Rumbo a la COP30: La energía renovable y nuevas oportunidades para Latinoamérica

Latinoamérica supera por más del doble al mundo en energías renovables: 33% vs 14,4% global. La COP30 en la Amazonía mostrará sus logros y el ambicioso camino hacia la descarbonización.

Por primera vez, se albergará en plena Amazonía una Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y en esta ocasión será la n,°30 (COP30). Se desarrollará del 10 al 21 de noviembre en la ciudad amazónica de Belém, estado de Pará, Brasil, otorgando al evento una carga simbólica y geopolítica sin precedentes.

El país anfitrión se está preparando para este encuentro, en medio de tensiones por la situación creciente de deforestación, que aumentó un 482% en comparación con el período anterior y protestas indígenas en el país. Brasil ya ha realizado inversiones en infraestructura para recibir a delegaciones de más de 190 países, mientras alinea su estrategia climática con una narrativa centrada en la Amazonía, la biodiversidad y la transición energética. Durante la conferencia se espera que se lance un fondo de USD125.000 millones para proteger los bosques tropicales y se cree una Comisión Indígena Internacional que integre las voces de los pueblos originarios, entre otras iniciativas para evitar el avance del cambio climático.

La COP30 no solo será una vitrina para las metas globales, sino también una oportunidad estratégica para que América Latina se afiance como uno de los líderes del desarrollo sostenible.

La región tiene argumentos contundentes para hacerlo: según la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), entre 2015 y 2023 la participación de energías renovables en la generación eléctrica subió del 53% al 64% en la región, y las emisiones del sector cayeron un 26%. En 2024, el 33% de su energía primaria provino de fuentes renovables no convencionales, frente a solo el 14,4% del promedio global, y ese año el 69% de su electricidad fue renovable, el doble del promedio mundial (30%).

El rol de las energías renovables 

Latinoamérica es una de las regiones menos contaminantes del mundo, siendo responsable de solo el 4,4% de las emisiones globales de CO2. Esto se explica porque la energía hidroeléctrica es la principal fuente de generación de electricidad en la mayoría de los países, representando el 45% de la demanda eléctrica total de la región, muy superior a la media mundial que se encuentra en torno al 16%.

Por su parte, las energías eólica y la solar fotovoltaica representan una parte cada vez más importante de la generación en Latinoamérica. Según la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), 2024 dio un salto respecto al año anterior. Brasil lideró con 86,1 GW combinados, compuestos por 53,1 GW de energía solar y 33 GW de eólica, una diferencia del 40% y 13,2%, respectivamente, frente al 2023. México alcanzó 19,3 GW totales, con 12 GW solares (+9,9%) y 7,3 GW eólicos, sin variaciones frente al año anterior. Chile sumó 14,2 GW (9,3 GW solares y 4,8 GW eólicos), con aumentos del 24,6% y 4%, respectivamente. 

Colombia, además, alcanzó 1,9 GW de capacidad renovable, impulsada principalmente por el crecimiento del 94,4% en energía solar (1,4 GW), mientras que la capacidad eólica se mantuvo en 34 MW. Perú totalizó cerca de 1,7 GW, distribuidos en 528 MW solares y 1,15 GW eólicos. 

Estos datos reflejan un ritmo sostenido de expansión en energías limpias, con la solar liderando el crecimiento en la mayoría de los países de la región. Esta diversificación  energética contribuye a la seguridad de las economías de los países.

La alta dependencia de la energía hidroeléctrica puede generar que ciertas contingencias cada vez más frecuentes por la crisis climática, como fluctuaciones de las precipitaciones que muchas veces desencadenan en sequías, afecten el nivel de los embalses y, por ende,  la generación de energía en general.Por ejemplo, en 2021 Brasil sufrió la sequía más importante de sus últimos 100 años, teniendo serios problemas no solo en su suministro eléctrico sino también para abastecer al sector agropecuario e inclusive a sus habitantes. Se estimaron pérdidas en torno a los 8.200 millones de reales (unos 1.464 millones de dólares de ese momento). Otro caso es el de Colombia. En 2024, El Niño desató una sequía que provocó aumentos de la energía, hasta cuatro veces más altas que en 2023, que perjudicó su economía.

Las empresas como motor de la economía

Otro aspecto importante de la diversificación energética es la competitividad que la energía eólica y solar fotovoltaica le otorgan a las empresas. 

Según un reporte de Wood Mackenzie publicado en octubre pasado, el costo nivelado de energía (LCOE) de las renovables en Latinoamérica disminuyó un 8%, con Brasil, Chile y México como motores de esta baja. En promedio, la energía solar fotovoltaica se ubicó en USD 60/MWh (con un rango de USD 31/MWh a USD 103/MWh), y la eólica en USD 75/MWh (con un rango de USD 23/MWh a USD 139/MWh), consolidando precios estables y competitivos a nivel global. Este escenario aceleró los contratos de compraventa a largo plazo (PPA), que alcanzaron un récord de 68 GW en 2024, un crecimiento del 33% anual desde 2015.

Atlas Renewable Energy ha capitalizado este contexto para posicionarse como uno de los principales proveedores corporativos de energía renovable en la región. Desde 2017 ha firmado más de 6 GW en PPA con clientes industriales de alto consumo en Brasil, Chile, México, Colombia y Uruguay. Sus soluciones combinan contratos a medida, financiamiento y certificaciones I-REC de trazabilidad, generando impactos tanto ambientales como económicos.

