 2040, lo que equivale a retirar más de medio millón de automóviles de las calles durante un año completo.

Para ello, está empleando varias soluciones, entre ellas los PPAs, que apoyarán el desarrollo de nuevos proyectos como los parques solares y eólicos de todo el mundo, así como la adquisición de certificados de energía renovable (RECs).

Otra empresa que busca utilizar más energía renovable es Nestlé. Como parte de su ambición cero neta para 2050, presentada en 2019, se ha comprometido a seguir incrementando su uso de electricidad renovable hasta alcanzar el 100% para 2025, frente al 34.5% en 2018, y dice que planea utilizar PPAs, tarifas verdes, RECs y producción in situ para hacerlo.

Estas empresas, junto con otras como Diageo y Mars, están tomando medidas audaces para ayudar a impulsar la transición mundial hacia la energía limpia, lo que probablemente les hará sumar nuevos clientes.

Cada vez más, los consumidores exigen una energía más limpia y sustentable. Una encuesta realizada en Estados Unidos en 2019 por el Centro de Investigación Pew reveló que el 77% de los encuestados cree que el desarrollo de “energías alternativas” es una prioridad más importante ahora mismo que la producción de más combustibles fósiles para reducir los efectos del cambio climático. A medida que los consumidores votan cada vez más con sus carteras, las empresas que se alinean con sus valores se posicionan para arrebatar cuota de mercado a las empresas que no se adaptan a los tiempos.

Afortunadamente, aún no es demasiado tarde para las empresas de la industria de alimentos que aún no han tomado medidas para limpiar su consumo de electricidad. La disponibilidad de modelos de abastecimiento de electricidad renovable ha avanzado significativamente en los últimos años, y hay numerosas opciones disponibles para empresas de todo tipo.

Pulpa y papel

La industria de pulpa y papel fue posiblemente una de las que más se benefició de la pandemia del covid-19, ya que experimentó un aumento de la demanda en medio de la mayor necesidad de productos de higiene personal, productos de envasado de alimentos, cajas de cartón ondulado para entregas de compras en línea y otros materiales a base de papel. Al igual que la mayoría de las grandes operaciones de fabricación, la fabricación de papel es un esfuerzo que requiere mucha energía y, a medida que aumenta la producción de papel, la industria puede no alcanzar su objetivo de reducción de emisiones debido al rápido crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En un informe reciente, la Agencia Internacional de Energía (AIE) destaca que el sector necesita “más esfuerzos” para reducir sus emisiones. Entre sus recomendaciones se encuentra que la industria recupere y utilice cada vez más subproductos de la producción de celulosa y papel, como el licor negro, para desplazar una parte del uso de combustibles fósiles.

Sin embargo, usar más energía de biomasa no será suficiente para hacer que el sector sea ecológico, dice el informe. Pide a las empresas que persigan el uso de otras fuentes de energía renovable, en particular para la producción de reciclado, para la que se suele emplear el gas natural porque los subproductos de la biomasa no son fácilmente disponibles.

Textiles y prendas de vestir

La industria de la moda es otro sector que tiene una enorme oportunidad de aprovechar el poder de las energías renovables para impulsar un futuro más sustentable. Cada etapa de la cadena de suministro de la industria textil consume mucha energía, desde el procesamiento de hilados, la producción de tejidos y la fabricación de textiles, hasta el transporte y venta de ropa a los clientes. Varias marcas de moda importantes están buscando reducir las emisiones de gases de efecto invernadero alimentando todas sus operaciones mundiales con energía renovable.

Como parte de la iniciativa global de RE100, marcas conocidas como H&M, Nike, Burberry y Ralph Lauren, ya se han comprometido a suministrar el 100% de su electricidad de proveedores renovables a más tardar en el 2050, y algunos también están llevando a cabo programas para asegurar que sus proveedores también reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero cambiando a la energía verde.

Kingwhale, una fábrica textil con sede en Taiwán se unió recientemente a la iniciativa RE100, prometiendo alcanzar un 100% de electricidad renovable para 2040, pero es el único fabricante textil con sede en Asia y el Pacífico que lo hace.

Dentro de la industria textil, existe una creciente división entre los pioneros de la transición a la energía renovable y sus pares menos eficientes desde el punto de vista energético. Al igual que los escándalos sobre las prácticas laborales dentro de las cadenas de suministro textil han dado la imagen de las marcas en los últimos años. Las empresas que no operen de manera más sustentable en términos de uso y consumo de energía corren el riesgo de alejar a sus clientes. 

Cerrando la brecha

En algunas de las industrias más grandes del mundo, está surgiendo una clara brecha entre las empresas que llevan la delantera en la transición energética y las que aún no han dado el primer paso. Para alcanzar los objetivos fijados en el Acuerdo de París, será fundamental equiparar los resultados de los rezagados con los de los pioneros, pero también es una cuestión de supervivencia. En el mundo post-covid, los consumidores se fijan cada vez más en las credenciales de sostenibilidad de las empresas a las que compran, y el cambio de los combustibles fósiles contaminantes a la energía limpia envía una fuerte señal de que, cuando se trata de luchar contra el cambio climático, las empresas van en serio.

En alianza con Castleberry Media, nos comprometemos a cuidar nuestro planeta, por eso, este contenido es responsable con el medio ambiente.

Por primera vez en la historia, la llama olímpica que ardió en el Estadio Nacional Olímpico de Tokio en las ceremonias de apertura y cierre, fue alimentada por hidrógeno.

El gas se creó mediante la electrólisis del agua utilizando energía solar, creando un combustible verdaderamente verde que no genera emisiones, a diferencia del propano y el butano que se utilizan tradicionalmente en los Juegos Olímpicos.

