Perspectivas y tendencias del panorama energético colombiano
Los contratos PPA firmados por las empresas actúan como escudo ante la volatilidad del mercado energético, garantizando estabilidad de sus precios energéticos y un suministro sostenible.
En 2024, las energías renovables representaron cerca del 68% de la capacidad de generación eléctrica en América Latina, siendo la hidroeléctrica la más importante (con más de un 45%), seguida por la eólica y solar fotovoltaica, con un 13% en conjunto.
Debido a esta configuración de la canasta energética, las sequías —cada vez más frecuentes por el cambio climático— están afectando a la producción hidroeléctrica, poniendo en jaque la confiabilidad del sistema en algunos países. Esta situación crea la necesidad de desarrollar sistemas eléctricos resilientes mediante la diversificación de su matriz energética. Según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), para este año las inversiones en energías renovables en la región podrían superar los USD 20.000 millones este año.
Colombia, la cuarta economía de la región, es uno de los países más afectados por las sequías: casi el 70% de su generación de energía eléctrica es hidráulica, mientras que la energía solar fotovoltaica conforma el 9%. El resto lo aportan los hidrocarburos.
Por lo tanto, a pesar de que el país cuenta con una matriz eléctrica limpia, queda muy expuesto al uso de hidrocarburos en caso de no poder disponer de energía hidroeléctrica, lo que genera aumentos significativos en el precio de la energía.Esta situación representa una oportunidad para que Colombia diversifique su matriz energética no solo para descarbonizar sino reducir la vulnerabilidad climática de su sistema eléctrico. De acuerdo a las expectativas de SER Colombia, las energías renovables no convencionales crecerán en un 35% en 2025. El gremio, que agrupa a las empresas de ese sector, estima que 19 nuevos proyectos entrarán en operación, sumando 2.550 MW, equivalentes al consumo de 6,8 millones de colombianos. Actualmente, hay instalados 1.916,06 MW en fuentes renovables no convencionales, considerando tanto proyectos de gran escala como de autogeneración.
Desafíos y oportunidades para el avance de las energías renovables en Colombia
Colombia cuenta con ventajas importantes para el desarrollo de la energía eólica y solar fotovoltaica. Pero uno de los mayores desafíos es la infraestructura de transmisión y distribución, justamente en zonas con alto potencial renovable, como La Guajira. El territorio tiene un potencial eólico de 15.000 MW, con vientos alisios de 9 m/s, entre los mejores de Sudamérica. Además, su irradiación solar alcanza 4,5 kWh/m²/día, superando el promedio mundial (4 kWh/m²/día). Esta combinación hace de La Guajira un pilar clave para el desarrollo de energías renovables en Colombia.
Pero la falta de redes adecuadas impide que parte de este potencial llegue a los centros de consumo. Un gran paso será la puesta en marcha de la línea eléctrica Colectora (en 500 kV) que a fin de 2025 entrará en funcionamiento y conectará unos 15 parques eólicos y una planta solar, inyectando 2.323,9 MW al Sistema Interconectado Nacional.
Este tipo de obras llegarán para dar respuesta a otro factor crítico: el rápido crecimiento de la demanda eléctrica. Según la UPME, el consumo de electricidad en Colombia aumentará en promedio un 2,38% anual hasta 2038, lo que pondría en tensión la infraestructura existente. Sin nuevas inversiones en generación, el país enfrentaría un déficit estructural de energía a partir de 2027.
Así mismo, el país ha implementado incentivos regulatorios para proyectos de energías renovables no convencionales, como los fijados en la Ley 2099 de 2021, que ofrece deducciones fiscales de hasta el 50% sobre la inversión en proyectos de estas fuentes y la exención del IVA y aranceles para la importación de equipos destinados a estos proyectos. Sin embargo, es imperativo que el sector público trabaje en políticas que brinden señales de estabilidad jurídica a largo plazo para este tipo de proyectos de capital intensivo que requieren inversiones de largo aliento.
Otro reto tiene que ver con los tiempos de ejecución de proyectos renovables, que en determinadas zonas del país son excesivamente largos. La Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (ACOLGEN), gremio acoge el 70% de los proyectos de energías renovables del país, asegura en su informe de gestión de 2023 que de los 4,5 GW de capacidad solar esperados, menos del 5% ha logrado conectarse a la red debido a retrasos en permisos y licenciamientos.
Las consultas previas con comunidades originarias locales son un mecanismo indispensable para garantizar el desarrollo justo y sostenible de los proyectos renovables, al asegurar el diálogo, el respeto territorial y la viabilidad social. Sin embargo, estos procesos —por su complejidad y alcance— representan también uno de los principales cuellos de botella en los tiempos de ejecución.
