Cuando el mundo se encerró también se conectó, y la rápida adopción digital provocada por la pandemia del Covid-19 continuará durante la recuperación, y por mucho más tiempo. Pero potenciar la nueva normalidad digital de forma sustentable debemos  tener en cuenta  la energía que utilizamos, y a medida que las empresas se ven cada vez más obligadas a informar sobre las emisiones de carbón a lo largo de sus cadenas de valor, ya no pueden permitirse ignorar el impacto medioambiental de la nueva economía digital.

El covid-19 hizo que la digitalización, algo que en el pasado era “un sueño tener”, ahora fuera “algo que se debe tener”, y muchas de las soluciones rápidas que la humanidad encontró  para mantener la economía caminando durante los cierres de la pandemia parece que se quedarán aquí por mucho tiempo.

Como lo declaró el director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, a principios de 2020, dos años de transformación digital se produjeron en dos meses, y el impulso ha continuado. Millones de personas en todo el mundo han sido introducidas a servicios en línea, incluyendo la banca móvil, la telemedicina, la entrega de alimentos, la educación en línea, el comercio electrónico, los servicios de transmisión digital y redes sociales, y no quieren volver atrás.

Según una encuesta global hecha a ejecutivos realizada por McKinsey, empresas de todo el mundo han acelerado la implementación de las capacidades de trabajo remoto y colaboración hasta en un factor de 43, en comparación con las cifras antes de la crisis. También han acelerado en un factor de 25 la adopción de tecnologías digitales para los avances en operaciones y la toma de decisiones empresariales.

Aunque muchas empresas están implementando regresos escalonados a la oficina, se esperan estructuras de trabajo más flexibles en el futuro, y una proporción considerable de empleados afirman que desean trabajar más a menudo desde casa. 

La pandemia ha cambiado fundamentalmente la forma en que trabajamos, hacemos compras y llevamos a cabo nuestras vidas cotidianas. 

Nubes eléctricas

Este vuelo a la tecnología digital supone un enorme aumento de la inversión en Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC). Un informe reciente de KPMG encontró que dos tercios de las organizaciones globales han acelerado su estrategia de transformación digital, con un 63% que ha impulsado su presupuesto de transformación digital. Como resultado, según una investigación de Western Union y Oxford Economics, se proyecta que el valor de los servicios de TIC aumentará un 35% para 2025.

Estos servicios de TIC (redes, servidores, almacenamiento y aplicaciones) se basan de forma abrumadora en la nube. Según Bloomberg NEF, el despegue de la computación en la nube aumentará exponencialmente, de US$1.3bn en el 2019 a US$12.5bn en el 2030 .

Esta nueva economía digital basada en la nube está alimentada por la electricidad, mucha electricidad. Sólo un centro de datos puede utilizar suficiente electricidad para alimentar a 80,000 hogares estadounidenses, y colectivamente, estos espacios representan actualmente aproximadamente el 2% del uso total de la electricidad en Estados Unidos.

Las emisiones de carbono de la infraestructura tecnológica y los servidores de datos que permiten la computación en la nube son ahora mayores que las causadas por los viajes aéreos previos al Covid, según un informe de The Shift Project. Dado que se espera que la demanda de electricidad relacionada con el sector de TI aumente casi un 50% para 2030, el grupo de expertos francés afirma que estas emisiones podrían seguir creciendo a una tasa del 6% cada año. 

La gran tecnología se torna verde

En septiembre, Google prometió suministrar energía a todos sus centros de datos y campus con “energía libre de carbono”, como por ejemplo la solar, las 24 horas del día, para el 2030. Microsoft ha asumido un compromiso similar, diciendo que será “cero carbono” para el 2030. Amazon, que administra la infraestructura global de nube de AWS que constituye la columna vertebral de gran parte de los sitios web del mundo, dijo que también apuntará a un “cero neto” para el 2040.

Sin embargo, no todas las promesas hechas por los proveedores de servicios de tecnología son iguales. Hay muchas maneras de alcanzar el “cero neto”, pero no todas ellas tienen un impacto equivalente en el cambio climático.

Para hacer frente a esto, un número creciente de proveedores de servicios tecnológicos se han comprometido con acuerdos de compra de electricidad (PPAs) que incluyen un requisito adicional. Estas no sólo garantizan la generación de nuevos suministros renovables, sino que también vienen con un certificado de origen en el que se afirma que el 100% de la energía utilizada en la instalación procede de fuentes renovables.

Esto no sólo es bueno para el medio ambiente, también es bueno para los costos. En última instancia, la energía renovable es ahora más barata que los combustibles fósiles en la mayoría de los mercados y, como la electricidad es el principal desembolso para los proveedores de servicios de centros de datos, al utilizar energía solar o eólica, pueden mantener los costos bajos ante una creciente demanda.

Emisiones Scope 3

A menudo, los centros de datos se encuentran a muchas millas de distancia de sus usuarios finales. Pero esto no significa que las empresas puedan darse el lujo de ignorarlos. Los nuevos requisitos de generación de reportes de emisiones Scope 3 significan que las empresas ahora necesitan calcular toda su huella de gases de efecto invernadero a partir de todo lo relacionado con su negocio, incluidos los proveedores y las funciones de inicio a fin.

Si una empresa utiliza tecnología, y gracias a la rápida digitalización que ha generado el Covid esto significa casi todas las empresas, ahora deben tener en cuenta las emisiones asociadas con las empresas que ofrecen su software y servicios.

Muchos proveedores de servicios de computación en la nube han comenzado a proporcionar información sobre las emisiones de carbono de su infraestructura para ayudar a las empresas a tomar decisiones mucho más sustentables. La Calculadora de Sustentabilidad de Microsoft, por ejemplo, permite a las empresas cuantificar el impacto de carbono de cada inscripción en Azure, mientras que Google Cloud ha lanzado una nueva herramienta de porcentaje de energía sin carbono (CFE%) que permite a los usuarios ver qué centros de datos son más limpios, y de esta forma, asignar cargas de trabajo siempre que sea posible.

Un futuro digital sustentable

En Atlas, aunque aceptamos que la economía digital requerirá significativamente más energía en el futuro, no creemos que necesariamente tenga que conducir a más emisiones de CO2. Hay otra manera y, como ya hemos discutido, algunos líderes en tecnología ya están trazando un camino por delante.

A medida que cada vez más empresas se unen a la revolución digital post-Covid, es vital que sean conscientes del impacto climático que esto conlleva y tomen medidas para reducirlo siempre que sea posible. Al seleccionar proveedores de servicios tecnológicos que sean transparentes sobre su uso de energía y que se hayan comprometido a utilizar una electricidad 100% renovable, las empresas pueden desempeñar un papel en asegurar que la nueva economía digital sea lo más sustentable posible.

En alianza con Castleberry Media, nos comprometemos a cuidar nuestro planeta, por eso, este contenido es responsable con el medio ambiente.

La energía renovable es ahora más competitiva frente a los combustibles fósiles en muchos mercados, y un número creciente de compañías en todo el mundo están haciendo el cambio a energías limpias. Pero mientras que algunas empresas han sobresalido en su transición a la electricidad verde, otras todavía tienen camino por recorrer.

Después de años de lento progreso, la demanda de energía renovable por parte de las empresas ha llegado a un punto culminante. Según cifras recientes de Climate Group y CDP, los grupos internacionales sin fines de lucro que operan en RE100, la coalición de grandes empresas comprometidas con la compra de electricidad renovable al 100%, la demanda de electricidad renovable de las empresas ha superado ahora la de los países del G7. 

“Pero cientos de grandes empresas todavía no han dado este paso relativamente fácil hacia el carbono cero neto”, dijo Sam Kimmins, director de RE100 del Climate Group en un comunicado reciente. “Para cumplir los objetivos climáticos globales y seguir siendo competitivos en un mundo impulsado por una electricidad económica y limpia, es necesario que se convierta rápidamente en la norma alimentar su empresa con energías renovables.”

En Atlas, hemos visto cómo los pioneros en varios sectores industriales transicionando hacia las energías renovables rápidamente causan un efecto ola, con numerosas empresas siguiéndolos rápidamente. Mientras que uno de los principales factores que impulsan las decisiones de las empresas a abandonar los combustibles fósiles es reducir el impacto medioambiental de sus operaciones empresariales, nuestros clientes corporativos también informan de las ventajas de los resultados finales, a partir de los costos energéticos más predecibles derivados de nuestros acuerdos de compra de electricidad corporativos (PPAs) a largo plazo, fortalecen las relaciones con los clientes y la diferenciación de la marca.

El año pasado, a pesar de las alteraciones causadas por la pandemia, las investigaciones de BloombergNEF descubrieron que las empresas adquirieron un récord de 23.7GW de energía limpia a través de PPAs, frente a 20.1GW en 2019 y 13.6GW en 2018.

“Ahora más que nunca, las empresas tienen acceso a una energía limpia accesible a escala mundial. Las empresas ya no tienen excusa para quedarse rezagadas en el establecimiento y trabajar hacia un objetivo de energía limpia”, dijo Jonas Rooze, analista de sustentabilidad principal de BloombergNEF.

En total, en 2020 más de 130 empresas firmaron contratos de energía limpia, en sectores que van desde el petróleo y gas hasta grandes tecnologías. A medida que más empresas se vuelven ecológicas, esto no es sólo una forma de demostrar la responsabilidad social de las empresas, sino también de mejorar los resultados financieros y reducir la huella de carbono en un momento en que los gobiernos están estableciendo objetivos cada vez más ambiciosos para cumplir con el Acuerdo de París.

Sin embargo, aunque algunas industrias están liderando la conversión de su consumo de energía en fuentes renovables, otras podrían mejorar.

Elaboración y producción de alimentos

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el sector de alimentos representa alrededor de un tercio del consumo total de energía del mundo. Las dos actividades más intensivas en energía se encuentran dentro de la producción y elaboración agrícola y dependen en gran medida del uso de combustibles fósiles. La reducción de las emisiones directas de carbono mediante la adopción de energías más limpias es una tarea urgente para la industria, que varias empresas han empezado a asumir.

En julio de este año, PepsiCo logró su objetivo de usar un 100% de energía renovable en todas las operaciones en México, su segundo mercado más grande. Esto ocurrió en menos de un año después de que la compañía alcanzara un objetivo similar en Estados Unidos, su mercado más grande. La compañía planea abastecer un 100% de electricidad renovable en todas sus operaciones controladas y de propiedad de la compañía para el 2030, y un 100% de electricidad renovable en todas sus franquicias y operaciones de terceros para el 2040. Si cumple sus objetivos, la empresa calcula que podría reducir aproximadamente 2.5 millones de toneladas de emisiones de GEI para 2040, lo que equivale a retirar más de medio millón de automóviles de las calles durante un año completo.