A medida que crece la conciencia sobre el uso del llamado hidrógeno verde, Daniel García, Gerente Comercial Senior de Atlas Renewable Energy, explica los beneficios de este combustible y cómo puede ser parte de la matriz energética mientras el mundo ve hacia un futuro más limpio y sostenible.

¿Qué hace que el hidrógeno verde sea “verde”?

El combustible de hidrógeno se hace separando el gas de los combustibles fósiles o del agua. Aunque hoy en día, el hidrógeno ya se está utilizando de forma industrial, la electricidad utilizada para producirlo se suministra casi por completo a partir de gas natural y carbón. Como resultado, hoy en día, la producción de combustible de hidrógeno es responsable de 830 millones de toneladas de emisiones de CO2 al año, lo que equivale a las emisiones de CO2 del Reino Unido e Indonesia combinadas.

Es evidente que esto no es sostenible, por lo que necesitamos hidrógeno verde. Producido a través de energía renovable, el hidrógeno verde se extrae del agua a través de electrólisis, convirtiéndolo en un combustible sin carbono. Como ha declarado la Agencia Internacional de la Energía, gracias a la disminución de los costos de la electricidad renovable, en particular de la energía solar fotovoltaica y eólica, ahora existe un creciente interés por el hidrógeno verde y, como resultado, creemos que éste puede hacer una contribución significativa a la transición hacia las energías limpias.

¿En qué industrias y aplicaciones se puede utilizar el hidrógeno verde?

Una de las aplicaciones más adecuadas del hidrógeno verde es para procesos en los que ya se requiere hidrógeno. Un ejemplo de esto es en las refinerías de petróleo, donde el hidrógeno se utiliza en el procesamiento de la mayoría de los productos refinados, normalmente se obtiene del gas natural que ya se extrae de los pozos. Cada tonelada de H2 producida con gas natural produce 9.3 toneladas de CO2, por lo que reemplazarla por la producción de hidrógeno verde in situ podría tener un impacto dramático en las emisiones.

La producción de fertilizantes es otra área clave para la aplicación de hidrógeno verde. Actualmente, las instalaciones de producción de fertilizantes separan el hidrógeno del gas natural y lo combinan con nitrógeno para producir amoníaco, pero estamos empezando a ver que la industria de fertilizantes comienza a usar electricidad de plantas fotovoltaicas para dividir el agua en oxígeno e hidrógeno en su lugar, lo cual es una señal alentadora.

Una de las posibilidades más interesantes es el transporte de larga distancia. Aunque la tendencia es hacia la electrificación del transporte, la tecnología disponible cubre actualmente viajes de corto a medio alcance de hasta alrededor de 500km. Las celdas de combustible de hidrógeno se han utilizado para enviar cohetes al espacio desde 1950, y en la industria del transporte pesado, el hidrógeno probablemente será la solución para la movilidad a largo plazo, particularmente en sectores como la minería. 

¿El hidrógeno verde es competitivo con los combustibles fósiles?

Cuando pensamos en la ventaja competitiva del hidrógeno verde frente a los combustibles fósiles, debemos tener en cuenta dos factores principales: El precio del combustible y el beneficio climático. 

Las regiones con altos costos de combustibles fósiles y abundantes recursos renovables son las más adecuadas para que el hidrógeno verde reemplace a los combustibles fósiles al principio. Por ejemplo, en los Estados Unidos, hay numerosas regiones con muy buenos recursos de energía eólica y solar, sin embargo, debido a los bajos precios del gas de lutita, es difícil que el hidrógeno verde compita con los combustibles fósiles sólo por el precio. En Europa, mientras tanto, no sólo hay abundante energía eólica, sino que los precios del gas natural también son mucho más altos, lo que significa que el hidrógeno verde es una opción más competitiva.

El beneficio climático es una forma de venderlo más fácil. El hidrógeno verde no genera emisiones, y a medida que los gobiernos de todo el mundo establecen objetivos netos cero para las industrias, y en medio de la creciente tendencia hacia la imposición de impuestos al carbono, pensamos que el hidrógeno verde, junto con otras fuentes de energía renovables, se convertirá en una obvia opción. 

¿Qué significa el crecimiento del hidrógeno verde para el sector de las energías renovables?

Según una investigación de Goldman Sachs, el hidrógeno verde podría satisfacer hasta el 25% de las necesidades energéticas del mundo para 2050. Numerosos países, desde Australia hasta Chile, pasando por Alemania, la UE, Japón, Nueva Zelanda, Portugal, España y Corea del Sur, han publicado estrategias nacionales sobre el hidrógeno, y este combustible tiene un futuro prometedor para reducir las emisiones de las industrias más intensivas en carbono del mundo.

El año pasado, las Naciones Unidas lanzaron la Iniciativa de Catapulta de Hidrógeno Verde en un intento de aumentar la producción de hidrógeno verde 50 veces en los próximos seis años. Sustituir todo el hidrógeno no verde del mundo por hidrógeno verde requeriría 3,000 TWh al año de nuevas energías renovables, lo que aumentaría la demanda de proyectos solares y eólicos en todo el mundo.

¿Cuáles son las perspectivas futuras para el mercado verde del hidrógeno? 

El hidrógeno verde está lejos de ser una solución de nicho de mercado. Creemos que merece la pena prestar atención, porque resuelve las emisiones importantes de CO2 de forma adecuada y eficaz. Su curva de crecimiento apenas ha comenzado: Una gran parte de lo que hace que el hidrógeno verde sea competitivo es el costo de las energías renovables y su eficiencia, y como aún no hemos alcanzado todo el potencial en estos aspectos, creemos que será cada vez más competitivo.