Esta situación plantea una necesidad para la industria: sentar bases más flexibles para agilizar este tipo de procesos y que de igual forma se mantengan las garantías de las comunidades. Por ejemplo, la línea Colectora plasmó acuerdos con 235 comunidades étnicas certificadas para trazar sus 475 kilómetros, atravesando 10 municipios en La Guajira y cuatro en el Cesar, lo que generó retrasos importantes en su construcción.
Con uno de los mejores recursos solares y eólicos de Sudamérica, Colombia cuenta con el potencial para liderar la transición energética regional. Pero, para ello, es necesario superar desafíos clave como la falta de articulación entre empresas, autoridades, gobierno y comunidades, así como la falta de flexibilidad en los procesos de consultas previas y licencias ambientales.
El avance de las energías renovables para asegurar precios bajos
En 2024, el mercado energético colombiano registró una volatilidad sin precedentes debido al fenómeno de El Niño, que redujo los niveles de los embalses y obligó a recurrir a generación térmica más costosa. Esto llevó a que en diciembre el precio promedio de la Bolsa de Energía alcanzara COP $759,54/kWh (USD 0,18/kWh), con un aumento interanual del 13,47%. No obstante, el mayor impacto se dio en septiembre y octubre, cuando los precios llegaron a dispararse hasta COP $7.233,16/kWh (USD 1,74/kWh) por momentos breves, un alza del 700% en solo 24 horas, debido a la activación del Estatuto para Situaciones de Riesgo de Desabastecimiento.
Frente a esta volatilidad, las energías renovables presentan una alternativa más estable y económica para estabilizar las tarifas de energía. Según IRENA, los costos nivelados de generación (LCOE) para las energías renovables han caído significativamente en la última década, lo que ha permitido que, en 2023, la energía solar fotovoltaica haya alcanzado un costo global promedio de USD 0,044/kWh, mientras que la eólica terrestre se situó en USD 0,033/kWh, ambos muy por debajo del costo promedio de la generación con combustibles fósiles a nivel mundial y drásticamente menores que los precios de la Bolsa de Energía.
Así mismo, el almacenamiento con baterías (BESS) pasa a ser la opción más fuerte. Esta solución, aplicada en modelos intensivos, permite almacenar energía en momentos de baja demanda y liberarla cuando el consumo se dispara, optimizando la estabilidad de la red y garantizando un suministro confiable 24/7. Con un enfoque en innovación y eficiencia, Atlas Renewable Energy está liderando la implementación de sistemas de almacenamiento de energía (BESS) en América Latina, con proyectos estratégicos en Chile y capacidad de expansión en Colombia. Estas soluciones de almacenamiento son fundamentales para impulsar una transición energética con sistemas más confiables que contribuyan a mercados más estables y resilientes.
PPA: un modelo para la estabilidad
El incremento en los precios de la energía ha acelerado el interés en los contratos de compra de energía (PPA), que permiten a empresas e industrias asegurar un suministro estable y más económico de energía limpia a largo plazo.
Atlas Renewable Energy diseña PPA flexibles y competitivos, ajustados a las necesidades específicas de cada cliente, con opciones que van desde contratos físicos con entrega directa de energía, hasta PPA financieros o virtuales, que protegen contra la volatilidad del mercado.
Para asegurar un suministro confiable, competitivo y sostenible, la compañía incorpora sistemas de almacenamiento en baterías (BESS) y monitoreo en tiempo real, permitiendo gestionar excedentes y optimizar la entrega según la demanda, ofreciendo energía renovable a la medida, que también contribuye a la estabilidad de la red y facilita una mayor penetración de fuentes limpias en el sistema eléctrico.
El crecimiento de los PPA y el avance de nuevos modelos contractuales en el mercado colombiano
En Colombia, los contratos de compra de energía (PPA) se están consolidando como una de las principales herramientas para que las empresas aseguren suministro eléctrico competitivo, previsible y sostenible. Sólo en diciembre de 2024, el país transó alrededor de 513,92 GWh en contratos bilaterales de largo plazo con fuentes renovables, equivalentes al 7,48% de la demanda nacional. Todo indica que esta participación continuará creciendo, impulsada por la necesidad de los grandes consumidores de protegerse frente a la volatilidad de precios y avanzar en sus estrategias de descarbonización.