Para ello, está empleando varias soluciones, entre ellas los PPAs, que apoyarán el desarrollo de nuevos proyectos como los parques solares y eólicos de todo el mundo, así como la adquisición de certificados de energía renovable (RECs).

Otra empresa que busca utilizar más energía renovable es Nestlé. Como parte de su ambición cero neta para 2050, presentada en 2019, se ha comprometido a seguir incrementando su uso de electricidad renovable hasta alcanzar el 100% para 2025, frente al 34.5% en 2018, y dice que planea utilizar PPAs, tarifas verdes, RECs y producción in situ para hacerlo.

Estas empresas, junto con otras como Diageo y Mars, están tomando medidas audaces para ayudar a impulsar la transición mundial hacia la energía limpia, lo que probablemente les hará sumar nuevos clientes.

Cada vez más, los consumidores exigen una energía más limpia y sustentable. Una encuesta realizada en Estados Unidos en 2019 por el Centro de Investigación Pew reveló que el 77% de los encuestados cree que el desarrollo de “energías alternativas” es una prioridad más importante ahora mismo que la producción de más combustibles fósiles para reducir los efectos del cambio climático. A medida que los consumidores votan cada vez más con sus carteras, las empresas que se alinean con sus valores se posicionan para arrebatar cuota de mercado a las empresas que no se adaptan a los tiempos.

Afortunadamente, aún no es demasiado tarde para las empresas de la industria de alimentos que aún no han tomado medidas para limpiar su consumo de electricidad. La disponibilidad de modelos de abastecimiento de electricidad renovable ha avanzado significativamente en los últimos años, y hay numerosas opciones disponibles para empresas de todo tipo.

Pulpa y papel

La industria de pulpa y papel fue posiblemente una de las que más se benefició de la pandemia del covid-19, ya que experimentó un aumento de la demanda en medio de la mayor necesidad de productos de higiene personal, productos de envasado de alimentos, cajas de cartón ondulado para entregas de compras en línea y otros materiales a base de papel. Al igual que la mayoría de las grandes operaciones de fabricación, la fabricación de papel es un esfuerzo que requiere mucha energía y, a medida que aumenta la producción de papel, la industria puede no alcanzar su objetivo de reducción de emisiones debido al rápido crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En un informe reciente, la Agencia Internacional de Energía (AIE) destaca que el sector necesita “más esfuerzos” para reducir sus emisiones. Entre sus recomendaciones se encuentra que la industria recupere y utilice cada vez más subproductos de la producción de celulosa y papel, como el licor negro, para desplazar una parte del uso de combustibles fósiles.

Sin embargo, usar más energía de biomasa no será suficiente para hacer que el sector sea ecológico, dice el informe. Pide a las empresas que persigan el uso de otras fuentes de energía renovable, en particular para la producción de reciclado, para la que se suele emplear el gas natural porque los subproductos de la biomasa no son fácilmente disponibles.

Textiles y prendas de vestir

La industria de la moda es otro sector que tiene una enorme oportunidad de aprovechar el poder de las energías renovables para impulsar un futuro más sustentable. Cada etapa de la cadena de suministro de la industria textil consume mucha energía, desde el procesamiento de hilados, la producción de tejidos y la fabricación de textiles, hasta el transporte y venta de ropa a los clientes. Varias marcas de moda importantes están buscando reducir las emisiones de gases de efecto invernadero alimentando todas sus operaciones mundiales con energía renovable.

Como parte de la iniciativa global de RE100, marcas conocidas como H&M, Nike, Burberry y Ralph Lauren, ya se han comprometido a suministrar el 100% de su electricidad de proveedores renovables a más tardar en el 2050, y algunos también están llevando a cabo programas para asegurar que sus proveedores también reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero cambiando a la energía verde.

Kingwhale, una fábrica textil con sede en Taiwán se unió recientemente a la iniciativa RE100, prometiendo alcanzar un 100% de electricidad renovable para 2040, pero es el único fabricante textil con sede en Asia y el Pacífico que lo hace.

Dentro de la industria textil, existe una creciente división entre los pioneros de la transición a la energía renovable y sus pares menos eficientes desde el punto de vista energético. Al igual que los escándalos sobre las prácticas laborales dentro de las cadenas de suministro textil han dado la imagen de las marcas en los últimos años. Las empresas que no operen de manera más sustentable en términos de uso y consumo de energía corren el riesgo de alejar a sus clientes. 

Cerrando la brecha

En algunas de las industrias más grandes del mundo, está surgiendo una clara brecha entre las empresas que llevan la delantera en la transición energética y las que aún no han dado el primer paso. Para alcanzar los objetivos fijados en el Acuerdo de París, será fundamental equiparar los resultados de los rezagados con los de los pioneros, pero también es una cuestión de supervivencia. En el mundo post-covid, los consumidores se fijan cada vez más en las credenciales de sostenibilidad de las empresas a las que compran, y el cambio de los combustibles fósiles contaminantes a la energía limpia envía una fuerte señal de que, cuando se trata de luchar contra el cambio climático, las empresas van en serio.

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Por primera vez en la historia, la llama olímpica que ardió en el Estadio Nacional Olímpico de Tokio en las ceremonias de apertura y cierre, fue alimentada por hidrógeno.

El gas se creó mediante la electrólisis del agua utilizando energía solar, creando un combustible verdaderamente verde que no genera emisiones, a diferencia del propano y el butano que se utilizan tradicionalmente en los Juegos Olímpicos.

A medida que crece la conciencia sobre el uso del llamado hidrógeno verde, Daniel García, Gerente Comercial Senior de Atlas Renewable Energy, explica los beneficios de este combustible y cómo puede ser parte de la matriz energética mientras el mundo ve hacia un futuro más limpio y sostenible.

¿Qué hace que el hidrógeno verde sea “verde”?

El combustible de hidrógeno se hace separando el gas de los combustibles fósiles o del agua. Aunque hoy en día, el hidrógeno ya se está utilizando de forma industrial, la electricidad utilizada para producirlo se suministra casi por completo a partir de gas natural y carbón. Como resultado, hoy en día, la producción de combustible de hidrógeno es responsable de 830 millones de toneladas de emisiones de CO2 al año, lo que equivale a las emisiones de CO2 del Reino Unido e Indonesia combinadas.

Es evidente que esto no es sostenible, por lo que necesitamos hidrógeno verde. Producido a través de energía renovable, el hidrógeno verde se extrae del agua a través de electrólisis, convirtiéndolo en un combustible sin carbono. Como ha declarado la Agencia Internacional de la Energía, gracias a la disminución de los costos de la electricidad renovable, en particular de la energía solar fotovoltaica y eólica, ahora existe un creciente interés por el hidrógeno verde y, como resultado, creemos que éste puede hacer una contribución significativa a la transición hacia las energías limpias.

¿En qué industrias y aplicaciones se puede utilizar el hidrógeno verde?

Una de las aplicaciones más adecuadas del hidrógeno verde es para procesos en los que ya se requiere hidrógeno. Un ejemplo de esto es en las refinerías de petróleo, donde el hidrógeno se utiliza en el procesamiento de la mayoría de los productos refinados, normalmente se obtiene del gas natural que ya se extrae de los pozos. Cada tonelada de H2 producida con gas natural produce 9.3 toneladas de CO2, por lo que reemplazarla por la producción de hidrógeno verde in situ podría tener un impacto dramático en las emisiones.

La producción de fertilizantes es otra área clave para la aplicación de hidrógeno verde. Actualmente, las instalaciones de producción de fertilizantes separan el hidrógeno del gas natural y lo combinan con nitrógeno para producir amoníaco, pero estamos empezando a ver que la industria de fertilizantes comienza a usar electricidad de plantas fotovoltaicas para dividir el agua en oxígeno e hidrógeno en su lugar, lo cual es una señal alentadora.

Una de las posibilidades más interesantes es el transporte de larga distancia. Aunque la tendencia es hacia la electrificación del transporte, la tecnología disponible cubre actualmente viajes de corto a medio alcance de hasta alrededor de 500km. Las celdas de combustible de hidrógeno se han utilizado para enviar cohetes al espacio desde 1950, y en la industria del transporte pesado, el hidrógeno probablemente será la solución para la movilidad a largo plazo, particularmente en sectores como la minería. 

¿El hidrógeno verde es competitivo con los combustibles fósiles?

Cuando pensamos en la ventaja competitiva del hidrógeno verde frente a los combustibles fósiles, debemos tener en cuenta dos factores principales: El precio del combustible y el beneficio climático. 

Las regiones con altos costos de combustibles fósiles y abundantes recursos renovables son las más adecuadas para que el hidrógeno verde reemplace a los combustibles fósiles al principio. Por ejemplo, en los Estados Unidos, hay numerosas regiones con muy buenos recursos de energía eólica y solar, sin embargo, debido a los bajos precios del gas de lutita, es difícil que el hidrógeno verde compita con los combustibles fósiles sólo por el precio. En Europa, mientras tanto, no sólo hay abundante energía eólica, sino que los precios del gas natural también son mucho más altos, lo que significa que el hidrógeno verde es una opción más competitiva.

El beneficio climático es una forma de venderlo más fácil. El hidrógeno verde no genera emisiones, y a medida que los gobiernos de todo el mundo establecen objetivos netos cero para las industrias, y en medio de la creciente tendencia hacia la imposición de impuestos al carbono, pensamos que el hidrógeno verde, junto con otras fuentes de energía renovables, se convertirá en una obvia opción. 

¿Qué significa el crecimiento del hidrógeno verde para el sector de las energías renovables?

Según una investigación de Goldman Sachs, el hidrógeno verde podría satisfacer hasta el 25% de las necesidades energéticas del mundo para 2050. Numerosos países, desde Australia hasta Chile, pasando por Alemania, la UE, Japón, Nueva Zelanda, Portugal, España y Corea del Sur, han publicado estrategias nacionales sobre el hidrógeno, y este combustible tiene un futuro prometedor para reducir las emisiones de las industrias más intensivas en carbono del mundo.

