En los últimos años, la energía renovable ha experimentado una disminución drástica de costos y ahora es más competitiva que los combustibles fósiles en muchos mercados. Creemos que en 2021, esta disminución, combinada con cambios políticos en todo el mundo y un enfoque corporativo renovado hacia la sostenibilidad a raíz de la pandemia por Covid-19, conducirá a una gran oportunidad de crecimiento global en las energías renovables. Encuentre aquí el por qué.

LOS ESTADOS UNIDOS VUELVEN AL ACUERDO DE PARÍS

Una de las prioridades inmediatas para la recién inaugurada administración Biden-Harris es la rápida actuación frente al cambio climático. En su primer día en el cargo, el presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva de gran alcance para re-incorporarse al Acuerdo de París, como parte de un plan para que EE.UU. alcance cero emisiones en el 2050. El acuerdo, del que la anterior administración se retiró oficialmente en 2020, tiene como objetivo limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados en comparación con los niveles preindustriales mediante la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero hasta el año 2050.

Según una nota reciente de Jahnavi Nadipi, un analista de mercados energéticos de Platts Analytics North American, Estados Unidos necesitará hasta 238 GW más de energía solar y eólica para cumplir los objetivos del acuerdo, más del doble de su capacidad instalada actual. Para ello, el presidente Biden ha establecido un ambicioso plan de inversión de 2 billones de dólares en infraestructuras de energías limpias durante los próximos cuatro años, impulsando las perspectivas a corto plazo del sector de las energías renovables.

CHINA PLANEA DUPLICAR LA CAPACIDAD DE RENOVABLES

A finales de 2020, por primera vez el presidente chino, Xi Jinping, estableció planes concretos para lograr cero emisiones netas de dióxido de carbono. El país planea alcanzar 1,2 TW de capacidad de energías renovables para 2030, una cantidad equivalente a la capacidad solar y eólica total instalada actualmente en el mundo. El principal grupo de la industria solar en el país, China Photovoltaic Industry Association (CPIA), afirma que espera lograr  entre 70 y 90 GW de energía solar añadida cada año hasta 2025.

EL MUNDO APUNTA A UN CERO NETO

Más allá de las dos mayores economías del mundo, una ola de compromisos de otros signatarios del Acuerdo de París, incluidos Canadá, India, la Unión Europea, Japón, Sudáfrica y Corea del Sur, ha puesto los objetivos de 1,5 ° C del Acuerdo en un plazo relativamente corto por primera vez, según el Climate Action Tracker (CAT). En una clara señal para los financistas, inversores, fabricantes y desarrolladores de proyectos, los gobiernos ahora buscan una expansión más rápida de las fuentes de energía renovable para cumplir con estos objetivos más estrictos.

SUBASTAS EN CURSO EN AMÉRICA LATINA

El reciente ritmo de crecimiento de las energías limpias en América Latina no muestra signos de disminución. El gobierno colombiano ofrecerá 5.000 MW de capacidad en su tercera subasta de energía renovable en el primer trimestre de este año, pasando de menos de 50 MW de renovables instaladas en 2018 a más de 2.8GW para fines de 2022. Mientras tanto, en mayo, Chile lanzará una subasta por 2,31 TWh de renovables y almacenamiento.

SE INTENSIFICA LA NEGOCIACIÓN DE ACUERDOS DE ENERGÍAS RENOVABLES

El mayor impulso político para cumplir con los ambiciosos objetivos climáticos no ha pasado por alto a las empresas de energía y servicios públicos, y muchas atravesaron el 2020 cambiando su enfoque hacia negocios centrados en la sostenibilidad. En América Latina, Atlas Renewable Energy firmó un total de 660MW en PPAs corporativos – una cifra récord, convirtiéndonos en el primer desarrollador de la región por volumen contratado para 2020, según Bloomberg.

En marzo, firmamos el mayor contrato de compraventa de energía solar de la historia en Brasil, con el conglomerado minero Anglo American, ayudándole a cumplir su estrategia de utilizar energía 100% renovable para sus operaciones en Brasil a partir de 2022. En junio, firmamos un acuerdo de 15 años con el gigante de la ciencia de los materiales Dow para suministrar energía limpia a través de nuestro proyecto solar Jacaranda de 187MWp, que estará situado en el municipio de Juazeiro en el estado de Bahía, Brasil. La planta generará 440GWh al año, lo que es suficiente para suministrar energía a una ciudad de más de 750.000 habitantes, lo que permitirá a Dow acercarse a sus objetivos de abastecimiento de energías limpias. 

Ésta es una tendencia mundial. En los EE. UU., Dominion Energy y Duke Energy cancelaron su proyecto conjunto de oleoducto de la Costa Atlántica, mientras que Dominion vendió su negocio de transmisión y almacenamiento de gas y anunció una serie de adiciones a su cartera solar. Por su parte, la estrategia de transición energética de la petrolera francesa Total sigue su curso, con la adquisición de una participación del 20% de la empresa india Adani Green Energy, el mayor promotor solar del mundo.

LOS INVERSORES ACUDEN A LAS ENERGÍAS LIMPIAS

En 2020, los mercados bursátiles mundiales se vieron sacudidos por la pandemia de Covid-19, pero la industria de las energías limpias se mantuvo firme, y el índice S&P Global Clean Energy registró un impresionante aumento del 135,4% durante el año. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), las acciones de los fabricantes de equipos renovables y de los desarrolladores de proyectos superaron a la mayoría de los principales índices bursátiles durante 2020, mientras que el valor de las acciones de las empresas solares se ha duplicado desde diciembre de 2019. Con el anuncio de Goldman Sachs de su expectativa de que la energía renovable se convierta en el área de mayor inversión en el sector energético en 2021, superando por primera vez al petróleo y al gas, esperamos que esta tendencia se acelere, ya que los principales inversores buscan capitalizar el repunte de la demanda.

LOS GRANDES USUARIOS DE ENERGÍA SE VUELVEN VERDES

Los compromisos de las grandes corporaciones para reducir sus emisiones de CO2 han avanzado lentamente en los últimos años, pero en 2020 los líderes del mercado convirtieron sus promesas en acciones, impulsando la demanda de energía renovable. En mayo de 2020, 155 empresas -con una capitalización bursátil combinada de más de 2,4 billones de dólares, firmaron una declaración en la que instaban a los gobiernos de todo el mundo a alinear sus esfuerzos de recuperación y ayuda económica por COVID-19 junto con la ciencia climática actual. En julio, Microsoft junto con AP Moeller-Maersk, Danone, Mercedes-Benz, Natura & Co., Nike, Starbucks, Unilever y Wipro crearon la iniciativa “Transform to Net Zero”, en la que la empresa tecnológica se compromete a desarrollar una cartera de 500 megavatios de proyectos de energía solar en comunidades con pocos recursos de Estados Unidos. Por su parte, Google se comprometió en septiembre a lograr un 100% de abastecimiento a través de energía renovable para 2030, mientras que el recién lanzado Programa Supplier Clean Energy Program de Apple ha hecho que 71 socios fabricantes de 17 países se comprometan a utilizar un 100% de energía renovable en la producción del gigante tecnológico, comprometiéndose a cambiar la electricidad utilizada en toda su cadena de suministro a fuentes limpias para 2030.

AUMENTO RÉCORD DE LOS PROYECTOS QUE ENTRAN EN OPERACIÓN

Durante el punto álgido de la pandemia, cuando la demanda global de energía se redujo, la cuota de energía renovable en la red aumentó, y esta tendencia va a continuar. Según la IEA, casi el 90% de la nueva generación de electricidad en 2020 será renovable, con solo el 10% alimentado por gas y carbón, lo que sitúa a la electricidad verde a convertirse en la mayor fuente de energía en 2025, desplazando al carbón. En los EE.UU., el último inventario de generadores de electricidad, desarrolladores y propietarios de centrales eléctricas de la Energy Information Administration (EIA) muestra que 39,7 GW de nueva capacidad de generación de electricidad comenzarán a operar comercialmente en 2021, y la energía solar representará la mayor parte de la nueva capacidad, con un 39 %, seguida de la eólica, con un 31%.

EL DINERO DE RECUPERACIÓN POR COVID-19 SE DIRIGE HACIA RENOVABLES

A pesar de la pandemia y la consiguiente recesión mundial, los planes de descarbonización continuaron hasta 2020, lo que demuestra la aceptación de la necesidad de una acción climática sin importar el contexto económico. Con el dinero del estímulo por Covid-19 ahora sobre la mesa, la International Finance Corporation (IFC) afirma que el apoyo a la inversión en bajas emisiones de carbono y a la capacidad de generación de energías renovables podría generar una oportunidad de inversión de US $ 10,2 billones, crear 213 millones de puestos trabajo y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 4.000 millones de toneladas para el 2030.

IMPULSANDO LA NUEVA NORMALIDAD – NO HAY VUELTA ATRÁS

En conjunto, todas estas tendencias indican un sólido 2021 y así mismo para el sector de las energías renovables. A medida que la economía mundial traza el camino hacia una nueva normalidad, la energía limpia puede impulsar una recuperación verde que no deje a nadie atrás. Y con el aumento de la demanda, un marco normativo favorable y el creciente interés de los inversores por los proyectos sostenibles, creemos que las perspectivas del sector son mejores que nunca.

En América Latina las empresas han tomado conciencia de la necesidad de incluir la sostenibilidad en sus actividades. Pero a medida que el cambio climático se acelera, los líderes empresariales comienzan a preguntarse cómo enfrentar este asunto en una escala más grande y con mayor impacto. Creemos que vale la pena tener una conversación al respecto.