A corto plazo, esperamos ver una proliferación de soluciones de hidrógeno verde in situ, en áreas como recursos naturales y petroquímicos. También surgirán a mediano plazo, otras soluciones en las que se pueda mezclar con otros combustibles, como el gas natural. El mayor desafío para el hidrógeno verde es lograr costos de transporte competitivos, después de esto, alcanzará su máximo potencial en términos de reducción de emisiones de efecto invernadero.

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La tecnología de los vehículos eléctricos es una de las más prometedoras cuando se trata de reducir las emisiones de carbono en el sector del transporte, pero los beneficios que pueden aportar dependen en gran medida de la procedencia de la energía que utilizan. En la actualidad, muy pocos vehículos eléctricos funcionan con energías renovables. Para que sean una opción realmente verde, esto tiene que cambiar.

La revolución de los vehículos eléctricos ya está aquí. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), el número de vehículos eléctricos para el transporte de pasajeros movilizándose en las carreteras del mundo podría superar los 250 millones en 2030, mientras que la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) calcula que la flota de autobuses eléctricos y otros vehículos de transporte público podrían sobrepasar ampliamente los 10 millones.

Al tener un motor eléctrico en lugar de un motor de combustión interna, los vehículos eléctricos no emiten gases de escape, lo que significa que, a diferencia de los vehículos tradicionales, no emiten dióxido de carbono, ozono u otras partículas contaminantes al aire que respiramos.

Esto es importante, ya que el transporte representa alrededor de una quinta parte de las emisiones mundiales y los viajes por carretera suponen tres cuartas partes de ese total. La mayoría de las emisiones procede de los vehículos de pasajeros (autos y buses), que son responsables del 45.1%. El otro 29.4% procede de los camiones que transportan mercancías.

Además, esta cifra no hará más que aumentar, ya que el crecimiento de la población y los cambios demográficos demandan cada vez más  viajes por carretera, por no hablar del incremento del comercio electrónico que refuerza la necesidad de transportar mercancías y servicios de entrega puerta a puerta

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la contaminación atmosférica es la causa de una de cada nueve muertes en el mundo, por lo que transformar el sistema de transporte en uno que funcione con vehículos eléctricos garantizará un futuro más seguro y ecológico para toda la humanidad. ¿Es esto cierto?

Energía contaminante

Los vehículos eléctricos necesitan entre 24 y 50 kWh de electricidad para recorrer 160 km, y esta electricidad proviene de la red. Un estudio del Departamento de Energía de Estados Unidos muestra que el aumento de la electrificación estimulará a su vez el consumo eléctrico nacional hasta en un 38% para el año 2050. Este aumento se debe, mayoritariamente, a los vehículos eléctricos. Pero además, en algunos casos, este incremento en la movilidad eléctrica podría provocar importantes emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) o incluso podría prolongar la vida útil de los combustibles fósiles, si es que los vehículos se cargan principalmente con la energía generada por dichos combustibles.

De hecho, un estudio reciente de la Universidad China de Tsinghua reveló que los vehículos eléctricos que se cargan en China —donde la mayor parte de la electricidad procede de centrales eléctricas de carbón—, aportan entre dos y cinco veces más partículas y sustancias químicas que los automóviles con motores de gasolina. 

En el fondo, a menos que la electricidad con la que funcionan los vehículos eléctricos sea limpia, estos nunca serán una opción totalmente ecológica.

Debido a la gran cantidad de vehículos eléctricos que se prevé se pongan en marcha en los próximos años, es crucial que tanto los usuarios como las empresas de servicios públicos encuentren una forma de cargarlos con fuentes de energía renovables. De hecho, los vehículos eléctricos podrían ser la clave para conectar a los sectores de las energías renovables y del transporte, por el bien de todos.

Los vehículos eléctricos podrían ser los mayores compradores de energías renovables

Se calcula que para el año 2030, la cantidad de electricidad necesaria para alimentar a todos los vehículos eléctricos alcance la descomunal cifra de 640TWh. Para ponerlo en perspectiva, las más de 300 empresas mundiales que han firmado el compromiso RE100 de ser 100% renovables compran en total unos 220TWh al año, es decir, algo más de un tercio de esa cantidad. 

Esto supone una gran oportunidad y podría posicionar a los vehículos eléctricos como uno de los mayores compradores de electricidad renovable a nivel mundial. No solo eso, sino que las necesidades de electricidad de los vehículos eléctricos podrían aprovecharse para impulsar una mayor capacidad renovable en todo el mundo.

El modelo ya existe: la adquisición de energía renovable por parte de las empresas mediante acuerdos  bilaterales de compra de energía (PPA, por sus siglas en inglés) ha creado una importante demanda voluntaria de nuevos proyectos de energía renovable a escala mundial. El año pasado, las corporaciones compraron una cifra récord de energía limpia que ascendió a 23.7 GW, por encima de los 20.1GW de 2019 y los 13.6GW de 2018 —según una nueva investigación publicada por BloombergNEF (BNEF)—, y esto se produjo a pesar de las dificultades causadas por la pandemia por COVID-19 y la consiguiente recesión mundial.

A través de los PPAs, los fabricantes de equipos originales de vehículos (OEM, ídem), los operadores de puntos de carga, los proveedores de servicios de movilidad eléctrica y el creciente número de empresas que se están comprometiendo a cambiar sus flotas vehiculares por eléctricos pueden desarrollar impecables soluciones ecológicas para el futuro, así como facilitar la puesta en marcha de nuevos proyectos de energías renovables. Esto permitirá, además, que el mundo esté cada vez más cerca de cumplir los objetivos del Acuerdo de París.