El año pasado, las Naciones Unidas lanzaron la Iniciativa de Catapulta de Hidrógeno Verde en un intento de aumentar la producción de hidrógeno verde 50 veces en los próximos seis años. Sustituir todo el hidrógeno no verde del mundo por hidrógeno verde requeriría 3,000 TWh al año de nuevas energías renovables, lo que aumentaría la demanda de proyectos solares y eólicos en todo el mundo.

¿Cuáles son las perspectivas futuras para el mercado verde del hidrógeno? 

El hidrógeno verde está lejos de ser una solución de nicho de mercado. Creemos que merece la pena prestar atención, porque resuelve las emisiones importantes de CO2 de forma adecuada y eficaz. Su curva de crecimiento apenas ha comenzado: Una gran parte de lo que hace que el hidrógeno verde sea competitivo es el costo de las energías renovables y su eficiencia, y como aún no hemos alcanzado todo el potencial en estos aspectos, creemos que será cada vez más competitivo.

A corto plazo, esperamos ver una proliferación de soluciones de hidrógeno verde in situ, en áreas como recursos naturales y petroquímicos. También surgirán a mediano plazo, otras soluciones en las que se pueda mezclar con otros combustibles, como el gas natural. El mayor desafío para el hidrógeno verde es lograr costos de transporte competitivos, después de esto, alcanzará su máximo potencial en términos de reducción de emisiones de efecto invernadero.

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La tecnología de los vehículos eléctricos es una de las más prometedoras cuando se trata de reducir las emisiones de carbono en el sector del transporte, pero los beneficios que pueden aportar dependen en gran medida de la procedencia de la energía que utilizan. En la actualidad, muy pocos vehículos eléctricos funcionan con energías renovables. Para que sean una opción realmente verde, esto tiene que cambiar.

La revolución de los vehículos eléctricos ya está aquí. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), el número de vehículos eléctricos para el transporte de pasajeros movilizándose en las carreteras del mundo podría superar los 250 millones en 2030, mientras que la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) calcula que la flota de autobuses eléctricos y otros vehículos de transporte público podrían sobrepasar ampliamente los 10 millones.

Al tener un motor eléctrico en lugar de un motor de combustión interna, los vehículos eléctricos no emiten gases de escape, lo que significa que, a diferencia de los vehículos tradicionales, no emiten dióxido de carbono, ozono u otras partículas contaminantes al aire que respiramos.

Esto es importante, ya que el transporte representa alrededor de una quinta parte de las emisiones mundiales y los viajes por carretera suponen tres cuartas partes de ese total. La mayoría de las emisiones procede de los vehículos de pasajeros (autos y buses), que son responsables del 45.1%. El otro 29.4% procede de los camiones que transportan mercancías.

Además, esta cifra no hará más que aumentar, ya que el crecimiento de la población y los cambios demográficos demandan cada vez más  viajes por carretera, por no hablar del incremento del comercio electrónico que refuerza la necesidad de transportar mercancías y servicios de entrega puerta a puerta

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la contaminación atmosférica es la causa de una de cada nueve muertes en el mundo, por lo que transformar el sistema de transporte en uno que funcione con vehículos eléctricos garantizará un futuro más seguro y ecológico para toda la humanidad. ¿Es esto cierto?

Energía contaminante

Los vehículos eléctricos necesitan entre 24 y 50 kWh de electricidad para recorrer 160 km, y esta electricidad proviene de la red. Un estudio del Departamento de Energía de Estados Unidos muestra que el aumento de la electrificación estimulará a su vez el consumo eléctrico nacional hasta en un 38% para el año 2050. Este aumento se debe, mayoritariamente, a los vehículos eléctricos. Pero además, en algunos casos, este incremento en la movilidad eléctrica podría provocar importantes emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) o incluso podría prolongar la vida útil de los combustibles fósiles, si es que los vehículos se cargan principalmente con la energía generada por dichos combustibles.

De hecho, un estudio reciente de la Universidad China de Tsinghua reveló que los vehículos eléctricos que se cargan en China —donde la mayor parte de la electricidad procede de centrales eléctricas de carbón—, aportan entre dos y cinco veces más partículas y sustancias químicas que los automóviles con motores de gasolina. 

En el fondo, a menos que la electricidad con la que funcionan los vehículos eléctricos sea limpia, estos nunca serán una opción totalmente ecológica.

Debido a la gran cantidad de vehículos eléctricos que se prevé se pongan en marcha en los próximos años, es crucial que tanto los usuarios como las empresas de servicios públicos encuentren una forma de cargarlos con fuentes de energía renovables. De hecho, los vehículos eléctricos podrían ser la clave para conectar a los sectores de las energías renovables y del transporte, por el bien de todos.

Los vehículos eléctricos podrían ser los mayores compradores de energías renovables

Se calcula que para el año 2030, la cantidad de electricidad necesaria para alimentar a todos los vehículos eléctricos alcance la descomunal cifra de 640TWh. Para ponerlo en perspectiva, las más de 300 empresas mundiales que han firmado el compromiso RE100 de ser 100% renovables compran en total unos 220TWh al año, es decir, algo más de un tercio de esa cantidad. 

Esto supone una gran oportunidad y podría posicionar a los vehículos eléctricos como uno de los mayores compradores de electricidad renovable a nivel mundial. No solo eso, sino que las necesidades de electricidad de los vehículos eléctricos podrían aprovecharse para impulsar una mayor capacidad renovable en todo el mundo.

El modelo ya existe: la adquisición de energía renovable por parte de las empresas mediante acuerdos  bilaterales de compra de energía (PPA, por sus siglas en inglés) ha creado una importante demanda voluntaria de nuevos proyectos de energía renovable a escala mundial. El año pasado, las corporaciones compraron una cifra récord de energía limpia que ascendió a 23.7 GW, por encima de los 20.1GW de 2019 y los 13.6GW de 2018 —según una nueva investigación publicada por BloombergNEF (BNEF)—, y esto se produjo a pesar de las dificultades causadas por la pandemia por COVID-19 y la consiguiente recesión mundial.

A través de los PPAs, los fabricantes de equipos originales de vehículos (OEM, ídem), los operadores de puntos de carga, los proveedores de servicios de movilidad eléctrica y el creciente número de empresas que se están comprometiendo a cambiar sus flotas vehiculares por eléctricos pueden desarrollar impecables soluciones ecológicas para el futuro, así como facilitar la puesta en marcha de nuevos proyectos de energías renovables. Esto permitirá, además, que el mundo esté cada vez más cerca de cumplir los objetivos del Acuerdo de París.

No se trata solo de la electricidad con la que funcionan

No solo es importante la energía que alimenta las baterías de los vehículos. La mitad de las emisiones del ciclo de vida de las baterías de litio de los vehículos eléctricos procede de la electricidad utilizada para ensamblarlas y fabricarlas, lo que significa que la combinación de electricidad en las instalaciones de los fabricantes es también una parte clave de la ecuación. Un estudio reciente de IVL (el Instituto Sueco de Investigación Ambiental), descubrió que las baterías de litio producidas en regiones con una red de carbono cero tenían unas emisiones de 61 kg de CO2 equivalente por kWh de capacidad de la batería (CO2e/kWh). Esta cifra se duplica con creces, hasta 146 kg, cuando la electricidad utilizada en la fabricación de las baterías procede de combustibles fósiles.

Por lo tanto, el beneficio climático de los vehículos eléctricos no solo depende de lo ecológica que sea la electricidad utilizada para cargar su batería, sino también de la intensidad de carbono de la electricidad utilizada para fabricar esa batería, lo que crea otro imperativo para que los fabricantes de vehículos eléctricos opten por la energía renovable.

Una red estable

El crecimiento de la flota vehicular eléctrica también podría impulsar el desarrollo de las energías renovables de otras maneras. Los automóviles privados están estacionados el 95% del tiempo, y los responsables de la planificación energética están buscando formas de utilizar este tiempo muerto para resolver uno de los mayores problemas derivados del aumento progresivo de las redes renovables: la estabilidad.

“Dentro de sus posibilidades, los vehículos eléctricos pueden crear una gran capacidad de almacenamiento de electricidad”, afirma Dolf Gielen, director del Centro de Innovación y Tecnología del IRENA. “La carga inteligente (que permite cargar los vehículos y, a la vez, mantener la red eléctrica a la que están conectados) desbloquea un círculo virtuoso en el que las energías renovables hacen que el transporte sea más limpio y los vehículos eléctricos soporten una mayor proporción de fuentes renovables”.

La tecnología que lo posibilita está todavía en sus inicios: hasta ahora, el Nissan Leaf es el único vehículo eléctrico de producción masiva en el mercado que permite la carga del vehículo a la red (V2G, por sus siglas en inglés). Sin embargo, en Atlas nos complace ver que más fabricantes de equipos originales empiezan a considerar este potencial, por ejemplo, Hyundai, Kia y Lucid tienen previsto incluirla en futuros vehículos.

Con una buena planificación y la infraestructura adecuada, los vehículos eléctricos pueden reducir las emisiones, sustituir a los vehículos contaminantes e impulsar el despliegue de infraestructuras de energías renovables. Además, cuando están estacionados y cargándose, pueden actuar como bancos de baterías, estabilizando las redes eléctricas alimentadas por energía solar renovable. Para los proveedores de energía renovable como Atlas, esto nos da la oportunidad de suministrar cantidades cada vez mayores de electricidad limpia a un número creciente de sectores industriales.

Un impulso hacia la electrificación 

Mientras que los gobiernos de todo el mundo van develando sus planes para acabar con la venta de vehículos de gasolina y diésel, no pasará mucho tiempo hasta que los vehículos eléctricos sean el pilar del transporte público y privado. Desde los automóviles eléctricos de propiedad privada hasta las flotas de taxis comerciales y los autobuses eléctricos autodirigidos, los vehículos eléctricos están redefiniendo rápidamente el mercado.

Lo más emocionante de esta situación es lo que significa para la demanda general de electricidad. Las proyecciones de la IEA muestran que la demanda mundial de electricidad crecerá más de un tercio de aquí al 2040, principalmente debido a la incorporación de los vehículos eléctricos, que harán que la demanda de electricidad para el sistema de transporte pase de prácticamente nada a 4,000 TWh al año. De esta manera, se eleva la cuota de la electricidad en el consumo total de energía  del 19% en 2018 al 31% en 2040, superando al petróleo y dejando al carbón en el olvido. 

En Atlas, vemos esto como una oportunidad sin precedentes para descarbonizar la matriz energética. A medida que los vehículos eléctricos promueven la electrificación, garantizar que esta energía proceda de fuentes renovables nos acercará un poco más a la reducción de las emisiones de CO2 del sector eléctrico y, por ende, a un futuro más sostenible.