El más reciente informe de Perspectivas de la economía mundial, publicado en octubre por el Fondo Monetario Internacional, muestra que estamos en un momento crucial de la historia. A la tasa actual de crecimiento, la temperatura del planeta se incrementará “muy por encima de los niveles seguros establecidos en el Acuerdo de París; por lo tanto, el riesgo de que ocurra un daño catastrófico para el planeta es mayor”, señala el informe, y añade que las oportunidades para alcanzar la meta de cero emisiones de dióxido de carbono en 2050 se agotan rápidamente. En conclusión: hay que actuar ahora.

Las empresas producen y distribuyen casi todo lo que compramos, usamos y desechamos, y por lo tanto son responsables de una gran parte de las emisiones globales de dióxido de carbono. En los últimos años, los negocios en América Latina han comenzado a tomarse en serio la sostenibilidad, y el apoyo mostrado tanto por empleados como por consumidores ha sido alentador.

Sin embargo, creemos que si las empresas no abordan con decisión los factores claves de sus emisiones de dióxido de carbono, la mayor parte de sus esfuerzos no serán significativos.

PRÁCTICAS SOSTENIBLES MÁS ALLÁ DE LA OFICINA

En los últimos años, las prácticas ecológicas se han convertido en parte integral del día a día de las oficinas; así, en América Latina las empresas han adoptado políticas que van desde instalar bombillos ahorradores de energía en sus edificaciones hasta promover alternativas frente a los objetos plásticos de un solo uso. El ideal de la oficina libre de papel se ha arraigado, y los recipientes de reciclaje están en la mayoría de los espacios de trabajo. Al mismo tiempo, un creciente número de empresas impulsan en sus oficinas el empleo de materiales de construcción sostenibles, tales como mobiliario reciclado y alfombras hechas de materiales reciclados. Unas empresas han comenzado a exigir a sus proveedores que empleen prácticas ecológicas en sus procesos de producción; otras han comenzado a promover el desecho seguro de los bienes que producen.

Estos pasos son obviamente positivos. Las compañías que adoptan prácticas ecológicas crean asociaciones de marca positivas entre sus consumidores e inspiran a los empleados a creer en sus empresas. Pero, ¿estas prácticas ecológicas hacen una diferencia sustancial?

LAS EMPRESAS LATINOAMERICANAS QUIEREN HACERLO MEJOR

Cada año, la Evaluación de Sostenibilidad Corporativa, elaborada por la firma S&P Global, pone bajo la lupa la sostenibilidad de las prácticas de 124 empresas de América Latina. Por tercer año consecutivo se ha incrementado la participación de las empresas de la región en esta Evaluación, de 38% de las invitadas en 2018 a 46% en 2019, lo que prueba que un creciente número de ellas están dispuestas a abordar y a mejorar su desempeño sostenible. De hecho, la tasa de participación en América Latina es superior a la tasa mundial, lo que demuestra que hay una tendencia en marcha a que las empresas mejoren sus operaciones.

Sin embargo, el progreso alcanzado por las empresas no es suficiente. La evaluación realizada por S&P toma en cuenta varias dimensiones de la sostenibilidad; en lo que respecta a estrategia climática y medioambiental, las empresas de América Latina están bastante por debajo del promedio mundial. Esto demuestra que, aunque las empresas aún buscan maneras de disminuir sus emisiones, todavía les queda mucho por hacer.

LA ENERGÍA ES IMPORTANTE

Desde el punto de vista de las emisiones, América Latina es diferente de otras regiones, debido a que la mayor parte de sus emisiones de efecto invernadero provienen de la agricultura, más que de la producción y el consumo de energía. Sin embargo, esto va a cambiar rápidamente, a medida que el crecimiento económico y el ascenso de la clase media lleven a un aumento de la demanda energética de al menos 80% en 2040, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo; en tal año, las emisiones causadas por la generación de energía alcanzarán los 2.000 millones de toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono por año.

Para contrarrestar tal situación, se necesitarían cambiar 76.000 millones de bombillos incandescentes por bombillos LED o reciclar 680 millones de toneladas de basura. En este contexto, las iniciativas ecológicas a pequeña escala llevadas a cabo en las oficinas son solo una gota en el océano.

En definitiva, las empresas minimizarán su huella de carbono solo si reducen las emisiones producidas por su consumo energético, y esto es algo sobre lo que cada vez más líderes empresariales están considerando con seriedad.

HACIENDO LA DIFERENCIA

Dado que muchas empresas ya han hecho tanto como pueden para reducir su consumo energético, cambiarse a las energías renovables es la mejor y la más efectiva manera de reducir las emisiones sin comprometer su desempeño y de, a la vez, reducir significativamente otros costos. Si bien puede parecer una tarea abrumadora descubrir cómo aprovechar las energías renovables para alcanzar las metas de reducción de emisiones, la buena noticia es que los líderes empresariales no necesitan ser unos expertos en asuntos energéticos para lograrlo.

En Atlas Renewable Energy nos hemos percatado de que hay un creciente número de empresas comprometidas en reducir significativamente su huella de carbono. No se trata solo de los usuales sospechosos en las industrias más contaminantes: en América Latina, empresas de todos los sectores, desde el comercio minorista hasta las industrias pesadas, saben que necesitan hacer más en términos de sostenibilidad. La región tiene todavía un largo camino por delante, pero creemos que la marea está cambiando, a medida que más líderes empresariales toman conciencia de la necesidad de hacer algo realmente efectivo en materia de sostenibilidad corporativa. ¿Su empresa está lista para dar el próximo paso?

Atlas Renewable Energy y la subsidiaria brasileña Dow —el gigante estadounidense de la industria de la ciencia de los materiales— firmaron recientemente un acuerdo de suministro de energía renovable. Este acuerdo sienta las bases para que las empresas químicas en América Latina logren sus objetivos medioambientales y disminuyan sus costos de energía. En este artículo veremos por qué este acuerdo es tan innovador.

Como muchas empresas industriales, Dow ha buscado desde hace tiempo reducir su impacto medioambiental y su gran consumo energético. El liderazgo de Dow en la producción de insumos químicos, plásticos, fibras sintéticas y productos agrícolas lo hace ser uno de los mayores consumidores industriales de energía.

En el pasado, Dow utilizaba electricidad de la red pública y combustibles fósiles como fuentes de energía, pero a medida que la energía renovable se ha hecho más competitiva y con mayor disponibilidad, ha comenzado a repensar su portafolio energético. En este sentido, se ha fijado una meta ambiciosa: en 2025 obtener 750 megavatios de su demanda energética a partir de energías renovables, y en 2050 alcanzar la neutralidad en la emisión de dióxido de carbono.

Para alcanzar tan ambiciosa meta, Dow se asoció con Atlas para proveer de energía limpia a su complejo Aratu, en Brasil, la instalación industrial de Dow más grande en ese país.

Este novedoso acuerdo no solo evita la emisión de aproximadamente 35.000 toneladas métricas de dióxido de carbono al año (el equivalente a retirar 36.800 vehículos de las calles de São Paulo); también sienta las bases para que el resto de la industria química latinoamericana aproveche los beneficios de la energía renovable para alcanzar las metas de mitigación del cambio climático, al tiempo que garantiza que, por largo plazo, los precios de la energía sean estables.

CREANDO EFICIENCIAS

En virtud del acuerdo de compra de energía por 15 años, proporcionaremos a Dow energía limpia de nuestro proyecto solar Jacaranda de 187 Megavatios, ubicado en el municipio de Juazeiro en el Estado de Bahía. La planta generará 440 Gigavatios al año, lo que es suficiente para suministrar energía a una ciudad de más de 750.000 habitantes; esto le permitirá a Dow acercarse a sus metas de consumo de energía renovable.

Uno de los asuntos clave de la energía solar es su intermitencia: el sol no brilla las 24 horas del día. Como las necesidades de Dow son continuas, Atlas intercambiará energía de Jacaranda con otros proveedores de energía renovable para garantizar una oferta constante. “Empaquetando” nuestra energía solar junto con otras fuentes de energía renovable disponibles en el mercado, le damos a Dow toda la energía renovable que necesita, no solo la que necesita cuando es de día. Es la primera vez que en Brasil se hace esta operación de intercambio y empaquetamiento, lo que abre oportunidades para las compañías que dudaban de utilizar energías renovables debido a su perfil de demanda de electricidad.

Dado que Dow es un gran consumidor de energía, los costos de electricidad suponen una considerable proporción de sus costos fijos; aún el mínimo incremento de costos puede causar un enorme impacto en sus resultados. Para abordar esto, Atlas adoptó una serie de medidas para mejorar la eficiencia.

La primera es la incorporación de módulos bifaciales en la planta, que pueden aumentar la generación de energía hasta en 9% en comparación con los paneles monofaciales equivalentes; esto reduce la cantidad de terreno necesaria para producir la misma cantidad de electricidad. La segunda es la conexión del proyecto a la subestación digital de Atlas, una medida que mejora el control y la confiabilidad y reduce los costos. Pero la eficiencia no termina aquí: también llevamos a cabo una estructura de financiamiento en dólares que creó una cobertura contra los riesgos cambiarios.