No se trata solo de la electricidad con la que funcionan

No solo es importante la energía que alimenta las baterías de los vehículos. La mitad de las emisiones del ciclo de vida de las baterías de litio de los vehículos eléctricos procede de la electricidad utilizada para ensamblarlas y fabricarlas, lo que significa que la combinación de electricidad en las instalaciones de los fabricantes es también una parte clave de la ecuación. Un estudio reciente de IVL (el Instituto Sueco de Investigación Ambiental), descubrió que las baterías de litio producidas en regiones con una red de carbono cero tenían unas emisiones de 61 kg de CO2 equivalente por kWh de capacidad de la batería (CO2e/kWh). Esta cifra se duplica con creces, hasta 146 kg, cuando la electricidad utilizada en la fabricación de las baterías procede de combustibles fósiles.

Por lo tanto, el beneficio climático de los vehículos eléctricos no solo depende de lo ecológica que sea la electricidad utilizada para cargar su batería, sino también de la intensidad de carbono de la electricidad utilizada para fabricar esa batería, lo que crea otro imperativo para que los fabricantes de vehículos eléctricos opten por la energía renovable.

Una red estable

El crecimiento de la flota vehicular eléctrica también podría impulsar el desarrollo de las energías renovables de otras maneras. Los automóviles privados están estacionados el 95% del tiempo, y los responsables de la planificación energética están buscando formas de utilizar este tiempo muerto para resolver uno de los mayores problemas derivados del aumento progresivo de las redes renovables: la estabilidad.

“Dentro de sus posibilidades, los vehículos eléctricos pueden crear una gran capacidad de almacenamiento de electricidad”, afirma Dolf Gielen, director del Centro de Innovación y Tecnología del IRENA. “La carga inteligente (que permite cargar los vehículos y, a la vez, mantener la red eléctrica a la que están conectados) desbloquea un círculo virtuoso en el que las energías renovables hacen que el transporte sea más limpio y los vehículos eléctricos soporten una mayor proporción de fuentes renovables”.

La tecnología que lo posibilita está todavía en sus inicios: hasta ahora, el Nissan Leaf es el único vehículo eléctrico de producción masiva en el mercado que permite la carga del vehículo a la red (V2G, por sus siglas en inglés). Sin embargo, en Atlas nos complace ver que más fabricantes de equipos originales empiezan a considerar este potencial, por ejemplo, Hyundai, Kia y Lucid tienen previsto incluirla en futuros vehículos.

Con una buena planificación y la infraestructura adecuada, los vehículos eléctricos pueden reducir las emisiones, sustituir a los vehículos contaminantes e impulsar el despliegue de infraestructuras de energías renovables. Además, cuando están estacionados y cargándose, pueden actuar como bancos de baterías, estabilizando las redes eléctricas alimentadas por energía solar renovable. Para los proveedores de energía renovable como Atlas, esto nos da la oportunidad de suministrar cantidades cada vez mayores de electricidad limpia a un número creciente de sectores industriales.

Un impulso hacia la electrificación 

Mientras que los gobiernos de todo el mundo van develando sus planes para acabar con la venta de vehículos de gasolina y diésel, no pasará mucho tiempo hasta que los vehículos eléctricos sean el pilar del transporte público y privado. Desde los automóviles eléctricos de propiedad privada hasta las flotas de taxis comerciales y los autobuses eléctricos autodirigidos, los vehículos eléctricos están redefiniendo rápidamente el mercado.

Lo más emocionante de esta situación es lo que significa para la demanda general de electricidad. Las proyecciones de la IEA muestran que la demanda mundial de electricidad crecerá más de un tercio de aquí al 2040, principalmente debido a la incorporación de los vehículos eléctricos, que harán que la demanda de electricidad para el sistema de transporte pase de prácticamente nada a 4,000 TWh al año. De esta manera, se eleva la cuota de la electricidad en el consumo total de energía  del 19% en 2018 al 31% en 2040, superando al petróleo y dejando al carbón en el olvido. 

En Atlas, vemos esto como una oportunidad sin precedentes para descarbonizar la matriz energética. A medida que los vehículos eléctricos promueven la electrificación, garantizar que esta energía proceda de fuentes renovables nos acercará un poco más a la reducción de las emisiones de CO2 del sector eléctrico y, por ende, a un futuro más sostenible.

Los vehículos eléctricos llegaron para quedarse. Sin embargo, para que sean realmente una alternativa ecológica para el futuro del transporte, es vital que no perdamos la oportunidad de vincularlos con las energías renovables. En Atlas, nuestra estructura bilateral de PPAs implica que podemos ayudar a los OEMs, a los proveedores de infraestructura de carga y a los fabricantes de baterías para garantizar que los vehículos eléctricos sean una propuesta ecológica real e integral.

¿Qué tienen en común la NASA, la Academia Chilena de Ciencias, la Sociedad Canadiense de Zoólogos y Bill Gates?

Todos ellos afirman que el cambio climático ha sido causado por la actividad humana y que es una amenaza grave, así como también lo aseguran la gran mayoría de los científicos del clima que publican activamente.

El debate sobre si el cambio climático es o no una realidad ha terminado. Pero aunque esto sea inevitable, nuestra respuesta ante él no lo es.

En Atlas Renewable Energy, creemos que el cambio climático representa la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad hoy en día y se requiere una acción inmediata para revertir esta alarmante tendencia. A su vez, hay razones para ser cautelosamente optimistas sobre la nueva oportunidad de enderezar el rumbo. Aquí está el por qué.

LA INNOVACIÓN NOS AYUDA A MITIGAR EL RIESGO Y A TRANSFORMAR NUESTRA SOCIEDAD Y LA ECONOMÍA

En los últimos años, los signos físicos del cambio climático se han acelerado a un ritmo preocupante. Según la ONU, el 2019 ha sido el segundo año más cálido desde que se iniciaron los registros, lo que pone a nuestro planeta en vías de alcanzar temperaturas nunca antes vistas.