Los vehículos eléctricos llegaron para quedarse. Sin embargo, para que sean realmente una alternativa ecológica para el futuro del transporte, es vital que no perdamos la oportunidad de vincularlos con las energías renovables. En Atlas, nuestra estructura bilateral de PPAs implica que podemos ayudar a los OEMs, a los proveedores de infraestructura de carga y a los fabricantes de baterías para garantizar que los vehículos eléctricos sean una propuesta ecológica real e integral.

¿Qué tienen en común la NASA, la Academia Chilena de Ciencias, la Sociedad Canadiense de Zoólogos y Bill Gates?

Todos ellos afirman que el cambio climático ha sido causado por la actividad humana y que es una amenaza grave, así como también lo aseguran la gran mayoría de los científicos del clima que publican activamente.

El debate sobre si el cambio climático es o no una realidad ha terminado. Pero aunque esto sea inevitable, nuestra respuesta ante él no lo es.

En Atlas Renewable Energy, creemos que el cambio climático representa la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad hoy en día y se requiere una acción inmediata para revertir esta alarmante tendencia. A su vez, hay razones para ser cautelosamente optimistas sobre la nueva oportunidad de enderezar el rumbo. Aquí está el por qué.

LA INNOVACIÓN NOS AYUDA A MITIGAR EL RIESGO Y A TRANSFORMAR NUESTRA SOCIEDAD Y LA ECONOMÍA

En los últimos años, los signos físicos del cambio climático se han acelerado a un ritmo preocupante. Según la ONU, el 2019 ha sido el segundo año más cálido desde que se iniciaron los registros, lo que pone a nuestro planeta en vías de alcanzar temperaturas nunca antes vistas.

En la actualidad, el cambio climático está afectando la vida y medios de subsistencia de las personas en todos los continentes. Desde graves fenómenos meteorológicos hasta cambios de estación y aumento del nivel del mar, nadie puede escapar de los dramáticos impactos generados por el calentamiento del planeta.

Cada año se añaden a la atmósfera 51.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero y si queremos detener el cambio climático, esta cifra debe reducirse a cero.

Los acontecimientos de 2020 han puesto en manifiesto la vulnerabilidad de nuestras sociedades y economías, creando una corriente de apoyo para que los modelos empresariales se construyan en torno a principios basados en la solidaridad, la responsabilidad y la cooperación. Desde la reducción de los residuos en las cadenas de suministro hasta la detención de la deforestación o la reducción de las emisiones en los procesos de  fabricación, son muchos los indicios que demuestran que la transición hacia un futuro más sostenible es posible.

En su libro, titulado Cómo Evitar una Catástrofe Climática, el cofundador de Microsoft y filántropo Bill Gates aboga por un “milagro energético” que, en su opinión, permitirá desvincular el desarrollo económico de la degradación medioambiental.

Pide un aumento del uso de energías renovables frente a los combustibles fósiles (lo que supondría aproximadamente el 27% de la reducción de las emisiones), un cambio en la forma de fabricar nuestros productos (31%), un replanteamiento de la forma de cultivar nuestros alimentos (18%), una revisión de los viajes y el transporte (16%) y un nuevo enfoque en las tecnologías de calefacción y refrigeración (6%).

La innovación ya está en curso: por ejemplo, la transición de los combustibles fósiles productores de gases de efecto invernadero hacia las energías limpias es una realidad en todo el mundo, con reducciones sorprendentes en los precios de las energías renovables, el almacenamiento en baterías, la monitorización por teledetección, las redes inteligentes y las nuevas estructuras financieras que le permiten al sector privado encargarse de la ecologización de su consumo energético.

Un ejemplo de ello es el gigante estadounidense de la ciencia de los materiales Dow. Al igual que la mayoría de las empresas industriales, Dow lleva mucho tiempo tratando de reducir el impacto ambiental y los costos de las actividades que requieren un alto consumo energético. Su posición de liderazgo como proveedor de productos químicos, plásticos, fibras sintéticas y productos agrícolas, lo posicionan como uno de los mayores consumidores de energía industrial en el mundo.

En el pasado, Dow utilizaba la energía de la red y los combustibles fósiles para alimentar sus plantas, pero ha empezado a replantearse su cartera energética, fijándose el ambicioso objetivo de satisfacer 750 MW de su demanda de energía con energías renovables para 2025, y lograr la neutralidad del carbono para 2050.

Para ayudar a alcanzar este ambicioso objetivo, Dow se asoció con Atlas para suministrar energía limpia a su complejo de Aratu en Brasil, la planta de fabricación más grande de Dow en el país.

Este innovador acuerdo no sólo evita aproximadamente 35.000 toneladas métricas de emisiones de CO2 al año, el equivalente a retirar unos 36.800 automóviles de las calles de São Paulo, sino que sienta las bases para que el resto de la industria química aproveche las ventajas de las energías renovables para alcanzar los objetivos de mitigación del cambio climático.

INCLUSO DURANTE UNA PANDEMIA, LA CRISIS CLIMÁTICA SEGUÍA SIENDO LO MÁS IMPORTANTE

El acuerdo de Dow se firmó en medio de las turbulencias y la agitación del 2020, y no es un caso atípico. Aunque las empresas luchaban con los impactos por las restricciones de movilidad, las interrupciones de la cadena de suministro y la caída de la demanda causada por la pandemia, siguieron dando prioridad a la sostenibilidad y el rendimiento medioambiental.

En mayo de 2020, 155 empresas, con una capitalización bursátil combinada de más de 2.4 billones de dólares, firmaron una declaración en la que instaban a los gobiernos de todo el mundo a alinear sus esfuerzos de recuperación y ayuda del COVID-19 a la ciencia climática actual.

En julio, Microsoft, junto con AP Moeller-Maersk, Danone, Mercedes-Benz, Natura & Co., Nike, Starbucks, Unilever y Wipro, creó la iniciativa Transform to Net Zero, en la que la empresa tecnológica se compromete a desarrollar una cartera de 500 megavatios de proyectos de energía solar en comunidades con pocos recursos de Estados Unidos. 

Por su parte, Google se comprometió en septiembre a conseguir un 100% de energía renovable para 2030, mientras que el recién lanzado Programa de Energía Limpia para Proveedores de Apple ha hecho que 71 socios de fabricación de 17 países se comprometan a utilizar un 100% de energía renovable en la producción del gigante tecnológico, cambiando la electricidad utilizada en toda su cadena de suministro de fabricación por fuentes limpias para 2030.

Según recientes encuestas de Gallup, la preocupación por el cambio climático ha aumentado en el último año, lo que demuestra que hay un fuerte apoyo del público frente a las iniciativas que ayuden a detenerlo.

Todos los países del mundo han adoptado ya el Acuerdo de París, cuyo compromiso es limitar el calentamiento global por debajo de 1.5 °C respecto a los niveles preindustriales. Desde entonces, los gobiernos y las empresas de todo el mundo se han fijado ambiciosos objetivos de reducción de emisiones. Tras ser aplazada un año debido a la pandemia, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021, también conocida como COP26, se celebrará en noviembre y con 70 países ya comprometidos con las emisiones netas de carbono cero, representa la mejor oportunidad para avanzar en los próximos años.

LOS INFRACTORES DEL CLIMA SE ENFRENTAN AL PROBLEMA

Con cambios políticos radicales en todo el mundo, se está dando una fuerte respuesta política a la crisis climática. Se espera que Estados Unidos, China y otros países realicen enormes inversiones en puestos de trabajo e infraestructuras del sector de las energías limpias para descarbonizar la economía, al tiempo que se eliminen las subvenciones a los combustibles contaminantes. 

La sostenibilidad ha dejado de ser un complemento y ahora suenan las alarmas sobre las posibles implicaciones financieras y económicas si no se acelera el progreso.

Un reciente informe de la Universidad de Cambridge señala que las pérdidas derivadas de los peligros relacionados con el clima ascienden ya a unos 180.000 millones de dólares anuales y seguirán aumentando a menos que los inversionistas, prestamistas, aseguradores y responsables políticos realicen importantes esfuerzos en la gestión del riesgo.

A medida que la buena voluntad pública y política hacia los contaminadores se desvanece, se ha producido una explosión de litigios sobre el clima contra las empresas que consumen muchos combustibles fósiles, o “grandes emisoras de carbono”, en un esfuerzo por hacerlas responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Está claro que sólo reduciendo las emisiones de energía las empresas van a poder minimizar su huella de carbono y esto es algo en lo que cada vez más líderes empresariales están empezando a pensar seriamente.

LA PRIMA VERDE ESTÁ ALCANZANDO UN PUNTO DE INFLEXIÓN

Uno de los argumentos más conocidos contra la ecologización de la economía es el costo. Bill Gates lo denomina “prima verde”, es decir, la diferencia de costo entre un producto que implica la emisión de carbono y una alternativa que no lo hace.

Ahora que las nuevas energías renovables son más accesibles que los combustibles fósiles existentes en la mayoría de los casos, la prima verde ya no es una barrera, como explica Gates.

Incluso en los mercados más complicados, estamos viendo la demanda de los clientes corporativos, que quieren saber cómo acceder a la energía limpia y asegurar la estabilidad de los precios a largo plazo. Aunque aún queda mucho por hacer en todo el mundo para superar el obstáculo de la prima verde, todo indica que las energías renovables ya han recorrido un largo camino para conseguirlo.

NO PODEMOS SER COMPLACIENTES

Aunque creemos que hay espacio para el optimismo, no hay forma posible de minimizar la amenaza existencial de un desastre climático. Pero lo que sí vemos son una serie de acciones positivas procedentes de los sectores público y privado, que creemos que deben escalarse rápidamente para cambiar el rumbo de los niveles de emisiones en la atmósfera.

Los expertos tienen razón en lo que respecta al cambio climático, pero las peores predicciones no tienen por qué convertirse en algo inevitable. Se pueden poner en marcha los cambios políticos, de mercado y tecnológicos para la transición a un mundo con cero emisiones. Lo que nos corresponde hacer es volverlo realidad.

Tiempo atrás, el éxito de una empresa se juzgaba únicamente por sus resultados financieros. Pero las finanzas por sí solas no reflejan la realidad de una empresa. A medida que los negocios empiezan a responder a múltiples stakeholders, el liderazgo sostenible, el cuidado  al medio ambiente, la sociedad y los objetivos de desarrollo a largo plazo, se han vuelto aspectos vitales por los que se mide a una empresa más allá de sus estados financieros.