HABLANDO EL MISMO IDIOMA

En la selección de un socio para alcanzar sus metas, Dow buscaba a una empresa con la que compartiera valores. Eso es lo que explica que, aparte de la energía limpia y la estrategia de precios favorable que forman parte del Esquema Financiero Ecológico de Atlas (Atlas Green Finance Framework en inglés)—que establece nuestro compromiso para desarrollar proyectos que protejan y preserven el medioambiente—, también incorporamos nuestro característico compromiso social. Así, en la comunidad que rodea a la planta Jacaranda ofrecemos oportunidades que promueven la diversidad y la inclusión en el proceso de contratación para la construcción. Para hacerlo —y hacerlo bien— nos hemos aliado con organizaciones no gubernamentales y con las autoridades locales para que nos ayuden a capacitar a las mujeres de la comunidad en habilidades específicas; además, estimulamos a nuestros contratistas locales a que en sus procesos de contratación de personal den prioridad a quienes pertenezcan a alguna minoría social o étnica.

UN SOCIO CONFIABLE Y CAPAZ

No ha sido fácil lograr todo esto durante este 2020 tan turbulento y agitado. Hemos trabajado duro para asegurar la salud y la seguridad de nuestros trabajadores porque sabemos cuán importante es la energía renovable en la recuperación de la economía latinoamericana después de la covid-19. Como resultado, nuestras capacidades operativas, nuestra ejecución y nuestra velocidad para finalizar los proyectos han seguido siendo óptimas.

Hemos sido capaces de hacer todo esto porque no somos nuevos en la industria de las energías limpias. Ya tenemos cuatro proyectos operativos en Brasil y otros más en el resto de América Latina. Todos han sido entregados a tiempo y ejecutados de acuerdo con el presupuesto previsto, algo que ha mejorado nuestra reputación entre acreedores y socios. En consecuencia, a pesar del difícil entorno económico y financiero, estamos en la posición privilegiada de negociar condiciones de financiamiento favorables que se convierten en ahorros que podemos transferir a nuestros clientes.

EL COMIENZO DE UNA TENDENCIA

La energía renovable en América Latina es ya tan asequible como las energías tradicionales, y hasta más económica. Los acuerdos corporativos de suministro de energía, que aprovechan la innovación financiera, operativa y tecnológica, permiten que los grandes consumidores de energía en la industria química y en otros sectores industriales den un gran paso al frente en la reducción de sus emisiones de dióxido de carbono; también les dan la posibilidad de tener una visión de largo plazo frente a sus costos de energía.

Cada vez más empresas de estas industrias nos consultan, y les seguimos encontrando soluciones competitivas. Ya la industria minera se ha incorporado: desde nuestra planta Casablanca, que proveerá energía limpia al gigante de la minería Anglo American, en Brasil, hasta nuestra planta Javiera en Chile, que ofrece energía a una mina de cobre. Nuestro acuerdo con Dow muestra cuánto se puede alcanzar cuando dos líderes en sus respectivos sectores trabajan juntos. Creemos que este acuerdo traza el camino para que la industria química se una a la revolución energética verde en toda América Latina.

En los últimos años, entre las corporaciones en América Latina ha empezado una transición de largo alcance en materia de sostenibilidad que está creando progresivamente economías más justas e inclusivas.

América Latina soporta una gran parte del cambio climático: en efecto, sufre fenómenos naturales extremos, desde los huracanes en el Caribe a El Niño en las costas del Pacífico, así como el aumento del nivel del mar y el empeoramiento de la calidad del aire.

Pero también es una región en la que se pueden lograr enormes progresos en otros indicadores de sostenibilidad, como la calidad de vida de las comunidades rurales, la igualdad entre los géneros y la participación de las comunidades indígenas y otras minorías en la actividad económica.

En años recientes un creciente número de empresas en toda América Latina han comenzado a atender estos asuntos. En consecuencia, cada vez más compañías en todas las industrias empiezan a adoptar las mejores prácticas medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés). En relación con esta adopción, el IndexAmericas[1], creado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lista las cien empresas más sostenibles de América Latina, de acuerdo con criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo, así como con el desempeño en áreas como igualdad de género y diversidad. Desde su creación, la mayoría de las empresas incluidas en este Índice son multinacionales extranjeras, pero en los últimos tres años el número de compañías latinoamericanas ha aumentado casi 30%, una demostración de que los asuntos de sostenibilidad empresarial están ganando fuerza en la región.

Otro ejemplo de esta creciente tendencia se puede encontrar en el Índice Dow Jones de Sostenibilidad del Mercado Integrado Latinoamericano-Alianza del Pacífico. Este índice evalúa a las empresas de Chile, Colombia, México y Perú que cumplen mejor ciertos objetivos de sostenibilidad que la mayoría de sus pares en sus industrias. Cuando se creó en 2017, solo 42[2] empresas cumplían estos criterios. Hoy ese número ha aumentado a 116[3].

La sostenibilidad es también hoy un asunto cada vez más importante para los inversionistas de América Latina: como en ninguna otra parte en el mundo, son ellos quienes más exigen que las empresas adopten prácticas sociales y medioambientales, de acuerdo con un estudio de Natixis[4]. Sus exigencias se basan en la creencia de que tales prácticas pueden ayudarlos a mejorar sus retornos ajustados al riesgo, así como a alinear sus activos con los valores organizacionales.

Cuando conversamos con nuestros socios en América Latina, nos encontramos con que incorporar las prácticas ESG no es una moda. Tanto empresas como inversionistas buscan alcanzar el triple resultado de éxito social, medioambiental y financiero, y esta tendencia cobra impulso.

NO BASTA CON CAMBIARSE A ENERGÍAS LIMPIAS

Cambiarse a las energías renovables, especialmente en una región con abundante energía solar y eólica como América Latina, es una opción para las empresas que buscan reducir su huella medioambiental. Gracias en gran medida a los esfuerzos gubernamentales para incrementar el uso de las energías renovables, la región ha experimentado sólidos progresos hacia el cumplimiento de los compromisos del Acuerdo de París.

Pero “ser verde” no es igual a ser sostenible. La sostenibilidad es el resultado de tres variables: medioambiental, social y financiera; si una corporación sólo adopta la energía renovable sin atender otros asuntos más amplios, está perdiendo una oportunidad.

Las empresas en América Latina quieren asegurarse de adoptar una solución a largo plazo que no solo les garantice electricidad limpia sin obstaculizar el acceso de otros a los recursos, sino que les permita actuar a favor del bien común. Como resultado, un creciente número de empresas no solo comienzan a explorar las posibilidades de los contratos de compra de energía renovable, sino que comienzan a hacer preguntas tales como cuál es la procedencia de los fondos de los proyectos de energía, cómo está estructurada su fuerza laboral y cómo son las relaciones entre la empresa que desarrolla el proyecto y las comunidades locales.

EL ENFOQUE DE ATLAS

Nuestra experiencia nos ha enseñado que de la sostenibilidad no se obtienen ganancias rápidas. Por eso en Atlas hemos dedicado grandes cantidades de recursos a las prácticas ESG, porque creemos que la verdadera sostenibilidad resulta de las inversiones estratégicas de largo plazo.

La sostenibilidad social es un asunto crucial para Atlas. Cuando trabajamos con las comunidades, nos concentramos en promover el bienestar local. Creemos que relacionarnos con una comunidad no consiste solo en donar campos de fútbol o en distribuir uniformes escolares; es también estar conscientes de que los activos que instalamos serán parte de la comunidad por treinta años y que, si se administran correctamente, pueden ser una oportunidad para crear empleos y generar ingresos. Tomamos en cuenta todo lo que implica generar energía, y nos reconforta saber que nuestra presencia estimula la economía local.

Un ejemplo es el contrato de energía firmado en Brasil en junio de 2020 entre Atlas Renewable Energy y la corporación química Dow. La energía que se proveerá equivaldrá a las necesidades energéticas de una ciudad de 750.000 habitantes, y evitará la emisión de cerca de 35.000 toneladas métricas de CO2 al año. El proyecto incluye un compromiso de inclusión de género y creación de empleos rurales, en el que se capacitará a mujeres de la comunidad de manera que puedan acceder a los empleos ofrecidos por el proyecto. El objetivo es que durante la construcción del proyecto contratemos tres o cuatro veces más mujeres que lo habitual en este tipo de desarrollos; además se espera que 70% de la fuerza laboral provenga de las comunidades locales.

Por otro lado, en nuestra planta Guajiro, en México, nos hemos asociado con The Pale Blue Dot, una organización educativa mexicana que promueve el uso de la tecnología en escuelas y centros comunitarios; el objetivo es proveer acceso a internet y aulas digitales a más de 400 estudiantes de las comunidades locales.

La sostenibilidad financiera es también un elemento clave de la manera en la que hacemos negocios. Trabajamos con socios de la importancia del Fondo de Tecnologías Limpias del Banco Mundial y el Fondo de Inversiones del Banco Interamericano de Desarrollo. Además, siempre que sea posible, buscamos tasas de interés favorables, al vincular el financiamiento a nuestro desempeño medioambiental y social.

Ser sostenible es también mitigar los riesgos del proyecto, desde asegurarnos de la transparencia de nuestra cadena de suministro hasta diseñar proyectos rentables que reciban el apoyo de las comunidades en las que operamos. Esto nos permite ayudar a nuestros socios a alcanzar sus objetivos de sostenibilidad, con los beneficios medioambientales, sociales y financieros que requieren.