En la actualidad, el cambio climático está afectando la vida y medios de subsistencia de las personas en todos los continentes. Desde graves fenómenos meteorológicos hasta cambios de estación y aumento del nivel del mar, nadie puede escapar de los dramáticos impactos generados por el calentamiento del planeta.

Cada año se añaden a la atmósfera 51.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero y si queremos detener el cambio climático, esta cifra debe reducirse a cero.

Los acontecimientos de 2020 han puesto en manifiesto la vulnerabilidad de nuestras sociedades y economías, creando una corriente de apoyo para que los modelos empresariales se construyan en torno a principios basados en la solidaridad, la responsabilidad y la cooperación. Desde la reducción de los residuos en las cadenas de suministro hasta la detención de la deforestación o la reducción de las emisiones en los procesos de  fabricación, son muchos los indicios que demuestran que la transición hacia un futuro más sostenible es posible.

En su libro, titulado Cómo Evitar una Catástrofe Climática, el cofundador de Microsoft y filántropo Bill Gates aboga por un “milagro energético” que, en su opinión, permitirá desvincular el desarrollo económico de la degradación medioambiental.

Pide un aumento del uso de energías renovables frente a los combustibles fósiles (lo que supondría aproximadamente el 27% de la reducción de las emisiones), un cambio en la forma de fabricar nuestros productos (31%), un replanteamiento de la forma de cultivar nuestros alimentos (18%), una revisión de los viajes y el transporte (16%) y un nuevo enfoque en las tecnologías de calefacción y refrigeración (6%).

La innovación ya está en curso: por ejemplo, la transición de los combustibles fósiles productores de gases de efecto invernadero hacia las energías limpias es una realidad en todo el mundo, con reducciones sorprendentes en los precios de las energías renovables, el almacenamiento en baterías, la monitorización por teledetección, las redes inteligentes y las nuevas estructuras financieras que le permiten al sector privado encargarse de la ecologización de su consumo energético.

Un ejemplo de ello es el gigante estadounidense de la ciencia de los materiales Dow. Al igual que la mayoría de las empresas industriales, Dow lleva mucho tiempo tratando de reducir el impacto ambiental y los costos de las actividades que requieren un alto consumo energético. Su posición de liderazgo como proveedor de productos químicos, plásticos, fibras sintéticas y productos agrícolas, lo posicionan como uno de los mayores consumidores de energía industrial en el mundo.

En el pasado, Dow utilizaba la energía de la red y los combustibles fósiles para alimentar sus plantas, pero ha empezado a replantearse su cartera energética, fijándose el ambicioso objetivo de satisfacer 750 MW de su demanda de energía con energías renovables para 2025, y lograr la neutralidad del carbono para 2050.

Para ayudar a alcanzar este ambicioso objetivo, Dow se asoció con Atlas para suministrar energía limpia a su complejo de Aratu en Brasil, la planta de fabricación más grande de Dow en el país.

Este innovador acuerdo no sólo evita aproximadamente 35.000 toneladas métricas de emisiones de CO2 al año, el equivalente a retirar unos 36.800 automóviles de las calles de São Paulo, sino que sienta las bases para que el resto de la industria química aproveche las ventajas de las energías renovables para alcanzar los objetivos de mitigación del cambio climático.

INCLUSO DURANTE UNA PANDEMIA, LA CRISIS CLIMÁTICA SEGUÍA SIENDO LO MÁS IMPORTANTE

El acuerdo de Dow se firmó en medio de las turbulencias y la agitación del 2020, y no es un caso atípico. Aunque las empresas luchaban con los impactos por las restricciones de movilidad, las interrupciones de la cadena de suministro y la caída de la demanda causada por la pandemia, siguieron dando prioridad a la sostenibilidad y el rendimiento medioambiental.

En mayo de 2020, 155 empresas, con una capitalización bursátil combinada de más de 2.4 billones de dólares, firmaron una declaración en la que instaban a los gobiernos de todo el mundo a alinear sus esfuerzos de recuperación y ayuda del COVID-19 a la ciencia climática actual.

En julio, Microsoft, junto con AP Moeller-Maersk, Danone, Mercedes-Benz, Natura & Co., Nike, Starbucks, Unilever y Wipro, creó la iniciativa Transform to Net Zero, en la que la empresa tecnológica se compromete a desarrollar una cartera de 500 megavatios de proyectos de energía solar en comunidades con pocos recursos de Estados Unidos. 

Por su parte, Google se comprometió en septiembre a conseguir un 100% de energía renovable para 2030, mientras que el recién lanzado Programa de Energía Limpia para Proveedores de Apple ha hecho que 71 socios de fabricación de 17 países se comprometan a utilizar un 100% de energía renovable en la producción del gigante tecnológico, cambiando la electricidad utilizada en toda su cadena de suministro de fabricación por fuentes limpias para 2030.

Según recientes encuestas de Gallup, la preocupación por el cambio climático ha aumentado en el último año, lo que demuestra que hay un fuerte apoyo del público frente a las iniciativas que ayuden a detenerlo.

Todos los países del mundo han adoptado ya el Acuerdo de París, cuyo compromiso es limitar el calentamiento global por debajo de 1.5 °C respecto a los niveles preindustriales. Desde entonces, los gobiernos y las empresas de todo el mundo se han fijado ambiciosos objetivos de reducción de emisiones. Tras ser aplazada un año debido a la pandemia, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021, también conocida como COP26, se celebrará en noviembre y con 70 países ya comprometidos con las emisiones netas de carbono cero, representa la mejor oportunidad para avanzar en los próximos años.