La respuesta mundial a la crisis del Covid-19 demuestra la importancia que tienen las personas, el planeta y la transparencia en las decisiones empresariales. A medida que los líderes mundiales se enfocan en acciones políticas y económicas para ayudar a restablecer la economía, el capitalismo inclusivo, una recuperación equitativa y un futuro más verde son ahora el centro de atención.

Para las empresas, esto significa que ha llegado el momento de examinar más de cerca las estrategias de sostenibilidad corporativa.

“Debemos repensar lo que entendemos por ‘capital’ en sus múltiples iteraciones, ya sea en términos financieros, medioambiental, social o humano. Los consumidores de hoy esperan cada vez más que las empresas contribuyan al bienestar social y al bien común”, dijo Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial (FEM) en diciembre de 2019 durante el lanzamiento del nuevo manifiesto de Davos para un mejor capitalismo.

En aquel momento, no había ningún indicio de los tumultuosos acontecimientos que estaban a punto de sacudir la economía mundial. Sin embargo, un año y medio después, los líderes empresariales están iniciando un camino de mejora continua, cambiando sus políticas para que la sostenibilidad y la inclusión social sean parte fundamental de su funcionamiento.

CAPITALISMO INCLUSIVO

El mundo corporativo siempre se ha caracterizado por la competencia, con la presión sobre los directores generales para que prioricen los ingresos por encima de otras variables. Sin embargo, los líderes empresariales están empezando a reconocer que las empresas no son sólo entidades con ánimo de lucro, sino también una parte importante del tejido social y medioambiental.

En enero de este año, 60 líderes empresariales, incluidos los directores generales de Dow, Unilever, Nestlé, PayPal, Reliance Industries y Sony, se comprometieron públicamente con las Métricas del Capitalismo de Stakeholders, un conjunto de métricas y divulgaciones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) publicadas por el Foro Económico Mundial y su Consejo Empresarial Internacional (IBC) en septiembre de 2020, que miden la creación de valor no financiero a largo plazo para los stakeholders.

Marc Benioff, Director General de Salesforce, ha declarado que su empresa se adhiere a estas métricas: “Hoy es un paso más en el creciente impacto que marca el capitalismo inclusivo hacia los diferentes actores. No se trata sólo de palabras, sino de que las empresas establezcan métricas claras, midiendo nuestro progreso y haciéndonos responsables. Sólo así podremos ofrecer un crecimiento a largo plazo a nuestros accionistas, generar confianza con todas las partes interesadas y mejorar realmente el estado del mundo.”

Reconociendo que el crecimiento y la productividad por sí solos no son suficientes si no se abordan la desigualdad y el medio ambiente, las métricas incluyen información enfocada en cuatro pilares: las personas, el planeta, la prosperidad y los principios de gobernanza, e incluyen áreas como las emisiones de gases de efecto invernadero, la igualdad salarial y la diversidad de los consejos directivos, entre otras.

BAJO EL LENTE DE ESG

El debate sobre el clima lleva ya algún tiempo en marcha, pero en el último año hemos visto un aumento de la urgencia por atender estos temas; eventos como los incendios forestales y los fenómenos meteorológicos extremos han puesto de manifiesto la conexión entre nuestras acciones y el medio ambiente. El Covid-19 también demostró que nuestra salud depende de los demás. Mientras la justicia social y la igualdad racial dominaban el discurso en Estados Unidos y fuera de él, también vimos el impacto que genera el hacer muy poco frente a las desigualdades en nuestra sociedad.

La convulsión provocada por los acontecimientos del 2020 ofrece una oportunidad sin precedentes para replantear nuestra forma de hacer las cosas, y el impulso para que las empresas lideren este proceso nunca había sido tan fuerte.

SOSTENIBILIDAD TANTO INTERNA COMO EXTERNA

No sólo importa el impacto de las empresas en el entorno que las rodea. Mientras las órdenes de cuarentena y confinamiento mantenían a la mayoría de los trabajadores del mundo en sus casas, los líderes empresariales también empezaron a reconocer la necesidad de construir una fuerza de trabajo más resistente, dando prioridad al bienestar. 

En Atlas Renewable Energy, hemos visto cómo este año nos ha dado una oportunidad única para impulsar las conversaciones en torno a la diversidad y la inclusión teniendo en cuenta los complejos retos que supone mantener un equipo de trabajo remoto durante una pandemia. 

Como ciudadanos corporativos, podemos hacer todas las promesas ambientales, sociales y de gobernanza del mundo, pero sin un liderazgo empático que permita un lugar de trabajo diverso, nunca lograremos el progreso necesario. Si el año pasado nos ha enseñado algo, es que tenemos que impulsar una plantilla más inclusiva, cohesiva y sostenible para recuperarnos de forma más fuerte y ser parte del cambio que queremos ver.

SEÑALES DE ALARMA EN LA INDUSTRIA ENERGÉTICA

Las consecuencias de pasar por alto los tres pilares clave: las personas, el planeta y la rentabilidad, son evidentes. La industria del petróleo y el gas, por ejemplo, que durante mucho tiempo ha funcionado únicamente en función de los resultados financieros, está perdiendo ahora su licencia social para operar en todo el mundo. Si las empresas energéticas, y, de hecho, cualquier gran empresa con un impacto desmesurado sobre las personas y el planeta, quieren subsistir, deben adaptarse a las nuevas realidades. Seguir como siempre no será una opción para nadie de aquí en adelante. 

“Si la recuperación económica se reduce a regresar a estándares previos a la pandemia, la sociedad habrá perdido una importante oportunidad de transición hacia una senda de crecimiento más inclusiva y ecológica”, afirmaron los economistas jefe encuestados por el Foro Económico Mundial el año pasado.

EL CASO DE NEGOCIO PARA UN LIDERAZGO SOSTENIBLE

A medida que más empresas de todo el mundo empiezan a ver más allá de los beneficios inmediatos y a corto plazo, el liderazgo sostenible se está convirtiendo en la clave del éxito futuro. Sin embargo, este tipo de liderazgo no es un juego solamente de valores. Es tener las habilidades para impulsar una mayor productividad mediante la creación de lugares de trabajo, comunidades y ecosistemas empresariales más equitativos e inclusivos.

Como recurso no contaminante y limpio, las energías renovables son la clave de un futuro sostenible. Pero más allá de su impacto medioambiental, las energías renovables también pueden contribuir al desarrollo social, la inclusión, la diversidad y la equidad en todo el mundo.

En 2015, los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible como un llamado universal a la acción para acabar con la pobreza, proteger el planeta y mejorar la vida y las perspectivas para un mejor futuro para todos. Para lograr el objetivo número siete: “Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna”, los países deben aumentar sustancialmente la proporción de energía renovable en el mix energético mundial. Pero esta no es la única forma en que las energías renovables contribuirán a un futuro mejor y más inclusivo para la humanidad.

DESARROLLO INCLUSIVO

A este punto, se sabe que la transición energética de los combustibles fósiles a las energías renovables, tendrá un impacto positivo en el PIB. Según el Último Informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables, Global Renewables Outlook, la transformación del sistema energético podría suponer un enorme aporte de 98 millones de dólares al PIB mundial, lo que equivale a dos veces la capitalización bursátil combinada de todo el mercado de valores estadounidense.

Pero el crecimiento del PIB sólo capta los beneficios económicos y las energías renovables aportan mucho más. El despliegue de las energías renovables contribuye a diversificar las competencias de un país, a impulsar su crecimiento industrial y a sustentar las prioridades generales de desarrollo, además de fomentar resultados positivos para el medio ambiente y la salud gracias a la reducción de emisiones y pérdida de  ecosistemas.

UNA OPORTUNIDAD EQUITATIVA

En todo el mundo, las comunidades con menos recursos son las más afectadas por el cambio climático y las emisiones. En Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de las comunidades conformadas por personas de la raza negra experimentan altos niveles de contaminación atmosférica por la generación de electricidad a partir de  combustibles fósiles comparado con las comunidades de mayoría de raza blanca, según una investigación de la Asociación Americana del Pulmón

Además, las familias con bajos ingresos gastan alrededor de tres veces más de sus ingresos en costos de energía que otros hogares, siendo los hogares de los afro-americanos, hispanos, multifamiliares y de alquiler los más afectados.

Las energías renovables siendo más limpias y baratas no sólo pueden estabilizar las facturas de energía de estas familias, sino también limpiar el aire que respiran, ayudando a cerrar las brechas entre los que tienen y los que no en nuestras comunidades.

“La energía solar puede proporcionar: un alivio financiero a largo plazo a las familias que luchan con altos e impredecibles costos de la energía, puestos de trabajo con salarios dignos en una industria en la que la mano de obra ha aumentado un 168% en los últimos siete años y una fuente de energía limpia para las comunidades que han sido fuertemente afectadas por la generación de energía tradicional” – la Asociación de Industrias de Energía Solar

El crecimiento de las energías renovables también ofrece una oportunidad sin precedentes para abordar el reto del desempleo en las comunidades de bajos ingresos. Un estudio reciente de la Brookings Institution  muestra que el empleo en el sector de las energías con bajas emisiones de carbono no sólo está mejor pagado que los trabajos medios, sino que también es accesible para los trabajadores que no han obtenido una educación universitaria; siendo así que en Estados Unidos, por ejemplo, pueden llegar a ganar entre 5 y 10 dólares más por hora que en otros trabajos convencionales. 

Hay un lugar para todos en la industria de las energías renovables, aunque todavía queda trabajo por hacer: como ocurre en muchos oficios especializados, la distribución de género de los trabajadores del sector sigue estando muy inclinada hacia los hombres. En Atlas, vemos esto como una oportunidad para ampliar la fuerza de trabajo a largo plazo. Algunas de las medidas que hemos tomado incluyen la insistencia en que haya al menos una candidata en cada lista de selección de personal, así mismo nuestro equipo de Recursos Humanos ofrece al personal regional capacitación para reconocer los prejuicios inconscientes, enfocándose en la distinción de género, así como en la mejora de las prestaciones para facilitar la reincorporación femenina al trabajo tras la maternidad y la corresponsabilidad parental.