[1]https://indexamericas.iadb.org/en/Aboutus
[2]http://worldofficeforum.com/wp-content/uploads/2017/11/dow-jones-sustainability-index-mila-constituents.pdf
[3]https://www.spglobal.com/spdji/en/idsenhancedfactsheet/file.pdf?calcFrequency=M&force_download=true&hostIdentifier=48190c8c-42c4-46af-8d1a-0cd5db894797&indexId=91920628
[4]https://www.im.natixis.com/latam/research/latin-america-has-the-greatest-global-demand-for-esg-investments

Llevar adelante un proyecto de energía solar no se trata simplemente de producir electricidad a partir de la luz del sol. Se trata de alcanzar el delicado balance que asegura un óptimo costo nivelado de la energía durante la vida del proyecto, la mejor propuesta de valor y las condiciones financieras ideales. Para alcanzar ese equilibrio los productores de energía solar deben estar a la vanguardia de la innovación en todos los aspectos.

En este sentido hay cuatro maneras de abordar la innovación en el campo de la energía solar. La continua innovación en cada una de estas cuatro áreas es la única forma como los proveedores de energía solar pueden satisfacer tanto a inversionistas como a empresas consumidoras.

INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

El primero, y probablemente más obvio, aspecto de la innovación en la industria de la energía solar es la tecnología. Uno de los desarrollos más fascinantes de los años recientes han sido los módulos solares bifaciales, que producen energía por ambas caras. Pero cuando se trata de escoger el mejor módulo, no es suficiente que los productores de energía adopten la última tecnología y esperen que pase lo mejor. No hay duda de que los módulos bifaciales aumentan la producción de energía; pero predecir con exactitud cuánta energía adicional se necesita producir para cubrir los costos de los nuevos módulos requiere investigación y desarrollo por parte del productor de energía, más que solo depender del vendedor de los módulos o de los cálculos de terceros.

En Atlas sabemos por experiencia que en el mundo real hay muchas variables que hay que tener en cuenta. Así que, antes de instalar los módulos bifaciales, construimos nuestro propio laboratorio en una planta de energía y probamos durante un año diferentes tecnologías. Esto nos ha hecho confiar en nuestros módulos y en la cantidad de energía real que pueden producir en un escenario dado. Lo mismo hacemos con los rastreadores y los inversores. Gracias a que ponemos a prueba las tecnologías, podemos ser más eficientes en múltiples variables, algo que no podríamos hacer si solo confiamos en las cifras disponibles en el mercado, especialmente cuando se trata de tecnologías cuya adopción aún no está extendida.

TRANSFORMACIÓN DIGITAL

El mundo de los grandes volúmenes de datos (big data) ya está aquí. En la industria de la energía solar las tecnologías digitales han significado avances, como drones para inspeccionar instalaciones, aprendizaje automático (machine learning) para supervisar plantas y mapas elaborados con datos satelitales.

Como en otras industrias, ser capaz de aprovechar el potencial de la digitalización crea una enorme ventaja competitiva; en este sentido, en Atlas hemos hecho de la digitalización una prioridad.

Un ejemplo es la planta solar Juazeiro, en Brasil. Los grandes proyectos de energía renovable incluyen una subestación que requiere terreno y tiempo para construirla. Al instalar en Juazeiro la primera subestación digital de América Latina empleamos la más avanzada tecnología; pero también incrementamos la productividad, la seguridad y la confiabilidad del suministro. Comparada con una subestación convencional, nuestra subestación digital necesita mucho menos espacio, reduce la cantidad de cable de cobre necesaria y permite una operación más eficiente de la red eléctrica, que incluye su supervisión, evaluación y control[1] .

INNOVACIÓN OPERATIVA

El costo de la energía solar ha disminuido continuamente con el paso del tiempo gracias a las mejoras tecnológicas. Sin embargo, sacar lo mejor de la tecnología para aumentar la confiabilidad del suministro —que al final del día es lo que todo el mundo busca— implica que los productores de energía solar mejoren continuamente su propuesta de valor.

Ofrecer electricidad solo cuando el sol brilla será insuficiente para satisfacer las necesidades de los clientes. Un socio robusto ofrecerá un amplio abanico de soluciones, desde baterías u otras tecnologías de almacenamiento energético hasta redes eléctricas inteligentes que ahorran energía o permiten que los clientes se desconecten de la red cuando lo necesiten.

Con el aprovechamiento de las herramientas operativas, desde sensores hasta inteligencia artificial, Atlas busca continuamente mejoras marginales que mitiguen los riesgos para los clientes, permitan ahorrar y garanticen el suministro de energía.

Nuestro objetivo es ofrecer energía solar de la manera más eficiente posible; esto significa mejorar cada día la forma como hacemos las cosas, desde la operación de los sistemas hasta los métodos de construcción de las plantas.

INNOVACIÓN FINANCIERA Y CONTRACTUAL

Creemos que es importante innovar en la producción y el suministro de energía solar; pero un socio realmente innovador necesita ir más allá.

La estrategia de financiamiento de un productor de energía solar es clave en su manera de llevar a cabo los negocios y en los límites de lo que puede ofrecer. La mayoría de los proyectos de energía solar emplean la tradicional financiación de proyectos que grava el activo en favor de los prestamistas. Aunque esta manera de estructurar el financiamiento es útil en la mayoría de los casos, implica poca flexibilidad, de manera que no es factible combinar diferentes plantas y diferentes compradores, cada uno con su propio contrato de suministro de energía, ni añadir tramos de deuda o proyectos adicionales.

Los productores de energía solar que pueden pensar “fuera de la caja” en lo que respecta al financiamiento pueden disminuir costos, mitigar riesgos y trasladar a sus clientes las ganancias de eficiencia.

En Atlas buscamos continuamente vías para estructurar contratos de suministro más flexibles sin dejar de cumplir nuestros parámetros de riesgo. Dado que empleamos mejores y más complejas prácticas de mitigación de riesgos, podemos diseñar contratos de suministro sólidos y rentables adaptados a las necesidades de nuestros clientes.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE TENER UN SOCIO INNOVADOR?

La innovación se ha convertido en un factor competitivo clave de las empresas en todo el mundo. Una reciente investigación de PwC muestra que, en los últimos tres años, las compañías que innovan han crecido 16% más rápido que aquellas que no lo hacen; y la brecha se ensancha.

En la industria de la energía solar, en la que se manejan contratos de hasta 25 años, escoger un socio sólido, rentable y en crecimiento es fundamental para el éxito de un proyecto. Las compañías más confiables en esta industria son las que mejoran constantemente, pues son las únicas que pueden proveer la confianza necesaria para alcanzar los objetivos establecidos en un contrato de suministro de energía solar.

FUENTES

https://www.energyglobal.com/solar/22082019/atlas-renewable-energy-announces-new-solar-plant-in-brazil/
https://www.pwc.es/es/publicaciones/gestion-empresarial/assets/breakthrough-innovation-growth.pdf
https://www.energyglobal.com/solar/22082019/atlas-renewable-energy-announces-new-solar-plant-in-bra

[1] Source: energygloblal.com

https://www.energyglobal.com/solar/22082019/atlas-renewable-energy-announces-new-solar-plant-in-brazil/

No hay duda de que la primera mitad de 2020 no resultó como se había planeado. Sin embargo, mientras la actual situación económica  mundial ha puesto en tensión a la mayoría de las industrias, el precio bajo de la energía le brinda a los grandes consumidores corporativos una oportunidad sin precedente para mantener sus costos reducidos, apuntalar su modelo de negocio y protegerse frente a las incertidumbres. Aquí se explica por qué.

Controlar los costos

El impacto financiero de la covid-19 sobre las empresas de América Latina ha sido amplio y profundo. Las acciones de las empresas latinoamericanas cayeron 35%[1] en los primeros seis meses de 2020, comparado con una pérdida de 10,4%[2] en todos los mercados emergentes.

Con tanta incertidumbre aún por delante, una planeación a largo plazo es casi imposible. Pero controlar los costos de la energía puede ser un medio para liberar capital de trabajo, fortalecer el balance general y ganar visibilidad a largo plazo.

Esta es la primera vez en la historia reciente que el precio de la energía es tan favorable, y nadie puede predecir cuánto durará así. En la mayoría de los mercados de América Latina, la energía renovable es competitiva frente a las energías convencionales, y en muchos casos hasta más económica. Los grandes consumidores de energía tienen hoy una oportunidad sin precedente para negociar los mejores acuerdos de largo plazo y no pueden darse el lujo de perder esta oportunidad.

¿Por qué las energías renovables?

Recientemente hemos visto la velocidad y la escala de lo que pueden alcanzar los movimientos sociales en todo el mundo, y cómo los consumidores “votan” con sus bolsillos para recompensar a los actores responsables. El activismo medioambiental no es diferente. Las empresas que reconocen esto y transforman sus modelos de negocio para alejarlos de las fuentes energéticas contaminantes aseguran su futuro, responden a sus consumidores y adaptan su estrategia, abastecimiento y logística al mundo del mañana.

En los mercados financieros se desarrolla una creciente tendencia que favorece a las compañías con sólidas políticas ambientales, mientras que las que no las tienen encuentran menos financiamiento, o más caro. Por ejemplo, BlackRock, la empresa de gestión de activos más grande del mundo, afirmó en enero que retirará sus inversiones de aquellos activos con grandes riesgos medioambientales. Y este es solo el comienzo.

Mientras las calificadoras de riesgo Fitch y S&P Global Ratings reportan que las condiciones crediticias en América Latina empeoran en medio de la pandemia, las industrias intensivas en energía de la región buscan mejorar su gestión energética para protegerse de la tormenta en los mercados financieros. Una manera de hacerlo es tomar internamente las decisiones en torno a la compra de energía, para controlar los atributos del producto y de los servicios que adquieren.