Entre sus proyectos más destacados se encuentran: en Chile, contratos con Codelco y con Copec para abastecimiento 24/7 mediante almacenamiento en baterías durante 15 años; en Brasil, un contrato de 902 MW por 21 años con Albras, la fundición de aluminio más grande del país, y el suministro anual de 424 GWh para Votorantim Cimentos; en México, el parque La Pimienta (315 MW) que abastece a la CFE, y Guajiro (129,5 MW), que genera 300 GWh al año y evita 215.000 toneladas de CO₂. En Colombia, el proyecto Shangri-La (201 MW) entrará en operación a finales de 2025 para abastecer a más de 214.000 hogares, y se suma una alianza con Isagen para desarrollar hasta 1.000 MW adicionales en el país.

Estos desarrollos permiten a las empresas compradoras estabilizar sus costos energéticos y ganar competitividad. Un caso concreto es el de MLP en México, que logró reducir un 50% sus costos mediante un contrato con Atlas. A su vez, los proyectos generan valor compartido: empleos locales, capacitación técnica en energías limpias, certificaciones de origen y acceso a financiamiento climático con instituciones como BID Invest, MUFG y SMBC.

Con una tasa de cumplimiento del 100% en sus entregas, y el respaldo de instituciones financieras internacionales, Atlas Renewable Energy demuestra que los PPA no solo son herramientas financieras, sino vectores de transformación industrial y climática. En la antesala de la COP30, su recorrido es una muestra concreta de cómo el sector privado puede liderar el cambio hacia una matriz energética más limpia, resiliente y competitiva en Latinoamérica, ya que su producción de energía limpia evita anualmente unos 819.000 de CO₂, equivalentes al retiro de cientos de miles de autos, y abastece más de 3,1 millones de hogares.

Otras ventajas de las energías renovables para la región

Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los empleos en energías renovables crecieron un 18% en 2023, con 16,2 millones en todo el mundo. Latinoamérica concentra parte de esa expansión: Brasil, por ejemplo, alcanzó los 1,56 millones de empleos, posicionándose como el tercer país con más empleo de este tipo en el mundo. 

Se estima que al 2030 el 10,5% del empleo en la región se generará gracias a la transición energética. Según un reporte de la Cepal, este impacto se explica, entre otras cosas, porque sectores intensivos en emisiones como agricultura y manufactura registrarían una caída del 13,3% en sus niveles de empleo. Sin embargo, como los sectores sostenibles  ya concentran una mayor proporción de trabajadores —55% frente al 35% de los sectores no sostenibles —, la expansión en los primeros compensa con creces las pérdidas en los segundos. Para que este efecto neto positivo se materialice, es clave que se implementen políticas activas de reconversión laboral, programas de capacitación técnica y medidas de protección social que aseguren una transición inclusiva. Así, la transición energética no solo reduce emisiones, sino que también crea empleo formal, impulsa la productividad y aporta resiliencia económica a largo plazo.

Por otra parte, la región se destaca por su potencial estratégico en sectores clave como la minería y la agroindustria.

Según la Asociación Internacional de la Energía (IEA), actualmente la región representa el 8% de la población mundial y el 7% de la economía global, pero puede desempeñar un papel fundamental en la nueva economía energética: tiene al menos un tercio de las reservas mundiales de litio, cobre y plata. Los ingresos por la producción de minerales críticos (grafito, bauxita, níquel, zinc, litio, cobre y neodimio) ascendieron a unos USD  100.000 millones en 2022. El agro, por su parte, avanza en biocombustibles y bonos de carbono, integrando la sostenibilidad al modelo productivo.

Ante este panorama, la COP30 se perfila como un punto de inflexión. Por un lado, permitirá a Latinoamérica mostrar liderazgo en transición energética, resiliencia climática y equidad social. Por otro, exigirá compromisos concretos: elevar la ambición de las metas climáticas NDC, ya que al momento solo tres países de la región (Brasil, Uruguay y Ecuador) lo han hecho; destrabar el financiamiento climático (del cual la región solo recibe un 17% global) y visibilizar propuestas regionales como RELAC, que busca alcanzar 70% de electricidad renovable en la región para 2030.

Con una matriz energética que ya es mayoritariamente limpia, una industria en transformación, y un ecosistema de actores públicos y privados comprometidos, Latinoamérica no llega a la COP30 como espectadora, sino como protagonista. En efecto, es la región que demuestra que crecimiento económico y sostenibilidad no solo pueden coexistir, sino impulsarse mutuamente.

Energía limpia, menos riesgo y más desarrollo para América Latina

En un momento donde el mundo exige soluciones concretas frente al cambio climático, América Latina ya muestra resultados. La región, responsable de solo el 4,4% de las emisiones globales, cuenta con una de las matrices energéticas más limpias del planeta y con un potencial estratégico en sectores clave como minería, agroindustria y tecnología. Sin embargo, debe diversificar más su matriz energética, para no ser tan dependiente de la energía hidroeléctrica, lo que conlleva a riesgos económicos y sociales importantes.

Empresas como Atlas Renewable Energy están acelerando este proceso, no solo desarrollando proyectos de generación renovable no convencional, sino también articulando contratos a largo plazo con industrias intensivas, atrayendo inversión, generando empleo calificado y consolidando ecosistemas de valor compartido.

En la antesala de la COP30, América Latina demuestra que las energías renovables no son solo una herramienta ambiental, sino una estrategia económica inteligente. Un camino que ya está en marcha, con impactos reales para empresas, comunidades y el planeta.


En Atlas Renewable Energy contamos con un canal de WhatsApp listo para ayudarte. A través de él, puedes obtener respuestas rápidas a tus preguntas. ¡Contáctanos y descubre lo fácil que es conectar con nosotros!


Este artículo fue creado en colaboración con Castleberry Media. En Castleberry Media, estamos dedicados a la sostenibilidad ambiental. Al comprar certificados de carbono para la plantación de árboles, combatimos activamente la deforestación y compensamos nuestras emisiones de CO₂ tres veces más.