También hemos desarrollado un Programa de Mano de Obra Femenina cuyo objetivo es mejorar el acceso de las mujeres locales a las oportunidades de empleo y emprendimiento que presentan nuestros proyectos en construcción. Este programa de capacitación profesional pretende capacitar a cientos de mujeres de las comunidades cercanas a los proyectos para que ocupen puestos calificados, tanto en nuestras propias cadenas de suministro operativas durante la construcción de nuestras plantas solares como en otras industrias que se emplacen en la zona.

MÁS ALLÁ DE LA LICENCIA SOCIAL

Los proyectos de energías renovables suelen construirse en zonas rurales y remotas, lo que significa que, además de ser limpios y ecológicos, tienen la oportunidad de estar a la vanguardia en las mejores prácticas de derechos humanos e impacto social. Ya existen directrices sólidas, como las Normas de Desempeño de la CFI y los Principios de Ecuador, que ayudan a los desarrolladores de proyectos renovables a implementar las mejores prácticas para el beneficio de los stakeholders.

El desarrollo de las energías renovables allana el camino para que las empresas ambiental y socialmente responsables brillen. Cuando los promotores trabajan mano a mano con las comunidades locales para garantizar que los proyectos de energía renovable sean beneficiosos, el efecto multiplicador es inmenso, y lo hemos visto de primera mano en nuestra planta de Guajiro, en México. En lugar de lanzarnos con un programa genérico de responsabilidad social corporativa, nos sentamos con las comunidades locales para entender sus necesidades y creamos conjuntamente planes que compartieran un propósito en beneficio de todos. Para Guajiro, esto significó dar prioridad a los proveedores locales para los servicios necesarios durante la construcción, lo que generó un efecto de economía circular, creando grandes oportunidades económicas en la comunidad. También nos asociamos con The Pale Blue Dot, una organización mexicana que promueve el uso de la tecnología en escuelas y centros comunitarios. La puesta en marcha de este programa permitió a 699 estudiantes de comunidades cercanas tener acceso a Internet y a una plataforma educativa, ayudando a reducir la brecha educacional y a promover la alfabetización digital.

Obtener una licencia social para operar va más allá de conseguir los permisos para construir una infraestructura energética fiable. El hecho de tener un impacto positivo en la comunidad confiere a un proyecto legitimidad, credibilidad y confianza, lo que significa que cada vez más comunidades acogerán con agrado el desarrollo de proyectos de energías renovables, en beneficio de todos.

UNA TRANSICIÓN ENERGÉTICA JUSTA Y EQUITATIVA

El auge de las energías renovables aporta claros beneficios socioeconómicos, desde una mayor diversidad de la mano de obra, la inclusión social y mejores resultados en la salud de la comunidad; y un número cada vez mayor de partes interesadas quiere que este potencial se aproveche al máximo. En los últimos años, hemos visto cómo los financiadores de proyectos se fijan cada vez más  en el compromiso y los resultados con la comunidad a la hora de financiar un proyecto, mientras que las grandes empresas que establecen acuerdos de compra de energía a largo plazo (PPAs) están interesadas en encontrar promotores alineados con sus valores de diversidad e inclusión.

Sabemos que la energía limpia, renovable y sostenible es el futuro. A medida que se acelera la transición energética, creemos que es hora de que la conversación pase de enfocarse únicamente en los aspectos económicos y medioambientales a maximizar los beneficios sociales que pueden aportar.

Gracias a los precios competitivos, los avances tecnológicos y el excelente apoyo financiero y fiscal, la energía solar está en su momento más atractivo y ahora es el momento idóneo para transicionar  de la energía convencional a la energía limpia. He aquí la razón.

SOLAR: LA MAYOR FUENTE DE ENERGÍA DE ESTADOS UNIDOS

En tan solo 18 días de sol en la Tierra se tiene la misma cantidad de energía que en todas las reservas de carbón, petróleo y gas natural del planeta, y Estados Unidos tiene un potencial fotovoltaico excepcionalmente alto en comparación con otras naciones del hemisferio norte.

Aunque los soleados estados del suroeste como California, Arizona y Nevada,  tienen el mayor potencial de energía solar, la producción puede aumentarse con mecanismos especializados de seguimiento que permiten a los paneles seguir al sol y captar la luz en un ángulo óptimo, lo que significa que un sistema instalado tan al norte como Portland (Maine) puede generar el 85% de lo que generaría en Los Ángeles. 

En promedio en todo el país, un metro cuadrado capta el equivalente aproximado de energía solar de casi un barril de petróleo al año. Si se aprovecha sólo una pequeña proporción de esta superficie, alrededor del 0.6% de la superficie total de la nación, se podría suministrar electricidad a todo el país de forma ecológica y económicamente atractiva. 

LOS COSTOS DE LA ENERGÍA SOLAR SON LOS MÁS BAJOS DE LA HISTORIA

A diferencia del petróleo, cuyos costos de extracción aumentan a medida que los yacimientos maduran y gran parte del potencial ya se ha agotado, el costo de producción de la energía solar es cada vez más competitivo. Desde 2010, el costo para instalar una planta de energía solar fotovoltaica para proveer energía a gran escala, cómo los servicios públicos, ha caído un 82%, lo que significa que ahora cuesta menos construir una nueva planta solar fotovoltaica que mantener en funcionamiento muchas plantas de carbón existentes.

Esto también se traduce en una reducción de los precios de la electricidad: un estudio del Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE) muestra que la industria solar alcanzó el objetivo de costos de la energía solar a escala de servicios públicos para 2020 tres años antes, en 2017, lo que la hace competitiva con la electricidad generada de forma convencional incluso sin subvenciones.

LOS AVANCES TECNOLÓGICOS SIGNIFICAN MÁS POR MENOS

A medida que la energía solar se populariza, ahora hay más expertos en instalaciones, más productores de componentes y más consumidores, así como una disminución de los costos de los materiales, lo que significa economías de escala. Además, los avances en ingeniería han hecho que la eficiencia de las instalaciones solares se acerque a su máximo teórico. Los paneles bifaciales, que captan los rayos solares por ambos lados, así como la electrónica que permite al panel seguir el sol a medida que se desplaza por el cielo diurno, hacen que ahora sea posible captar casi toda la luz solar disponible.

LOS PRECIOS DE LOS PPAs CON ENERGÍA SOLAR ESTÁN EN SU PUNTO MÁS BAJO.

Otro factor que ha hecho que la energía solar sea tan atractiva como lo es hoy es el acceso a opciones de financiamiento y modelos de negocio que la hacen aún más accesible. Los más interesantes son los acuerdos de compra de energía (PPA), contratos a largo plazo por los que una empresa se compromete a comprar electricidad directamente a un generador de energía. 

Según la investigación realizada por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), los precios de la energía solar fotovoltaica basados en la contratación competitiva podrían alcanzar una media de $0.039/kWh para los proyectos puestos en marcha en 2021, lo que supone un descenso del 42% respecto a 2019 y más de una quinta parte menos que las centrales de carbón. 

En Estados Unidos, los precios de los PPA están ahora en su punto más bajo, pero como la demanda empieza a superar a la oferta, las empresas que actúen con rapidez asegurarán un ahorro antes que sus competidores.

… Y LAS PRINCIPALES COMPAÑÍAS DE ESTADOS UNIDOS ESTÁN PARTICIPANDO EN EL ACTO

Como resultado de estos precios históricamente bajos, las compras de energía solar por parte de las empresas se han disparado en Estados Unidos, que es ahora el líder mundial en PPAs corporativos de energía solar, representando más del 60% del mercado global. En la actualidad, 220 empresas que operan en Estados Unidos se proveen de energías renovables o tienen previsto hacerlo.

Mientras que en el pasado, empresas tecnológicas como Google y Apple han liderado la contratación de energía solar en Estados Unidos, la suscripción de PPAs ya no es patrimonio exclusivo de las empresas con grandes operaciones de centros de datos. Hoy en día, vemos que los fabricantes, los minoristas e incluso las grandes empresas de petróleo y gas entran en acción. 

No es sólo el ahorro de costos lo que buscan las grandes empresas estadounidenses. A medida que los accionistas y los inversionistas fijan objetivos de descarbonización, demostrar el liderazgo en el desarrollo de energías limpias se ha convertido en un elemento central de la estrategia empresarial, y la inversión en grandes instalaciones externas mediante un PPA se ha convertido en una forma clave de demostrar las credenciales de sostenibilidad ambiental de una empresa. 

LAS RENOVABLES SON LA SALIDA A LA CRISIS CLIMÁTICA.

Los sistemas de energía renovable no producen contaminantes atmosféricos ni emisiones de gases de efecto invernadero, razón por la cual la Asociación Americana del Pulmón aboga por el abandono de los combustibles fósiles en favor de las energías renovables para abastecer al país. Por ejemplo, la electricidad generada en las instalaciones solares comerciales in situ y fuera de él, sólo en Estados Unidos, compensa más de 8.9 millones de toneladas métricas de emisiones de CO2 al año, lo que equivale a retirar 1.9 millones de automóviles de la carretera o a plantar 147 millones de árboles. 

Y los estadounidenses quieren ver más de esto: después de innumerables incendios forestales, huracanes y olas de calor en 2020 que, según los científicos, son causados directamente por el cambio climático, la mayoría de los estadounidenses de todos los grupos demográficos dicen que están a favor de la acción audaz para combatir el calentamiento global presentada por el presidente Biden, que incluye la transición a la energía 100% limpia para 2035.

… Y LOS ACTIVOS SOLARES SE COMPORTAN BIEN EN UNA CRISIS

Recientemente hemos visto cómo una enorme e histórica tormenta invernal ha hecho tambalearse la red eléctrica independiente de Texas. Los datos del Consejo de Fiabilidad Eléctrica de Texas (ERCOT) muestran que los apagones se debieron principalmente a una enorme caída de la generación térmica, ya que las pilas de carbón se congelaron y los reactores nucleares se desconectaron. La energía solar, por su parte, produjo 1,000MW más de lo que el operador de la red esperaba, incluso bajo cielos nublados debido a las tormentas. 

Gracias a las nuevas tecnologías, la energía solar también puede ayudar a reiniciar la red en caso de caída. En el pasado, tras un apagón, los operadores de la red se veían obligados a encender primero una fuente de energía convencional, como una central de carbón o de gas natural, para poner el ritmo de la red, antes de poder añadir otras fuentes de energía, como la solar. Los nuevos controles de “formación en red” en los inversores solares, financiados por la Oficina de Tecnologías de Energía Solar (SETO) del Departamento de Estados Unidos, permiten a los inversores solares formar niveles de tensión y frecuencia como los generadores tradicionales, lo que significa fiabilidad y estabilidad, incluso en una red 100% renovable.