En efecto, para muchas empresas tener una sólida estrategia energética se ha convertido en algo tan importante como tener la mejor estrategia financiera. Tanto consumidores como accionistas quieren pruebas de las credenciales ambientales de las empresas, tales como si las energías renovables han sustituido a las fuentes tradicionales, o si su energía proviene de un proveedor con relaciones armoniosas con las comunidades y con una estrategia social. Todos estos factores pueden ser controlados si la compra de energía se hace internamente.

Asociarse para el bien

La buena noticia es que los grandes consumidores corporativos no necesitan construir sus propias plantas de energía renovable para acceder a tales beneficios. Con los contratos de compra de energía (PPA), los consumidores corporativos de América Latina pueden tomar las mejores decisiones de abastecimiento energético con la ayuda de un socio competente. Esta es la oportunidad perfecta para reducir riesgos, sean los de una reacción adversa de clientes y mercados financieros en relación con el suministro de energía, o los inherentes a la ejecución de un proyecto de generación de energía renovable.

Los proyectos de energía renovable son  rápidos y relativamente simples de ejecutar y tienen una modularidad que les permite adaptarse al tamaño del comprador corporativo de energía. Más aún, el comprador puede aprovecharlos para demostrar sus compromisos sustentables y dar señales tanto a clientes como a inversionistas de que están en el lado correcto de la ecuación climática.

Las industrias intensivas en energía: el corazón de la economía latinoamericana

En América Latina, un continente rico en recursos, las industrias extractivas y químicas son grandes consumidoras de energía y su actividad representa una importante proporción de la economía y las exportaciones.

Pero las grandes empresas mineras y químicas no son las únicas que pueden sacar ventajas de la situación actual. En América Latina hay un amplio espectro de grandes consumidores de energía, desde los agro negocios hasta la industria farmacéutica y de la salud, el procesamiento de recursos minerales, la desalinización de agua, el sector tecnológico e incluso los minoristas. Las grandes empresas internacionales que operan en Chile, Perú, Brasil y México se han movido pronto en este respecto, desde la minera británica Anglo American hasta la multinacional Dow.

Se ha abierto una ventana de oportunidad para transitar de las energías convencionales a las renovables. Es difícil saber cuánto durará esta recesión, cuán pronto llegará la recuperación y, más importante aún, qué otros hechos imprevistos pueden forzar los costos de la energía en la dirección opuesta.

Si estos últimos meses nos han enseñado algo es que en los modelos de simulación de riesgos deben incluirse los factores más extremos. Los contratos de compra de energía renovable son una herramienta clave para que los negocios intensivos en energía resistan en los tiempos que seguirán a la pandemia. Esos contratos no solo ofrecen precios atractivos y a largo plazo, sino que permiten que las compañías se pongan en sintonía con las expectativas de los consumidores.

FUENTES

https://www.iea.org/reports/renewable-energy-market-update/challenges-and-opportunities-beyond-2021
https://gwec.net/gwec-and-olade-team-up-to-drive-the-energy-transition-in-latin-america/
https://www.gartner.com/smarterwithgartner/9-future-of-work-trends-post-covid-19/

[1]  Fonte: Reuters MSCI https://www.reuters.com/article/emerging-markets-latam/emerging-markets-latam-fx-stocks-fall-on-spike-in-virus-cases-dour-growth-forecast-idUSL1N2E11WA
[2] Fonte: Hargreaves Lansdown https://www.hl.co.uk/news/articles/how-are-stock-markets-in-latin-america-coping-with-coronavirus-turbulence

El sector de las energías renovables de América Latina se encamina hacia los 239 gigavatios de capacidad instalada de energía eólica y solar en el año 2040, un hecho que demuestra el enorme potencial del sector como oportunidad de inversión. En este artículo echamos un vistazo a las principales oportunidades del mercado privado de las energías renovables, y evaluamos algunas de sus incertidumbres.

En todo el mundo, el apoyo a las viejas industrias contaminantes se ha desvanecido, mientras que la energía limpia y verde ha ganado popularidad. En lo que respecta a los combustibles fósiles, estos experimentan un rápido declive y el sector de la energía convencional se desempeña consistentemente por debajo del índice S&P 500. Una reciente investigación muestra que las energías renovables supondrán 77% de las inversiones en nueva generación energética que se harán hasta 2050.

América Latina, la región con más abundancia de recursos solares y eólicos del mundo, está destinada a desempeñar un papel fundamental en la transición energética, y varias tendencias señalan que es ahora el momento adecuado para invertir en el sector.

Factores económicos

A diferencia de las economías de Estados Unidos y Europa, en donde el mercado de electricidad convencional está estancado o en retroceso, la clase media de América Latina se ha expandido durante la última década, tanto en cifras absolutas como en porcentaje de los hogares; esto ha aumentado las necesidades energéticas. La demanda latinoamericana de energía crece año a año: por un lado, la movilidad social permite que la gente compre electrodomésticos y, en general, lleve un estándar de vida más moderno, lo que implica un mayor consumo de energía; por otro, en muchos países latinoamericanos se expanden las operaciones de las industrias intensivas en consumo energético.

Creemos que esta creciente demanda será mejor atendida por las energías renovables. Primero, por sus costos: a diferencia de otras regiones del mundo, los costos de la energía renovable en América Latina son competitivos en relación con los de cualquier nueva capacidad de generación térmica que se agregue, aun sin subsidios. La reducción masiva de sus costos en la última década es una de las principales razones por las que las energías renovables transforman rápidamente la mezcla de electricidad de la región.

Pero las renovables no solo atenderán la demanda energética del futuro. En muchos mercados, los costos competitivos de la energía renovable pueden socavar los activos termoeléctricos ya operativos. Esto abre la oportunidad para reemplazar esos activos por inversiones en energía renovable, algo que ya ocurre en Chile, que lleva a cabo un plan para descarbonizar su matriz energética, que prevé completar en 2040. Otros países seguramente seguirán a Chile; es solo cuestión de tiempo.

La estructura de las economías latinoamericanas es también un importante factor. Los países latinoamericanos se encuentran entre los más importantes exportadores de recursos naturales del mundo; por lo tanto, buena parte de su bienestar depende de las compañías petroleras y mineras y de sus clientes. Este sector industrial se encuentra muy presionado para que reduzca sus emisiones de carbono y sea cada vez más amigable con el medioambiente. Como resultado, para esas empresas la compra de energía renovable se ha convertido en parte importante de su estrategia.

Pero no son solo las empresas exportadoras de recursos naturales. Compañías multinacionales con fuerte presencia en América Latina —desde el sector tecnológico, con sus centros de almacenamiento de datos, hasta marcas de consumo masivo, conglomerados químicos, empresas manufactureras, compañías automotrices y grandes minoristas—, están cambiando su matriz de consumo energético para atender las presiones de sus consumidores y accionistas de ser más “verdes”.

Proyectos que avanzan

Como en todo panorama, hay algunas incertidumbres.

El papel de los gobiernos sigue siendo esencial en el desarrollo del sector de las energías renovables. En este sentido, ciertas señales —como el aplazamiento de las subastas de electricidad en Brasil y Chile, o los recientes obstáculos regulatorios en México que limitan la operación de nuevas plantas renovables— han demostrado la importancia de conocer profundamente la situación cuando se trata de considerar participar en el mercado.

Mientras tanto, la covid-19 ha afectado gravemente el crecimiento económico mundial, y América Latina no es la excepción. El momento y el ritmo de la recuperación son aún inciertos; sin embargo, creemos que la pandemia tiene el potencial de cambiar la prioridad de las políticas públicas, y que la energía renovable tendrá un papel clave en la recuperación económica de la región después de la crisis.

A pesar de los desafíos globales, los proyectos de energía renovable siguen adelante. Desde una perspectiva global, cuando se analiza la planificación hasta 2025, casi un tercio de los proyectos eólicos y solares están contratados o financiados, de acuerdo con el más reciente reporte de la Agencia Internacional de Energía.

Hay otra tendencia que comienza a advertirse en América Latina y que refuerza nuestra convicción de que la recuperación económica se basará en las energías renovables. Así como la pandemia ha hecho que los planificadores de políticas públicas y los inversionistas se concentren en los asuntos de sostenibilidad, en el sector privado hay un creciente número de reportes que alertan sobre los riesgos financieros que se derivan del cambio climático.

En Chile, por ejemplo, los inversionistas institucionales y la Bolsa de Valores de Santiago han comenzado a poner en práctica los principios dispuestos por el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD, por sus siglas en inglés), una iniciativa del Consejo para la Estabilidad Financiera, organismo internacional que evalúa el sistema financiero global. Creemos que pasos como la adopción de los principios del TCFD incentivarán a un cada vez mayor grupo de fondos a invertir en proyectos verdes, como los de energías solar y eólica.

Un creciente interés en la seguridad

Es posible que la recesión causada por la pandemia sea profunda y duradera. Ante este panorama, la inversión en energías limpias es vista cada vez más no solo como un medio para reducir la contaminación, sino para protegerse contra riesgos y contra la obsolescencia de activos como consecuencia de las presiones pro ambientalistas.

Para los inversionistas, la energía renovable se parece mucho a la inversión inmobiliaria: los mayores costos son en el equipamiento inicial, pero una vez que el proyecto está listo, es un activo estable con pocas partes móviles, bajos costos operativos y un flujo de ingresos muy extenso en el tiempo equiparable a una pensión o a un seguro.