Atlas Renewable Energy avanza con decisión en este camino. En alianza con BID Invest y Bancolombia, concretó un acuerdo de financiamiento por 474.000 millones de pesos colombianos (USD 113 millones) para desarrollar la planta solar Shangri-La, en Tolima. Este proyecto, que contará con 201 MW de capacidad instalada y aportará 160 MWac a la red, generará 404 GWh anuales de energía limpia, suficiente para abastecer cerca de 214.000 hogares y evitar la emisión de 162.000 toneladas de CO₂ por año. Además, Atlas ha anunciado su ambición de desarrollar 1.000 MW adicionales en el país, contribuyendo a fortalecer la matriz energética colombiana.
Paralelamente, el despliegue de sistemas de almacenamiento de energía en baterías (BESS) comienza a abrir nuevas oportunidades en el mercado energético, especialmente desde el lado de los generadores. Estas soluciones permiten almacenar excedentes de generación renovable en horas de baja demanda y liberarlos cuando la oferta es limitada o la demanda aumenta, aportando flexibilidad operativa al sistema eléctrico y mejorando su eficiencia.
La experiencia de Atlas en proyectos como el BESS del Desierto en Chile —uno de los más grandes de la región, con 200 MW de capacidad y 800 MWh de almacenamiento— demuestra el potencial de estas tecnologías para reducir brechas tarifarias, optimizar costos operativos y fortalecer la confiabilidad del suministro. En el contexto colombiano, su aplicación resulta especialmente valiosa en zonas con alta volatilidad tarifaria, como la costa Caribe, y ante un escenario futuro donde la creciente penetración renovable podría generar fenómenos como el curtailment.
Este avance tecnológico también está impulsando nuevos modelos contractuales. Los acuerdos tipo tolling fee permiten a las empresas pagar una tarifa fija por utilizar la capacidad de un sistema de almacenamiento, mientras que los contratos de spinning reserve ofrecen respaldo instantáneo frente a variaciones inesperadas en la demanda. Además, emergen modelos híbridos que combinan el consumo de energía renovable con almacenamiento detrás del medidor, permitiendo a las industrias ampliar su autonomía energética y reducir sus costos en momentos de alta demanda.
La combinación de contratos PPA, tecnologías de almacenamiento y esquemas contractuales innovadores representa una evolución natural del mercado energético colombiano. No solo facilita un suministro más estable y competitivo para los grandes consumidores, sino que además optimiza el uso de los recursos energéticos, maximiza el valor de la generación renovable y contribuye a un sistema eléctrico más resiliente, eficiente y sostenible.
Renovables y PPA: el camino hacia la estabilidad energética en Colombia
El avance de las energías renovables en Colombia es clave para diversificar la matriz energética, garantizando estabilidad en el suministro eléctrico y reduciendo la volatilidad de precios. Tecnologías como la solar fotovoltaica y la eólica, con costos significativamente más bajos que los combustibles fósiles, son un complemento perfecto a la oferta energética del país. Así, apoyan una transición hacia un modelo de bajas emisiones, fortaleciendo al mismo tiempo la seguridad energética y la competitividad del sistema.
Los contratos de compra de energía (PPA) se han consolidado como un modelo clave para que empresas e industrias aseguren precios estables a largo plazo. Con un aumento del 18% en América en 2022, su implementación en Colombia crece aceleradamente, beneficiando a grandes consumidores que buscan reducir costos y huella de carbono.
Sin embargo, para que esta transición sea realmente efectiva, es fundamental contar con un esquema regulatorio claro, predecible y moderno, para atraer inversión que impulse el desarrollo de proyectos renovables.
Atlas Renewable Energy se posiciona como un actor fundamental en esta transformación. Con su experiencia en PPA y el desarrollo de 8,4 GW contratados en la región, lidera la expansión de proyectos renovables en Colombia, destacándose con Shangri-La, el tercer parque solar más grande del país que forma parte de la meta de desarrollar 1.000 MW en los próximos años.
Más allá de la generación, el fortalecimiento del mercado requiere soluciones tecnológicas que refuercen la confiabilidad del sistema, como el almacenamiento de energía a gran escala (BESS), clave para gestionar la intermitencia renovable y garantizar suministro continuo. La estabilidad del sector no depende de regulaciones artificiales de precios, sino de una combinación inteligente entre marcos regulatorios predecibles, innovación tecnológica y modelos financieros flexibles como los PPA, que juntos allanan el camino hacia un futuro energético más limpio, eficiente y competitivo para Colombia.
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Este artículo fue creado en colaboración con Castleberry Media. En Castleberry Media, estamos dedicados a la sostenibilidad ambiental. Al comprar certificados de carbono para la plantación de árboles, combatimos activamente la deforestación y compensamos nuestras emisiones de CO₂ tres veces más.