EL MARCO NORMATIVO ESTADOUNIDENSE FAVORECE LA ENERGÍA SOLAR

En Estados Unidos, el Crédito Fiscal a la Inversión (ITC) permite un crédito fiscal del 26% para los sistemas solares. Este importante mecanismo de política federal apoya e incentiva el crecimiento de la energía solar en el país; de hecho, según la Asociación de Industrias de la Energía Solar, desde que se promulgó la ITC en 2006, la industria solar estadounidense ha crecido más de un 10.000%. 

Pero todo lo bueno llega a su fin, y el ITC solar comenzará a reducirse gradualmente después de 2023, lo que significa que los proyectos que comiencen a construirse en los próximos dos años lograrán una mejor reducción dólar por dólar que los que comiencen a partir de 2023, otra razón para que las empresas transicionen hacia la energía solar ahora y consigan los mejores ahorros posibles.

EL INTERÉS POR LA ENERGÍA SOLAR SIGUE SIENDO ALTO A PESAR DEL COVID-19…

A pesar de las órdenes de resguardo y de movilidad por la pandemia, la mayor parte de la construcción de parques solares a gran escala se consideró esencial. Como resultado, según la SEIA, los grandes desarrolladores de esta energía en Estados Unidos han informado pocos retrasos en sus proyectos y, además, no esperan ningún cambio en sus objetivos de energía renovable ni en sus plazos. 

Por su propia naturaleza, los emplazamientos de los proyectos de energía renovable se prestan bien al distanciamiento social: incluso los más pequeños de nuestros parques solares miden cientos de hectáreas, y en Atlas hemos establecido normas líderes en el sector para mantener a las personas a salvo del Covid-19, garantizando la sostenibilidad de nuestros proyectos y la seguridad de sus trabajadores.

…Y LA ENERGÍA SOLAR CREA PUESTOS DE TRABAJO MUY NECESARIOS PARA IMPULSAR LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA

La generación de energía renovable desempeñará un papel transformador en la economía posterior al Covid-19. A medida que la economía estadounidense intenta recuperarse de la pandemia, generar empleos es una de las principales prioridades. En el período de cinco años entre 2014 y 2019, el empleo solar en Estados Unidos aumentó un 44%, cinco veces más rápido que el crecimiento del empleo en la economía del país en general. El empleo en el sector solar también incluye a todos los estadounidenses: las mujeres representan el 26% de la mano de obra del sector solar, mientras que las personas pertenecientes a minorías representan el 34%. Además, casi uno de cada diez trabajadores del sector solar son veteranos militares, según el último Censo Nacional de Empleos Solares.  

En la actualidad, la industria solar en Estados Unidos proporciona a 250,000 estadounidenses puestos de trabajo bien remunerados, y a medida que el sector se expande gracias al rápido descenso del costo de las tecnologías y a su creciente popularidad, esta cifra seguirá en aumento. 

EL MOMENTO PARA LA TRANSICIÓN ES AHORA

La energía solar ya no es una fuente de energía futurista y cara. Hoy en día, la energía solar es más accesible, mejor y más fiable que los combustibles fósiles tradicionales. El cambio a la energía solar puede crear puestos de trabajo muy necesarios, ayudar a limpiar el aire y permitir a las empresas cumplir sus objetivos de rentabilidad, sostenibilidad ambiental y desempeño. 

El momento de hacer la transición a la energía solar es ahora. En Atlas Renewable Energy, desarrollamos, construimos y operamos proyectos de energía renovable a gran escala como socio de confianza para grandes consumidores de energía en numerosos mercados. Contáctenos para brindarle más información sobre cómo su empresa puede aprovechar todo lo que la energía solar puede ofrecerle.

En la cumbre climática liderada por el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, celebrada de manera virtual los días 22 y 23 de abril; 40 líderes mundiales asumieron una serie de compromisos para luchar contra el cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

A lo largo de ocho sesiones, los Jefes de Estado y de Gobierno, así como los dirigentes y representantes de organizaciones internacionales, gobiernos subnacionales y comunidades indígenas, hablaron de la necesidad de una colaboración global sin precedentes y la ambición para afrontar el momento.

Mientras que en la cumbre los responsables políticos debatieron el futuro de la acción climática, se evidenciaron oportunidades clave para las empresas y los inversionistas.

Los grandes emisores suben la apuesta por la neutralidad del carbono

Reconociendo que el statu quo ya no es viable, los líderes que asistieron a la cumbre del clima se comprometieron a tomar medidas climáticas más audaces. Estados Unidos presentó su nueva Contribución Prevista y Determinada a Nivel Nacional (iNDC, por sus siglas en inglés), con el objetivo de lograr una reducción del 50-52% respecto a los niveles de 2005 en las emisiones de gases de efecto invernadero en toda la economía para 2030. 

China indicó que reforzará el control de los gases de efecto invernadero distintos del CO2, controlará estrictamente los proyectos de generación de energía con carbón y reducirá progresivamente su consumo. La Unión Europea se propone reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030 y cero para 2050. Brasil se comprometió a alcanzar el objetivo de cero emisiones en 2050 y a acabar con la deforestación ilegal en 2030. A estos países se sumaron las promesas de India, Japón, Canadá, Sudáfrica y Argentina, entre otros.

Estos compromisos sin precedentes indican que va a aumentar la presión sobre las empresas para que se tomen en serio la reducción de emisiones. Para mantenerse a la cabeza, los grandes usuarios de energía, desde los fabricantes de productos químicos hasta los productores de textiles y las empresas industriales, tendrán que dar un giro decisivo para abordar los elementos clave de las emisiones de CO2 en su negocio, o arriesgarse a quedarse atrás. 

Una oportunidad de inversión

Durante una sesión especial con el enviado de Estados Unidos para asuntos climáticos, John Kerry, los líderes de los gobiernos, las organizaciones internacionales y las instituciones financieras multilaterales y privadas señalaron la necesidad de movilizar grandes sumas de capital privado para proyectos sostenibles.

Durante las conversaciones se reforzaron planes como el plan de inversión en energías limpias de la Administración Biden, cuyo objetivo es conseguir un 100% de electricidad limpia para 2035, y el Green Deal de la Unión Europea, que incluye $572,000 millones de dólares destinados al gasto en proyectos verdes, entre ellos la generación de energía renovable, lo que supondrá un impulso para los inversionistas, cada vez más atraídos por el enorme gasto público y las exenciones fiscales para proyectos sostenibles. 

En el ámbito de las energías renovables, en particular, ya estamos viendo un aumento de los inversionistas que entran en el sector, y esto no es sólo el resultado de las iniciativas del sector público. De hecho, estamos escuchando que la estabilidad de las renovables es una de las principales razones que impulsan la decisión de invertir. Los productores tradicionales de energía rara vez suscriben contratos de precios que duren décadas. En cambio, los productores de energías renovables si pueden, gracias a la inagotabilidad de sus fuentes de energía.

Se acabó el tiempo para los combustibles fósiles

El abandono de los combustibles fósiles fue uno de los principales objetivos de la cumbre. El Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, habló de cientos de start-ups que están trabajando para mejorar el almacenamiento en baterías para la energía solar, eólica y otras energías renovables. La Primera Ministra danesa, Mette Frederiksen, renovó la promesa del país de poner fin a las exploraciones de petróleo y gas en el Mar del Norte. Otros hablaron de eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles que han mantenido artificialmente baratas las fuentes de energía contaminantes durante algún tiempo. Por otro lado, en su discurso de clausura, el Presidente Biden instó a los líderes mundiales a aumentar su inversión en energías limpias. 

En conjunto, todo indica que la actual divergencia de precios entre las energías renovables y los combustibles fósiles -en la que las energías renovables se vuelven más asequibles- parece que va a continuar. Para asegurar la estabilidad de los precios de la energía, ya estamos viendo que varias empresas de todo el mundo empiezan a estudiar detenidamente su estrategia energética y las posibilidades que ofrecen las estructuras financieras innovadoras, como los acuerdos de compra de energía para empresas (PPA).

Nuevas oportunidades de negocio para las infraestructuras energéticas y de transporte con bajas emisiones de carbono

La Asociación Global para Infraestructuras Climáticamente Inteligentes de la Agencia de Comercio y Desarrollo de los Estados Unidos (USTDA), presentada durante el evento, tendrá como objetivo impulsar la adopción de tecnologías transformadoras que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y apoyen la resiliencia al cambio climático en todo el mundo.

En la práctica, esto significará una inversión pública y privada en proyectos como el almacenamiento de energía y proyectos solares y eólicos a gran escala, así como en tecnologías de transporte energéticamente eficientes que reduzcan el uso de energía y agua.

Desde su lanzamiento, ya se han concedido subvenciones a proyectos y proveedores de Tailandia, Camerún, Brasil e India, y la USTDA ha publicado una página web de la Asociación Mundial por el Clima para poner a las empresas en contacto con la información más reciente sobre las oportunidades de negocio asociadas a esta iniciativa, así como con las solicitudes de propuestas.

Para las empresas, las actividades climáticamente inteligentes y los beneficios van ahora de la mano. Pero para aquellas que no están directamente involucradas en los sectores a los que se dirige la USTDA, todavía hay maneras de aprovechar los beneficios. 

El desarrollo de las energías renovables, es uno de ellos, por ejemplo. A través de la estructura de acuerdos de compra de energía (PPA), los grandes consumidores de energía pueden beneficiarse de mejores decisiones estratégicas de abastecimiento energético. Creemos que los acuerdos bilaterales de compra de energía renovable son una herramienta fundamental para crear empresas resistentes e inteligentes desde el punto de vista climático, y numerosas empresas internacionales han sido las primeras en actuar en este sentido, desde Anglo American hasta empresas multinacionales como Dow.

Los dirigentes insisten en la necesidad de ayuda del sector privado

Aunque la cumbre se enfocó en los objetivos a nivel de país, los participantes resaltaron la necesidad de la participación de la comunidad empresarial.

Afortunadamente, el sector privado ya ha demostrado que está preparado y dispuesto a actuar. Antes de la cumbre, 408 empresas e inversionistas, desde pymes hasta grandes multinacionales, firmaron una carta abierta en la que indicaban su apoyo a “un objetivo de reducción de emisiones muy ambicioso para 2030, o una Contribución Determinada a Nivel Nacional (CDN) de conformidad con el Acuerdo de París, con el fin de alcanzar las emisiones netas cero en 2050.” 