Si el proyecto se combina con un acuerdo de compra de energía, la estabilidad de los beneficios es más evidente. Estos contratos aseguran ingresos por una parte significativa de la vida del proyecto, y pueden equipararse a ser propietario de un edificio con un contrato de arrendamiento con opción a compra por quince años, que garantiza un ingreso por un tiempo considerable. Mientras tanto, se espera que aumente la demanda de energía renovable, especialmente en América Latina, donde se proyecta que el consumo de electricidad aumentará más de 70% de ahora a 2030, de acuerdo con el Consejo Mundial de la Energía Eólica.

Es poco probable que esta demanda la cubran los combustibles fósiles, particularmente porque las crecientes preocupaciones en torno a las emisiones de carbono y al cambio climático han puesto en duda los proyectos aprobados. Como resultado, esperamos que los inversionistas busquen flujos de ingresos de largo plazo y poco riesgo, y que una creciente cantidad de sus recursos vayan a proyectos de energía renovable.

Un mercado que madura

Las ventajas de América Latina cuando se trata de atraer inversión en energías renovables no han pasado inadvertidas. En años recientes hemos visto cómo la confianza de promotores y financistas internacionales se traduce en proyectos en todo el continente.

Estos actores fueron los pioneros. Desde entonces los han seguido grandes empresas de servicios públicos, que han empezado a cambiar el foco de sus inversiones hacia las energías renovables, después de la que las convencionales comenzaron a perder participación de mercado.

Ahora, cuando las empresas empiezan a suscribir acuerdos de compra de energía, el mercado se ha hecho cada vez más dinámico, particularmente en Brasil, Chile y México. Todavía hay mucho espacio para crecer en otros mercados, como Colombia, e incluso en mercados más consolidados vemos oportunidades a medida que se emplean nuevas tecnologías, desde soluciones de almacenamiento de energía hasta módulos fotovoltaicos bifaciales.

Creemos que el mercado se encuentra todavía en su fase de crecimiento y que ofrece múltiples oportunidades para la inversión; varios estudios respaldan esta idea. De acuerdo con la Agencia Internacional para las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), en América Latina habrá, en el año 2050, una capacidad instalada adicional de 132 gigavatios de energía eólica y de 172 gigavatios de energía solar.

Nuestro experimentado equipo de Atlas Renewable Energy está a la vanguardia en el desarrollo y la operación de proyectos de energía limpia en América Latina. Hemos ofrecido a los inversionistas retornos estables y sólidos en Brasil, Uruguay y Chile, y conocemos de primera mano las fortalezas del mercado de energías renovables de América Latina.

Hay en toda la región, como lo hemos señalado en este trabajo, algunas tendencias que nos hacen pensar que la energía renovable es una inversión sólida. Creemos que con los socios correctos y con proyectos cuidadosamente escogidos, inversionistas, financistas y empresas pueden cosechar beneficios del sector durante muchos años. El momento para hacerlo es ahora.

FUENTES

https://www.iea.org/reports/renewable-energy-market-update/challenges-and-opportunities-beyond-2021
https://gwec.net/gwec-and-olade-team-up-to-drive-the-energy-transition-in-latin-america/
https://www.gartner.com/smarterwithgartner/9-future-of-work-trends-post-covid-19/
https://www.irena.org/-/media/Files/IRENA/Agency/Publication/2020/Apr/IRENA_GRO_R06_LAC.pdf?la=en&hash=1493165ED11340CC1F2681321F8D24754F0292C6

Latin America’s renewable energy sector is heading towards 239 gigawatts of installed wind and solar power capacity by 2040, underpinning the tremendous investment potential in the sector. In this article, we take a look at the main opportunities for the private renewable energy market in the region, as well as addressing some of the uncertainties.

Around the world, support for old polluting industries has waned, while clean, green energy has risen in popularity. Fossil fuels are in steady decline, with the traditional energy sector consistently underperforming the S&P 500, and recent research shows that 77% of investments in new power generation to 2050 will be in renewables.

Latin America, home to some of the world’s most plentiful wind and solar resources, is set to play a vital role in this energy transition, and we see a number of trends that point to now being the right time to invest in the sector.

Economic factors  

Unlike the more consolidated economies of the US and Europe where the conventional electricity consumer market is either stagnant or shrinking, Latin America’s middle class has been expanding over the past decade, both in absolute terms and as a share of total households, fueling domestic energy needs. The region’s demand for electricity is increasing consistently year-on-year: Social mobility enables the population to buy appliances and lead more modern lives with greater energy consumption, while in many countries the energy-intensive industries that form a core part of the business community continue to expand operations.

We believe this demand will be best met by renewables, firstly because of cost: unlike in other regions, renewable energy is competitive against new thermal generation in Latin America, even without subsidies. There is little doubt that massive cost reductions in the last decade are one of the main reasons behind renewables rapidly transforming the region’s electricity mix.

But it’s not only future energy demand that we see being addressed by renewables. In many markets, the cost competitiveness of renewable energy can undercut existing thermal assets. This opens up the opportunity of capacity replacement by renewables – something we’re already seeing in Chile, which has implemented a decarbonization roadmap, to be completed by 2040. Other countries are likely to follow suit; it’s only a matter of time.

The make-up of Latin America’s economies is also an important factor. As major exporters of the commodities that power the growth of the rest of the world, the region’s fortunes are driven in large part by international oil and mining companies and their clients – all of which are seeing increased pressure to reduce their carbon footprint and demonstrate progress in sustainability. As a result, renewable energy procurement has become an increasingly important part of their corporate strategy.

Moreover, it isn’t just the commodity exporters. We’re seeing multinational companies with a strong presence in Latin America, from the tech sector with its data centers to consumer goods brands, to chemicals conglomerates, manufacturing companies, car companies, and even large retailers, change their approach to energy consumption in the face of shareholder and consumer pressure to go green.

Projects moving forward

Like any outlook, however, there are some uncertainties.

The role of government remains instrumental to renewable energy deployment, and certain developments, such as the postponements of electricity auctions in Brazil and Chile, or recent regulatory roadblocks in Mexico that limit the operation of new renewables plants, have demonstrated the importance of strong on-the-ground knowledge when considering participating in the market.

Meanwhile, the Covid-19 pandemic has seriously dented global economic growth, and Latin America is no exception. The timing and pace of the recovery remain unpredictable, however, we believe that the pandemic has the potential to change the priority of government policies, and renewable energy will play a key role in Latin America’s rebound from the crisis.

Despite these global challenges, renewable energy projects are still going ahead. On a global level, looking at the project pipeline through 2025, almost one-third of wind and solar PV projects are already contracted and/or financed, according to the International Energy Agency’s latest renewable energy market update[1].

There’s another trend that we’re starting to see in the region which adds strength to our conviction of a renewables-led economic recovery. As the pandemic accelerates the focus on sustainability from policymakers and investors, we have seen an increase in the take-up of private-sector reporting on exposure to climate-based financial risks. One example is in Chile, where institutional investors and the Santiago Stock Exchange have started to implement the principles laid out by the Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD), an initiative started in 2015 by the Financial Stability Board. We think this will lead to an even greater number of funds investing in green projects, such as wind and solar power, further driving the growth of the sector.

A flight to safety

With projections for a deep and long-lasting global recession as a result of pandemic-related lockdown measures, investing in clean energy is increasingly viewed not just as a way to reduce pollution, but as a means to hedge against future risks and stranded assets.

For investors, renewable energy is much akin to real estate investment: the largest cost is the initial equipment, but once the project is completed, it represents a stable asset with few moving parts, low operating costs and very long term revenue streams that can be paired with pension and insurance obligation maturities.

If the project is developed with a power purchase agreement (PPA), the stable nature of the benefits is even more evident. These structures secure electricity revenues for a significant part of the project life, and can be likened to owning a building with a 15-year lease already signed, guaranteeing income for years to come. Meanwhile, renewable energy demand is expected to continue to surge – especially in Latin America, where electricity consumption is projected to rise more than 70% by 2030, according to the Global Wind Energy Council.[3]  

This capacity is unlikely to be made up by fossil fuels, particularly as growing concerns over carbon emissions and climate change put project approvals in doubt. As a result, we expect to see a flight to quality by investors seeking low-risk, long-term revenue streams, with increased allocations going to renewable energy infrastructure.

A maturing market

Latin America’s advantages when it comes to attracting investment into renewables hasn’t gone unnoticed. In recent years, we’ve seen the confidence of international developers and international lenders alike translate into projects across the continent.

These players were first movers, and they have since been followed by large utility companies, which have begun to switch their investment focus to renewables after conventional energy began to lose market share.

Now, as corporations start to take up PPAs in their droves, the market has become increasingly dynamic, particularly in Brazil, Chile, and Mexico. There’s still a lot of room for growth in other markets, such as Colombia, and even in the more consolidated markets, we are seeing further opportunities as new technologies are being deployed, from storage solutions to bifacial modules in photovoltaic plants.

We believe that the market is still early in its growth curve, presenting multiple opportunities for investment, and various studies back that up. According to the International Renewable Energy Agency (IRENA), by 2050, Latin America will see an additional 131GW of installed wind capacity and 172GW of new solar capacity.