LOS INFRACTORES DEL CLIMA SE ENFRENTAN AL PROBLEMA

Con cambios políticos radicales en todo el mundo, se está dando una fuerte respuesta política a la crisis climática. Se espera que Estados Unidos, China y otros países realicen enormes inversiones en puestos de trabajo e infraestructuras del sector de las energías limpias para descarbonizar la economía, al tiempo que se eliminen las subvenciones a los combustibles contaminantes. 

La sostenibilidad ha dejado de ser un complemento y ahora suenan las alarmas sobre las posibles implicaciones financieras y económicas si no se acelera el progreso.

Un reciente informe de la Universidad de Cambridge señala que las pérdidas derivadas de los peligros relacionados con el clima ascienden ya a unos 180.000 millones de dólares anuales y seguirán aumentando a menos que los inversionistas, prestamistas, aseguradores y responsables políticos realicen importantes esfuerzos en la gestión del riesgo.

A medida que la buena voluntad pública y política hacia los contaminadores se desvanece, se ha producido una explosión de litigios sobre el clima contra las empresas que consumen muchos combustibles fósiles, o “grandes emisoras de carbono”, en un esfuerzo por hacerlas responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Está claro que sólo reduciendo las emisiones de energía las empresas van a poder minimizar su huella de carbono y esto es algo en lo que cada vez más líderes empresariales están empezando a pensar seriamente.

LA PRIMA VERDE ESTÁ ALCANZANDO UN PUNTO DE INFLEXIÓN

Uno de los argumentos más conocidos contra la ecologización de la economía es el costo. Bill Gates lo denomina “prima verde”, es decir, la diferencia de costo entre un producto que implica la emisión de carbono y una alternativa que no lo hace.

Ahora que las nuevas energías renovables son más accesibles que los combustibles fósiles existentes en la mayoría de los casos, la prima verde ya no es una barrera, como explica Gates.

Incluso en los mercados más complicados, estamos viendo la demanda de los clientes corporativos, que quieren saber cómo acceder a la energía limpia y asegurar la estabilidad de los precios a largo plazo. Aunque aún queda mucho por hacer en todo el mundo para superar el obstáculo de la prima verde, todo indica que las energías renovables ya han recorrido un largo camino para conseguirlo.

NO PODEMOS SER COMPLACIENTES

Aunque creemos que hay espacio para el optimismo, no hay forma posible de minimizar la amenaza existencial de un desastre climático. Pero lo que sí vemos son una serie de acciones positivas procedentes de los sectores público y privado, que creemos que deben escalarse rápidamente para cambiar el rumbo de los niveles de emisiones en la atmósfera.

Los expertos tienen razón en lo que respecta al cambio climático, pero las peores predicciones no tienen por qué convertirse en algo inevitable. Se pueden poner en marcha los cambios políticos, de mercado y tecnológicos para la transición a un mundo con cero emisiones. Lo que nos corresponde hacer es volverlo realidad.

Tiempo atrás, el éxito de una empresa se juzgaba únicamente por sus resultados financieros. Pero las finanzas por sí solas no reflejan la realidad de una empresa. A medida que los negocios empiezan a responder a múltiples stakeholders, el liderazgo sostenible, el cuidado  al medio ambiente, la sociedad y los objetivos de desarrollo a largo plazo, se han vuelto aspectos vitales por los que se mide a una empresa más allá de sus estados financieros.

La respuesta mundial a la crisis del Covid-19 demuestra la importancia que tienen las personas, el planeta y la transparencia en las decisiones empresariales. A medida que los líderes mundiales se enfocan en acciones políticas y económicas para ayudar a restablecer la economía, el capitalismo inclusivo, una recuperación equitativa y un futuro más verde son ahora el centro de atención.

Para las empresas, esto significa que ha llegado el momento de examinar más de cerca las estrategias de sostenibilidad corporativa.

“Debemos repensar lo que entendemos por ‘capital’ en sus múltiples iteraciones, ya sea en términos financieros, medioambiental, social o humano. Los consumidores de hoy esperan cada vez más que las empresas contribuyan al bienestar social y al bien común”, dijo Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial (FEM) en diciembre de 2019 durante el lanzamiento del nuevo manifiesto de Davos para un mejor capitalismo.

En aquel momento, no había ningún indicio de los tumultuosos acontecimientos que estaban a punto de sacudir la economía mundial. Sin embargo, un año y medio después, los líderes empresariales están iniciando un camino de mejora continua, cambiando sus políticas para que la sostenibilidad y la inclusión social sean parte fundamental de su funcionamiento.

CAPITALISMO INCLUSIVO

El mundo corporativo siempre se ha caracterizado por la competencia, con la presión sobre los directores generales para que prioricen los ingresos por encima de otras variables. Sin embargo, los líderes empresariales están empezando a reconocer que las empresas no son sólo entidades con ánimo de lucro, sino también una parte importante del tejido social y medioambiental.

En enero de este año, 60 líderes empresariales, incluidos los directores generales de Dow, Unilever, Nestlé, PayPal, Reliance Industries y Sony, se comprometieron públicamente con las Métricas del Capitalismo de Stakeholders, un conjunto de métricas y divulgaciones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) publicadas por el Foro Económico Mundial y su Consejo Empresarial Internacional (IBC) en septiembre de 2020, que miden la creación de valor no financiero a largo plazo para los stakeholders.

Marc Benioff, Director General de Salesforce, ha declarado que su empresa se adhiere a estas métricas: “Hoy es un paso más en el creciente impacto que marca el capitalismo inclusivo hacia los diferentes actores. No se trata sólo de palabras, sino de que las empresas establezcan métricas claras, midiendo nuestro progreso y haciéndonos responsables. Sólo así podremos ofrecer un crecimiento a largo plazo a nuestros accionistas, generar confianza con todas las partes interesadas y mejorar realmente el estado del mundo.”