La comunidad mundial aún tiene mucho trabajo por delante, y se espera que todos los países se comprometan a adoptar nuevas medidas climáticas en la conferencia COP26 que se celebrará en Glasgow en noviembre de 2021. Sin embargo, en Atlas Renewable Energy creemos que las empresas pueden empezar a aprovechar el impulso de la cumbre climática de Biden desde ahora, para desarrollar sus propias estrategias a largo plazo y establecer una trayectoria hacia las emisiones netas cero.

Como dijo Angela Merkel, canciller de Alemania, en la cumbre: “Es una tarea hercúlea, porque se trata nada menos que de una transformación completa de la forma en que hacemos negocios.”

En los últimos años, reducir las emisiones de carbono para mitigar los efectos del cambio climático se ha convertido en un reto fundamental para los líderes políticos de todo el mundo. Aunque hay varios enfoques, uno de ellos, la fijación de precios del carbono, está ganando en popularidad, y los indicadores muestran que pronto se generalizará.

¿QUÉ ES LA FIJACIÓN DE PRECIOS DEL CARBONO?

En resumen, la fijación del precio del carbono es un medio por el que se asigna a la contaminación por carbono un costo que luego se traslada a los emisores de CO2 mediante un impuesto o una tasa. Es un simple principio económico: encarecer algo desestimula su uso. La idea que subyace a la fijación del precio del carbono es, en esencia, ofrecer a las empresas un incentivo financiero para que reduzcan sus emisiones.

La forma más básica de fijación de precio del carbono es un impuesto sobre el carbono, que consiste en una tasa fija por tonelada de CO2 equivalente (tCO2e) sobre la cantidad de dióxido de carbono producida. Otras iniciativas son los sistemas de comercio de emisiones (ETS), que crean un mercado de créditos fiscales para que los emisores puedan intercambiar unidades de emisión con los no emisores. Mientras tanto, los mecanismos de compensación permiten a los emisores evitar el impuesto sobre el carbono si realizan esfuerzos paralelos en otras áreas para eliminar el carbono del medio ambiente.

Para sus defensores, la fijación de precio del carbono es el enfoque más eficaz para reducir las emisiones, ya que fomenta inmediatamente la reducción de cualquier actividad que emita carbono y obliga a innovar en alternativas menos contaminantes. Si se fija en el nivel adecuado, un impuesto sobre el carbono en la energía crearía rápidamente una preferencia económica por el gas natural, por ejemplo, frente al petróleo y el carbón, y por las energías renovables frente a los combustibles fósiles, impulsando así la transición a energías limpias en todo el mundo.

Eso no quiere decir que todo el mundo esté de acuerdo con el concepto. En muchos países, desde Estados Unidos hasta Australia y otros, las propuestas de impuestos sobre el carbono han sido recibidas con oposición. Sin embargo, el número de jurisdicciones que están poniendo un precio al carbono, ya sea a través de un impuesto sobre el carbono o a través de un ETS, está creciendo. En la actualidad, 46 países y 32 jurisdicciones subnacionales han puesto en marcha iniciativas de fijación de precio del carbono, frente a los 42 países y 25 jurisdicciones subnacionales de 2017. Entre ellos se encuentran la mayor parte de Europa, China, Canadá y Sudáfrica, así como el estado de California en Estados Unidos.

LA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA

En América Latina, las iniciativas de fijación de precios del carbono están actualmente en su fase inicial. Como vemos en el siguiente gráfico, México, Chile, Argentina y Colombia ya tienen sistemas de impuestos sobre el carbono en marcha, pero ponen un precio bastante modesto a cada tCO2e de carbono, inferior al de Canadá y Sudáfrica y una fracción de los 40-80 dólares por tCO2e que pide la Comisión de Alto Nivel sobre los Precios del Carbono para reducir de forma eficiente las emisiones, de acuerdo a los objetivos de temperatura propuestos en el Acuerdo de París.

Dado que los actuales planes de mitigación del cambio climático, tanto en la región como en el mundo, aún no alcanzan los niveles de reducción de emisiones necesarios para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2˚C, creemos que cada vez más gobiernos comenzarán a aplicar la fijación de precios del carbono en los próximos años y es muy probable que aumenten los impuestos sobre el carbono.

APOYO CORPORATIVO

Aunque la fijación de precio del carbono tiene un impacto directo y negativo en las utilidades de las empresas contaminantes, un número cada vez mayor de empresas la reclaman, ya que la creciente presión de los inversionistas y los consumidores los lleva a empezar a tomarse en serio la reducción de las emisiones.

En Estados Unidos, la asociación Business Roundtable (BRT), conformada por directores ejecutivos de más de 200 empresas importantes ha respaldado los mecanismos de mercado, incluida la fijación de precios del carbono, para avanzar en la lucha contra el cambio climático. Incluso las empresas petroleras, como ExxonMobil, Shell y BP, han pedido que se apliquen impuestos sobre el carbono, mientras que la multinacional española Repsol ha llegado a establecer su propio precio interno del carbono, de 25 dólares por tCO2e para las nuevas inversiones, que aumentará a $40 dólares por tCO2e a partir de 2025.

De hecho, en todo el mundo, unas 1,600 empresas utilizan actualmente la fijación interna de precios del carbono para dar prioridad a las inversiones bajas en carbono y prepararse para la futura normativa, o prevén hacerlo dentro de dos años, según una encuesta realizada por el Carbon Disclosure Project, una organización internacional sin ánimo de lucro. En muchos casos, utilizan los ingresos para financiar los esfuerzos de reducción de emisiones: Microsoft, por ejemplo, utiliza los ingresos de su tasa interna de carbono para financiar la energía renovable y se propone alcanzar el 100% de uso de energía renovable en 2025.

En junio de 2020, Bernard Looney, consejero delegado de BP, duplicó con creces las previsiones de su empresa sobre el precio del carbono hasta los 100 dólares para el año 2030, afirmando que cree que los países de todo el mundo acelerarán la agresiva transición de los combustibles fósiles hacia alternativas más limpias para finales de la década.

Por lo tanto, para aquellas empresas que aún no tienen sus propias iniciativas internas de fijación de precios del carbono, o que no han tenido en cuenta el probable impacto de los impuestos sobre el carbono en sus resultados, está claro que ha llegado el momento de actuar.

EL COSTO DE LA FIJACIÓN DE PRECIOS DEL CARBONO

Al ser el mayor emisor del mundo, el sector energético es el más afectado por la fijación de precio del carbono. Ya estamos empezando a ver el fracaso comercial de la generación de energía térmica como resultado. Recientemente, la Secretaría de la Comunidad de Energía de la Unión Europea calificó de “desastre económico” la ampliación prevista de 450 MW de la central térmica estatal de Bosnia y Herzegovina, financiada con un préstamo de €614 millones de euros aprobado por el Eximbank de China, ya que se planificó con un precio del carbono de €7 euros por tCO2e, mientras que el precio actual en la UE es de €25 euros. 

Bosnia y Herzegovina no es un Estado miembro de la UE y aún no aplica la fijación de precio del carbono. Sin embargo, la Comisión Europea está preparando un impuesto fronterizo sobre el carbono, que se aplicará también a los Balcanes Occidentales, lo que hace inviable el éxito financiero de la planta.

Sin embargo, no sólo las empresas de servicios públicos y los productores de energía se verán afectados por un precio del carbono. Cualquier aumento de precio relacionado con la generación de energía se trasladará inevitablemente a los clientes, aumentando los precios que las empresas, y los hogares, acaban pagando.  

EL IMPACTO EN LOS GRANDES CONSUMIDORES DE ENERGÍA

Para las industrias que hacen un uso intensivo de la energía, esto supone una doble amenaza. Los fabricantes de productos químicos, los productores de textiles y las grandes empresas industriales no sólo pagarán un impuesto adicional basado en sus propias emisiones, sino que también pagarán mayores costos de energía, ya que sus proveedores de electricidad aumentan los precios para cubrir sus propios impuestos sobre el carbono. Según un estudio reciente de EY, el impacto estimado de un impuesto sobre el carbono en los costos globales de producción de la industria, con un precio del carbono de $25 dólares por tCO2e, supondrá un aumento del 1.1%, del que la mayor parte, el 0.7%, corresponderá a los costos indirectos, es decir, al aumento de los precios de los insumos energéticos.

Históricamente, los estudios han demostrado que cuando el costo de la energía supone una fracción mayor del costo de producción, las empresas encuentran nuevas formas de reducir los costos energéticos, y esta vez no será diferente. Hasta ahora, 284 marcas mundiales, desde ING hasta Unilever, AB Inbev y Kellogg Company, han dado el paso de acelerar la transición a cero energía de carbono comprometiéndose a obtener el 100% de su energía de fuentes renovables.

Estas empresas pueden ver lo que se avecina en el horizonte y están tomando medidas para reposicionarse. Creemos que es una decisión sensata: como demuestra el caso de la central eléctrica de Bosnia y Herzegovina, esperar a que se aplique la fijación de precio del carbono en su país de origen puede ser demasiado tarde, ya que las decisiones adoptadas por otras jurisdicciones pueden tener muy fácilmente un impacto transfronterizo. 

ESTÉ PREPARADO

Mientras que las conversaciones iniciales sobre la fijación de precios del carbono la enmarcaron como una simple imposición regulatoria, ha quedado claro que no sólo las empresas apoyan la idea de reducir las emisiones de carbono, sino también el público en general. En una reciente encuesta internacional realizada a más de 10.000 consumidores de Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, España, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos, dos tercios de los consumidores afirmaron que querían ver el etiquetado de carbono en los productos. 

A medida que los consumidores de todo el mundo se informan más sobre la huella de carbono de los productos que compran, y empiezan a decidir con sus carteras, se crea una tendencia que no debe ser ignorada. Afortunadamente, existen soluciones para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Un ejemplo es la estructura de los acuerdos de compra de energía (PPA), que permite a los altos consumidores de energía tomar mejores decisiones estratégicas de abastecimiento con la ayuda de un socio competente y capaz. Esta es la oportunidad perfecta para reducir el riesgo casi inevitable de las iniciativas de fijación de precio del carbono en los resultados de las empresas. Además, en muchos mercados ya se pueden ahorrar costos de forma inmediata, gracias a los precios competitivos de las energías renovables. 

En nuestra opinión, la fijación de precio del carbono es inevitable, pero, afortunadamente, las empresas pueden prepararse de muchas maneras para estar listas cuando llegue el momento.