At Atlas Renewable Energy, our experienced team is at the forefront of developing and operating clean energy projects in Latin America. We have provided investors with stable, strong returns in Brazil, Uruguay, Chile, and beyond, and we know first-hand the strength of the region’s renewable energy market. Throughout the region, as we’ve outlined here, there are several trends that we think make renewable energy a compelling investment play. We believe that with the right partners and carefully chosen projects, investors, financiers and corporations alike can reap the benefits of the Latin American renewable sector for many years to come – and the time to do so is now.

SOURCES COMPILATION

https://www.gartner.com/smarterwithgartner/9-future-of-work-trends-post-covid-19/
https://www.irena.org/-/media/Files/IRENA/Agency/Publication/2020/Apr/IRENA_GRO_R06_LAC.pdf?la=en&hash=1493165ED11340CC1F2681321F8D24754F0292C6
https://gwec.net/gwec-and-olade-team-up-to-drive-the-energy-transition-in-latin-america/
https://www.fsb-tcfd.org/supportive-quotes/
https://www.iea.org/reports/renewable-energy-market-update/challenges-and-opportunities-beyond-2021


Los proyectos de energía renovable en América Latina han mostrado una notable resiliencia durante la pandemia de la covid-19, si se los compara con otros sectores de infraestructura. Después de superar las dificultades de oferta al comienzo del año (debido a la detención temporal de las fábricas), la construcción de proyectos de energía solar y eólica no ha experimentado las paralizaciones que han afectado a otras industrias.

A medida que nos adaptamos a la nueva normalidad, nos esforzamos en aplicar las mejores prácticas para asegurar la salud y la seguridad de los trabajadores. En este artículo compartimos lo que hemos aprendido y cómo la covid-19 ha demostrado, una vez más, la fortaleza del sector de la energía renovable, aun en medio de una crisis sanitaria global.

Aprender de la experiencia de otros

Para todo el mundo la pandemia es una situación inédita, pero eso no significa que vamos a reinventar la rueda. En Atlas tenemos fuertes relaciones en todo el mundo y las estamos aprovechando. Gracias a nuestros proveedores en China y nuestros experimentados contratistas europeos, hemos aprendido de los países en los que ya se ha pasado lo peor de la pandemia y hemos adoptado sus protocolos como punto de partida para poner en práctica los mejores estándares de seguridad en América Latina.

Protegemos a nuestros trabajadores

Por su misma naturaleza, en los sitios en donde se ejecutan los proyectos de energía renovable es fácil adoptar las medidas de distanciamiento entre las personas. Las turbinas eólicas se disponen con varios cientos de metros entre ellas en espacios vastos y abiertos, y la más pequeña de nuestras plantas solares mide decenas de hectáreas. Esta realidad nos ayuda a mitigar los riesgos de contagio.

Pero confiar en las ventajas de la naturaleza no es suficiente. Para mantener protegidos a nuestros trabajadores, hemos tenido que identificar y controlar muchos factores de riesgo, presentes aun antes de que los trabajadores lleguen al sitio de la construcción.

En este sentido, hemos adaptado los medios de transporte de nuestros trabajadores y contratistas para asegurar que se mantenga la distancia entre las personas. También hemos aplicado métodos profundos y diarios de limpieza y desinfección de los vehículos.

Una vez que los trabajadores llegan al sitio de la construcción, organizamos reuniones diarias en las que discutimos temas relacionados con la covid-19. El objetivo es asegurarnos de que todos estén conscientes de los protocolos de seguridad y dar a los trabajadores la oportunidad de aclarar cualquier inquietud sobre su salud. Además, tomamos medidas para identificar cualquier síntoma relacionado con el coronavirus, como medir la temperatura corporal y realizar cuestionarios para identificar a los trabajadores que hayan estado en contacto con alguna persona expuesta al virus.

Como sabemos que muchos infectados son asintomáticos, somos muy estrictos en proteger a nuestro personal. Por ello revisamos minuciosamente todas las operaciones de nuestra cadena de producción, para suprimir cualquier contacto físico con los proveedores. En los sitios de construcción desinfectamos las áreas comunes y proveemos a nuestros trabajadores con equipo de protección, que incluye máscaras y guantes. Tal como se hace en otros lugares, estamos explorando la posibilidad de ofrecer pruebas remotas de detección de virus, que darían una protección adicional a nuestros trabajadores.

Nuestros sitios de construcción siempre han sido tecnológicamente avanzados, pero en estos tiempos difíciles estamos llevando las cosas un paso más allá. Un ejemplo son los “paseos virtuales de seguridad”, con los cuales nuestros supervisores pueden ahora evaluar, a distancia y por video, el desempeño de los trabajadores, así como su cumplimiento de las medidas de seguridad sanitaria.

Adicionalmente, hemos separado a los trabajadores por grupos, lo que minimiza las interacciones y permite poner en cuarentena a pequeños grupos en caso de que se reporte alguna infección: una manera eficiente de trabajar aun durante la pandemia.

Combatimos la información confusa

Uno de los asuntos más difícil enfrentados por las autoridades sanitarias ha sido asegurar que la población esté adecuadamente informada y desmentir los mitos acerca de la transmisión, el diagnóstico y el tratamiento de la covid-19. Para nosotros la correcta información es un asunto muy importante, porque queremos que todos los participantes e interesados en nuestras operaciones estén alineados en lo que concierne a cómo identificar y mitigar los riesgos de la covid-19.

Nuestro personal médico tiene un papel clave en comunicar a los trabajadores la información acerca de la enfermedad y en asegurar que comprendan que las precauciones que toman en el trabajo son también necesarias fuera de él para proteger a sus familias. Además, nuestro personal de enlace con las comunidades en las que operamos ha producido material con información confiable que comunicamos por medios y redes sociales.

Trabajamos juntos como un ecosistema

No trabajamos en un silo, y en estos tiempos difíciles hemos aprendido que los canales de comunicación abiertos son claves para alcanzar las metas. La generación de energía renovable tendrá un papel clave en la transformación económica que vendrá después de la pandemia, y nos corresponde cumplir nuestros compromisos con los proyectos. Nuestros estrechos lazos con autoridades locales, con las comunidades donde operamos y con nuestros contratistas han sido vitales, y hay un común entendimiento de que necesitamos trabajar juntos mientras nos adaptamos a la nueva normalidad.

Hemos visto reacciones positivas por parte de nuestros contratistas, que nos han hecho sugerencias y recomendaciones basadas en su experiencia. Este giro hacia la búsqueda de modelos y el intercambio de conocimiento ha dado como resultado la creación de mejores prácticas que van más allá de lo exigido por la legislación, y que servirán para aumentar la resiliencia en la industria.

Por su parte, las autoridades locales, conscientes de la necesidad de salvaguardar los empleos así como la salud de sus comunidades, han facilitado la transferencia de conocimiento entre las empresas que operan en sus jurisdicciones, para apoyar la culminación de proyectos que traerán tanto empleo como energía limpia a la población. Creemos que este nuevo foco en la cooperación permanecerá y ayudará a mejorar la eficiencia de la industria.

Avanzar por la curva de aprendizaje

Vivimos tiempos sin precedentes, y todavía nos estamos adaptando. Sin embargo, nuestra experiencia nos enseña que, al menos en lo que respecta al sector de la energía renovable, los impactos de la covid-19 pueden ser gestionados con éxito, hasta el punto de que no prevemos ningún obstáculo en la ejecución de los proyectos en los meses por venir. En este sentido, el mundo puede seguir invirtiendo en los proyectos de energía renovable que crean cientos de miles, e incluso millones, de empleos.

La demanda de energía renovable sigue siendo grande en América Latina, y al aplicar los mejores estándares de la industria para proteger a la gente de la covid-19, aseguramos la sostenibilidad de nuestros proyectos en los muchos años por venir.

FUENTE
Entrevistas a ejecutivos de Atlas Renewable Energy, mayo 2020.

El mercado de las energías renovables en América Latina ha experimentado una dramática transformación en los últimos años: los riesgos políticos, las tendencias en las inversiones, los avances tecnológicos y los choques externos han afectado de muchas maneras al sector. A medida que la pandemia del covid-19 sacude como nunca las economías del mundo, desde Atlas mostramos las tendencias del mercado latinoamericano y ofrecemos nuestra perspectiva del futuro del sector.

El sector de la energía resiste en medio de la ralentización de los proyectos de infraestructura

A medida que se calculan los costos económicos y humanos de el covid-19, comienza a revelarse el impacto de la pandemia sobre los proyectos de infraestructura. El coronavirus ha cerrado fábricas, detenido la producción y retrasado los embarques. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) calcula una caída potencial de las exportaciones mundiales del orden de los 50.000 millones de dólares solo en el primer trimestre de 2020[1].

Del lado de la demanda, debido a que los recursos financieros y humanos de los gobiernos están ocupados en combatir la pandemia, los proyectos de infraestructura que estaban en marcha se han detenido y los que estaban previstos se han cancelado. Con el confinamiento aún vigente en muchas regiones, las compras de los gobiernos se han paralizado, mientras que las restricciones operativas y la incertidumbre económica aplazan la inversión privada en muchos proyectos de infraestructura.

La situación en el sector de la energía es distinta. Dado que mucha de la actividad económica depende de la electricidad; el mantenimiento, y aún la expansión para su acceso se han convertido en prioridades. De hecho, los gobiernos en América Latina han catalogado como claves a los proyectos de energía, aun durante el confinamiento.