Reconociendo que el crecimiento y la productividad por sí solos no son suficientes si no se abordan la desigualdad y el medio ambiente, las métricas incluyen información enfocada en cuatro pilares: las personas, el planeta, la prosperidad y los principios de gobernanza, e incluyen áreas como las emisiones de gases de efecto invernadero, la igualdad salarial y la diversidad de los consejos directivos, entre otras.

BAJO EL LENTE DE ESG

El debate sobre el clima lleva ya algún tiempo en marcha, pero en el último año hemos visto un aumento de la urgencia por atender estos temas; eventos como los incendios forestales y los fenómenos meteorológicos extremos han puesto de manifiesto la conexión entre nuestras acciones y el medio ambiente. El Covid-19 también demostró que nuestra salud depende de los demás. Mientras la justicia social y la igualdad racial dominaban el discurso en Estados Unidos y fuera de él, también vimos el impacto que genera el hacer muy poco frente a las desigualdades en nuestra sociedad.

La convulsión provocada por los acontecimientos del 2020 ofrece una oportunidad sin precedentes para replantear nuestra forma de hacer las cosas, y el impulso para que las empresas lideren este proceso nunca había sido tan fuerte.

SOSTENIBILIDAD TANTO INTERNA COMO EXTERNA

No sólo importa el impacto de las empresas en el entorno que las rodea. Mientras las órdenes de cuarentena y confinamiento mantenían a la mayoría de los trabajadores del mundo en sus casas, los líderes empresariales también empezaron a reconocer la necesidad de construir una fuerza de trabajo más resistente, dando prioridad al bienestar. 

En Atlas Renewable Energy, hemos visto cómo este año nos ha dado una oportunidad única para impulsar las conversaciones en torno a la diversidad y la inclusión teniendo en cuenta los complejos retos que supone mantener un equipo de trabajo remoto durante una pandemia. 

Como ciudadanos corporativos, podemos hacer todas las promesas ambientales, sociales y de gobernanza del mundo, pero sin un liderazgo empático que permita un lugar de trabajo diverso, nunca lograremos el progreso necesario. Si el año pasado nos ha enseñado algo, es que tenemos que impulsar una plantilla más inclusiva, cohesiva y sostenible para recuperarnos de forma más fuerte y ser parte del cambio que queremos ver.

SEÑALES DE ALARMA EN LA INDUSTRIA ENERGÉTICA

Las consecuencias de pasar por alto los tres pilares clave: las personas, el planeta y la rentabilidad, son evidentes. La industria del petróleo y el gas, por ejemplo, que durante mucho tiempo ha funcionado únicamente en función de los resultados financieros, está perdiendo ahora su licencia social para operar en todo el mundo. Si las empresas energéticas, y, de hecho, cualquier gran empresa con un impacto desmesurado sobre las personas y el planeta, quieren subsistir, deben adaptarse a las nuevas realidades. Seguir como siempre no será una opción para nadie de aquí en adelante. 

“Si la recuperación económica se reduce a regresar a estándares previos a la pandemia, la sociedad habrá perdido una importante oportunidad de transición hacia una senda de crecimiento más inclusiva y ecológica”, afirmaron los economistas jefe encuestados por el Foro Económico Mundial el año pasado.

EL CASO DE NEGOCIO PARA UN LIDERAZGO SOSTENIBLE

A medida que más empresas de todo el mundo empiezan a ver más allá de los beneficios inmediatos y a corto plazo, el liderazgo sostenible se está convirtiendo en la clave del éxito futuro. Sin embargo, este tipo de liderazgo no es un juego solamente de valores. Es tener las habilidades para impulsar una mayor productividad mediante la creación de lugares de trabajo, comunidades y ecosistemas empresariales más equitativos e inclusivos.

Como recurso no contaminante y limpio, las energías renovables son la clave de un futuro sostenible. Pero más allá de su impacto medioambiental, las energías renovables también pueden contribuir al desarrollo social, la inclusión, la diversidad y la equidad en todo el mundo.

En 2015, los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible como un llamado universal a la acción para acabar con la pobreza, proteger el planeta y mejorar la vida y las perspectivas para un mejor futuro para todos. Para lograr el objetivo número siete: “Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna”, los países deben aumentar sustancialmente la proporción de energía renovable en el mix energético mundial. Pero esta no es la única forma en que las energías renovables contribuirán a un futuro mejor y más inclusivo para la humanidad.

DESARROLLO INCLUSIVO

A este punto, se sabe que la transición energética de los combustibles fósiles a las energías renovables, tendrá un impacto positivo en el PIB. Según el Último Informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables, Global Renewables Outlook, la transformación del sistema energético podría suponer un enorme aporte de 98 millones de dólares al PIB mundial, lo que equivale a dos veces la capitalización bursátil combinada de todo el mercado de valores estadounidense.

Pero el crecimiento del PIB sólo capta los beneficios económicos y las energías renovables aportan mucho más. El despliegue de las energías renovables contribuye a diversificar las competencias de un país, a impulsar su crecimiento industrial y a sustentar las prioridades generales de desarrollo, además de fomentar resultados positivos para el medio ambiente y la salud gracias a la reducción de emisiones y pérdida de  ecosistemas.