La demanda por las energías renovables se mantiene, incluso frente a la caída del consumo de electricidad

Esto no quiere decir que todo esté bien en el sector de la energía. La pandemia ocasionada por el covid-19 ha causado el mayor colapso de la energía global en más de siete décadas, con una caída de 6% de la demanda en 2020, el equivalente a perder toda la demanda de la India, el tercer país con mayor consumo energético del mundo[2].

La peor parte de este colapso energético se la lleva el carbón, cuya caída es tal que es posible que esta industria no se recupere.

Las estadísticas apoyan nuestro parecer: durante todo un mes, en el Reino Unido no se encendió un solo trozo de carbón para producir electricidad, el período ininterrumpido más largo desde 1882. Suecia cerró dos meses antes de lo previsto su última planta de producción de electricidad con base en carbón. Y por primera vez en la historia, este año Estados Unidos producirá más energía a partir de fuentes renovables que de carbón. No creemos que el carbón regrese en el futuro próximo, mucho menos cuando las preocupaciones sobre las emisiones de carbono y el cambio climático han puesto dudas sobre la aprobación de nuevos proyectos.

La caída de la demanda de casi todos los combustibles es, en general, enorme, especialmente de carbón, petróleo y gas. Pero las energías renovables se mantienen, de acuerdo con un reciente reporte de la Agencia Internacional de la Energía. Según este organismo, las energías solar y eólica están en camino de aumentar la producción de energías renovables en un impresionante 5%, mientras los gobiernos aprovechan la baja demanda para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y hacer la transición hacia las energías limpias.

Adicionalmente, dado que la pandemia golpea las finanzas de las empresas, estas están comenzando a buscar fuentes de energía más económicas, de manera de reducir sus costos; el resultado es un impulso adicional a la demanda por las energías eólica y solar. Como resultado, el sector energético que emergerá de la crisis económica actual será bastante distinto: las energías renovables darán forma al futuro de la energía.

Los avances tecnológicos disminuyen los costos

Una de las más obvias razones por las que a las energías renovables les va bien, particularmente en América Latina, son sus bajos costos. Esta tendencia a la baja de los precios se va a consolidar aún más, a medida que los avances tecnológicos hagan que las energías solar y eólica sean más baratas (y sobre todo, mejores).

Y no lo decimos nosotros. El más reciente informe de la Agencia Internacional para las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) muestra que la energía renovable no subsidiada es hoy la fuente de energía más asequible en muchos lugares y mercados, y que los costos seguirán reduciéndose en la próxima década.

Mientras tanto, las mejoras en los sistemas de almacenamiento de energía mediante baterías —que pueden incorporar grandes cantidades de energías solar y eólica a los sistemas de energía—, así como el aumento de las redes inteligentes y de los sistemas de medición en América Latina harán que la producción de electricidad renovable a bajo costo sea la punta de lanza de la transformación del sector energético de Latinoamérica hasta 2050.

Una nueva perspectiva financiera

A medida que los gobiernos traten de superar los efectos económicos de la pandemia, los inversionistas aumentarán sus demandas por obtener retornos seguros, rentables y predecibles. Los proyectos de energías renovables (ya operativos o completamente nuevos) de empresas como la nuestra, con una robusta experiencia en la industria, cobran aún más sentido en tiempos como este.

De hecho, como las energías eólica y solar ya no se consideran tecnologías incipientes, los inversionistas se sienten cada vez más cómodos en estos sectores. Los más recientes datos de BloombergNEF lo prueban: la inversión mundial en energías renovables escaló a 282.000 millones de dólares en 2019, 1% más que el año anterior, incluso en un ambiente de negocios global moderadamente optimista.

En América Latina, este crecimiento fue sustancialmente mayor. En 2019, la inversión en energías renovables en Brasil aumentó 74%, hasta los 6.500 millones de dólares; en México fue de 4.300 millones, un 17% más, mientras que en Chile alcanzó los 4.900 millones, cuatro veces más. Solo Argentina fue la excepción, con una caída de 18%.

La inversión en el sector llega de todos lados. En los últimos cinco años, los mayores bancos de inversión han incrementado su financiamiento de largo plazo, y también los mercados de capital han confiado en el sector. Esta oferta de opciones permite a los promotores obtener recursos de manera más eficiente, tanto en términos de costos como de plazos, que se traducen en una disminución de los costos de la electricidad, lo que a su vez hace que se puedan obtener contratos al menor precio.

Además, la creciente tendencia hacia unas finanzas sustentables está dando dividendos en el mercado de las energías renovables de América Latina, con bonos verdes grado inversión que impulsan la construcción de numerosos proyectos en la región. Nuestra reciente colocación privada de 253 millones de dólares con DNB Markets para refinanciar a Javiera y construir Sol del Desierto, dos plantas de energía solar en el norte de Chile, es hasta hoy la mayor colocación privada “verde” para financiar una planta fotovoltaica en América Latina. Mientras tanto, estructuras financieras innovadoras, como los 114 millones de dólares en bonos que emitimos para nuestras plantas solares El Naranjal y Del Litoral, en Uruguay, demuestran la habilidad de los actores nacionales para armar una estructura de capital sólida. La emisión fue colocada por DNB Markets y la Corporación Interamericana de Inversiones, y fue dispuesta como una estructura de bonos clase A y clase B con un tramo grado inversión y otro tramo grado subinversión, ambos a tasas atractivas y largos plazos.

El auge de los PPA corporativos

Sin embargo, estructurar el tipo adecuado de financiamiento es solo la mitad de la batalla. Para los inversionistas, la clave de su decisión es la habilidad de un productor de energía para firmar contratos de suministro con consumidores con sólidos indicadores financieros.

Debido en gran parte a la presión sobre las empresas para que adopten soluciones energéticas sostenibles y económicas, en América Latina han cobrado auge los acuerdos de compraventa de electricidad (PPA, por sus siglas en inglés), en los que las empresas compran electricidad directamente a productores de energía independientes y no a empresas de servicios públicos.

En este sentido, 2019 fue un año récord para los PPA en América Latina. Ese año, las empresas compraron 2 gigavatios de energía limpia (tres veces más que en 2018). Estas compras se incrementarán a medida que un creciente número de compañías reduzcan sus emisiones, en línea con el Acuerdo de París y con iniciativas como la RE100, en la que las grandes empresas se comprometieron a cubrir todo su consumo de electricidad con energías limpias.

Pero no son sólo las consideraciones de sustentabilidad las que impulsan esta tendencia. La liberación de los mercados juega también su parte. En efecto, en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú se han promulgado reglamentos que facilitan el acceso de los consumidores a los contratos bilaterales de adquisición de energía y a los mercados de energía al contado; con esos acuerdos las empresas pueden obtener ventajas financieras y económicas, como capacidad para predecir los precios a largo plazo y para protegerse frente a los incrementos de los precios.

A medida que crecen los mercados de producción y almacenamiento de energía renovable, más estructuras innovadoras están disponibles para difundir los PPA corporativos a un número mayor de clientes. La tendencia es hacia suscribir menos contratos take-or-pay (que obligan al comprador a pagar por la energía, independientemente de si el vendedor la entrega o no) y más acuerdos adaptados a las necesidades energéticas de los clientes.

La inversión y las políticas energéticas apoyan la transición hacia las energías renovables e impulsan la economía

Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático efectuada en Madrid en 2019, una iniciativa regional coordinada por la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) propuso que al menos 70% de la electricidad producida en 2030 en la región se obtenga a partir de energías renovables. El acuerdo, suscrito por Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay y Perú, está abierto a incorporar otros países. La intención del acuerdo es también aprovechar el extraordinario progreso alcanzado en América Latina gracias a las reformas aplicadas por los gobiernos, cuyo objetivo ha sido atraer inversiones a la industria de las energías renovables.

América Latina continuará a la vanguardia en su esfuerzo para aumentar la participación de las energías renovables en su matriz energética, aún en el incierto escenario político de algunos países. De hecho, si bien en sus inicios los gobiernos suelen proponen nuevas políticas de inversión y de energía que afectan el apetito de los inversionistas, el compromiso general con las energías limpias se ha mantenido bastante constante en Latinoamérica.

La continua rentabilidad de la energía renovable ofrece un marcado contraste con otras inversiones en la región; muchos ven al sector como una apuesta segura en estos tiempos turbulentos. De hecho, más que ser una apuesta segura, creemos que las energías renovables ayudarán a acelerar la recuperación económica de América Latina después de la covid-19.

Tierra de oportunidades, con el socio correcto

El mercado de la energía renovable en Latinoamérica se encuentra en un punto de inflexión, listo para expandirse y para ayudar a la recuperación económica después de la covid-19. Con políticas energéticas y de inversión favorables y una demanda de energía limpia en aumento, la región ofrece un panorama sin precedentes para inversionistas capaces de comprender el mercado.

Pero no todas las oportunidades son iguales. Para lograr sacar provecho de la actual revolución de la energía verde en América Latina, los inversionistas deben asegurarse de contar con socios confiables capaces de diseñar transacciones favorables basadas en una gestión de riesgos consistente y en contratos de financiamiento estables y a largo plazo con promotores solventes.

Atlas es una empresa líder en la generación de energía renovable con operaciones en América Latina. Con una de las bases de activos solares más grandes de la región, Atlas se especializa en desarrollar, construir y operar proyectos de energía renovable a gran escala adaptados a las necesidades energéticas de América Latina. Para mayor información: contacto@atlasren.com

FUENTES


[1] https://unctad.org/en/pages/newsdetails.aspx?OriginalVersionID=2297

[2] https://www.weforum.org/agenda/2020/05/covid19-energy-use-drop-crisis/