UNA OPORTUNIDAD EQUITATIVA

En todo el mundo, las comunidades con menos recursos son las más afectadas por el cambio climático y las emisiones. En Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de las comunidades conformadas por personas de la raza negra experimentan altos niveles de contaminación atmosférica por la generación de electricidad a partir de  combustibles fósiles comparado con las comunidades de mayoría de raza blanca, según una investigación de la Asociación Americana del Pulmón

Además, las familias con bajos ingresos gastan alrededor de tres veces más de sus ingresos en costos de energía que otros hogares, siendo los hogares de los afro-americanos, hispanos, multifamiliares y de alquiler los más afectados.

Las energías renovables siendo más limpias y baratas no sólo pueden estabilizar las facturas de energía de estas familias, sino también limpiar el aire que respiran, ayudando a cerrar las brechas entre los que tienen y los que no en nuestras comunidades.

“La energía solar puede proporcionar: un alivio financiero a largo plazo a las familias que luchan con altos e impredecibles costos de la energía, puestos de trabajo con salarios dignos en una industria en la que la mano de obra ha aumentado un 168% en los últimos siete años y una fuente de energía limpia para las comunidades que han sido fuertemente afectadas por la generación de energía tradicional” – la Asociación de Industrias de Energía Solar

El crecimiento de las energías renovables también ofrece una oportunidad sin precedentes para abordar el reto del desempleo en las comunidades de bajos ingresos. Un estudio reciente de la Brookings Institution  muestra que el empleo en el sector de las energías con bajas emisiones de carbono no sólo está mejor pagado que los trabajos medios, sino que también es accesible para los trabajadores que no han obtenido una educación universitaria; siendo así que en Estados Unidos, por ejemplo, pueden llegar a ganar entre 5 y 10 dólares más por hora que en otros trabajos convencionales. 

Hay un lugar para todos en la industria de las energías renovables, aunque todavía queda trabajo por hacer: como ocurre en muchos oficios especializados, la distribución de género de los trabajadores del sector sigue estando muy inclinada hacia los hombres. En Atlas, vemos esto como una oportunidad para ampliar la fuerza de trabajo a largo plazo. Algunas de las medidas que hemos tomado incluyen la insistencia en que haya al menos una candidata en cada lista de selección de personal, así mismo nuestro equipo de Recursos Humanos ofrece al personal regional capacitación para reconocer los prejuicios inconscientes, enfocándose en la distinción de género, así como en la mejora de las prestaciones para facilitar la reincorporación femenina al trabajo tras la maternidad y la corresponsabilidad parental.

También hemos desarrollado un Programa de Mano de Obra Femenina cuyo objetivo es mejorar el acceso de las mujeres locales a las oportunidades de empleo y emprendimiento que presentan nuestros proyectos en construcción. Este programa de capacitación profesional pretende capacitar a cientos de mujeres de las comunidades cercanas a los proyectos para que ocupen puestos calificados, tanto en nuestras propias cadenas de suministro operativas durante la construcción de nuestras plantas solares como en otras industrias que se emplacen en la zona.

MÁS ALLÁ DE LA LICENCIA SOCIAL

Los proyectos de energías renovables suelen construirse en zonas rurales y remotas, lo que significa que, además de ser limpios y ecológicos, tienen la oportunidad de estar a la vanguardia en las mejores prácticas de derechos humanos e impacto social. Ya existen directrices sólidas, como las Normas de Desempeño de la CFI y los Principios de Ecuador, que ayudan a los desarrolladores de proyectos renovables a implementar las mejores prácticas para el beneficio de los stakeholders.

El desarrollo de las energías renovables allana el camino para que las empresas ambiental y socialmente responsables brillen. Cuando los promotores trabajan mano a mano con las comunidades locales para garantizar que los proyectos de energía renovable sean beneficiosos, el efecto multiplicador es inmenso, y lo hemos visto de primera mano en nuestra planta de Guajiro, en México. En lugar de lanzarnos con un programa genérico de responsabilidad social corporativa, nos sentamos con las comunidades locales para entender sus necesidades y creamos conjuntamente planes que compartieran un propósito en beneficio de todos. Para Guajiro, esto significó dar prioridad a los proveedores locales para los servicios necesarios durante la construcción, lo que generó un efecto de economía circular, creando grandes oportunidades económicas en la comunidad. También nos asociamos con The Pale Blue Dot, una organización mexicana que promueve el uso de la tecnología en escuelas y centros comunitarios. La puesta en marcha de este programa permitió a 699 estudiantes de comunidades cercanas tener acceso a Internet y a una plataforma educativa, ayudando a reducir la brecha educacional y a promover la alfabetización digital.

Obtener una licencia social para operar va más allá de conseguir los permisos para construir una infraestructura energética fiable. El hecho de tener un impacto positivo en la comunidad confiere a un proyecto legitimidad, credibilidad y confianza, lo que significa que cada vez más comunidades acogerán con agrado el desarrollo de proyectos de energías renovables, en beneficio de todos.

UNA TRANSICIÓN ENERGÉTICA JUSTA Y EQUITATIVA

El auge de las energías renovables aporta claros beneficios socioeconómicos, desde una mayor diversidad de la mano de obra, la inclusión social y mejores resultados en la salud de la comunidad; y un número cada vez mayor de partes interesadas quiere que este potencial se aproveche al máximo. En los últimos años, hemos visto cómo los financiadores de proyectos se fijan cada vez más  en el compromiso y los resultados con la comunidad a la hora de financiar un proyecto, mientras que las grandes empresas que establecen acuerdos de compra de energía a largo plazo (PPAs) están interesadas en encontrar promotores alineados con sus valores de diversidad e inclusión.

Sabemos que la energía limpia, renovable y sostenible es el futuro. A medida que se acelera la transición energética, creemos que es hora de que la conversación pase de enfocarse únicamente en los aspectos económicos y medioambientales a maximizar los beneficios sociales que pueden aportar.