El rol del almacenamiento en la transición energética latinoamericana
Los países de la región están cada vez más comprometidos con la transición energética. El almacenamiento se torna un complemento clave de la energía eólica y solar fotovoltaica. Para ello, es vital un marco regulatorio atractivo.
Latinoamérica está en medio de una transición energética importante, impulsada por la creciente adopción de fuentes renovables. Un análisis de Global Energy Monitor indica que la región cuenta con más de 319 GW de capacidad solar y eólica a gran escala en procesos de tramitación para construcción, en etapa de montaje, con un pronóstico de puesta en marcha al 2030.
En efecto, si estos proyectos lograran ponerse en operación, la capacidad de estas fuentes de energía limpia en la región aumentaría un 460% para el 2030 respecto al 2023, por sobre los 69 GW (27,6 GW en energía solar y 41,5 GW en energía eólica) en funcionamiento. Esto representa casi un 70% de crecimiento por encima de la capacidad eléctrica total actual de la región proveniente de todas las fuentes (457 GW).
La incorporación de este tipo de energía ofrece grandes ventajas en términos de descarbonización, para cumplir los objetivos climáticos que se proponen las naciones, reemplazando el consumo de fuentes fósiles y reduciendo emisiones de CO2.
También mejora la competitividad en cuanto a costos. Un informe de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, en inglés) asegura que la energía eólica y solar fotovoltaica son más económicas que las convencionales. Indica que de los 473 GW que se sumaron en 2023 a nivel mundial, el 81% (382 GW) de los nuevos proyectos de energía renovable tuvieron costos más bajos que sus alternativas basadas en combustibles fósiles.
El reporte también destaca que los costos globales de la energía solar fotovoltaica en 2023 fueron un 56% más bajos que los de las opciones basadas en combustibles fósiles y nucleares.
Sin embargo, el gran desafío que comienza a presentarse sobre estas fuentes de energía limpia tiene que ver con su variabilidad. Tanto la eólica como la fotovoltaica sólo generan energía en presencia del recurso (viento o sol), por ende los operadores no pueden decidir cuándo ni qué cantidad de energía inyectar al sistema eléctrico.
Esto repercute, por un lado, en la estabilidad de las redes eléctricas y, por otro, en vertimientos de energía cuando la capacidad de generación es superior al consumo: al no poder gestionarse la energía, los excedentes son desechados.
Esta sobreoferta de energía además genera otro fenómeno: en determinadas franjas horarias, el mercado diario de energía puede tener precios muy bajos. Por ejemplo, en horarios diurnos cuando la oferta de energía solar es muy alta y combinada con la eólica hace que los precios de energía puedan llegar a 0 dólares por MWh; de noche, en cambio, al haber mucha menos oferta los valores pueden ser altos.
Tanto los vertimientos como la variación de precios afectan la rentabilidad de las empresas que invierten en proyectos de energía eólica y, sobre todo, en solar fotovoltaica.
Para dar respuesta a ello, cada vez más países a nivel mundial comienzan a adoptar medidas que promuevan el almacenamiento de energía, comúnmente a través de baterías, para poder finalmente gestionar la energía renovable variable y dar respuesta a estos retos.
Desarrollos, bancabilidad de proyectos y marcos regulatorios en Latinoamérica
Durante el evento “The Latin American Energy Storage Summit” celebrado el 15 y 16 de octubre de 2024 en Santiago de Chile, líderes del sector se reunieron para discutir aspectos fundamentales para la adopción del almacenamiento de energía: cómo la tecnología se está desarrollando, la bancabilidad de proyectos y el estado regulatorio de los países de Latinoamérica.
Estos tres pilares, junto con el creciente interés de empresas y gobiernos en la región, subrayan la relevancia del almacenamiento energético en mercados clave como Brasil, Chile, Colombia y México, donde las energías renovables están impulsando un crecimiento significativo, con una capacidad que en conjunto supera los 57 GW.
Avances en el almacenamiento
En efecto, el almacenamiento con baterías se torna un complemento ideal de las fuentes de energía eólica y solar al dar una respuesta a los desafíos en materia de infraestructura de red, sobre todo por la fenomenal caída de precios que ha experimentado esta tecnología durante los últimos años: los costos de los proyectos de almacenamiento en baterías cayeron un 89 % entre 2010 y 2023. Y para la Agencia Internacional de Energía (IEA, en inglés) el precio continuará decreciendo un 40 % más del 2023 al 2030.
Las perspectivas de instalación de capacidad también son prometedoras. La AIE señala que el volumen de uso de baterías en el sector energético fue de más de 2.400 gigavatios-hora (GWh) en 2023, cuatro veces más que en 2020. Indicó, asimismo, que tal aumento debe continuar en alza a un promedio del 25% anual hasta el 2030.
En conclusión, la AIE calcula que la capacidad mundial de almacenamiento de energía debería multiplicarse por seis para 2030, hasta 1.500 GW, a fin de hacer compatible el objetivo de triplicar la instalación de fuentes renovables eólica y solar fotovoltaica en la lucha contra el cambio climático.
Regulación: marcos claros para el desarrollo del almacenamiento
El marco regulatorio es uno de los principales factores que limita o acelera el despliegue del almacenamiento de energía en los países.
Según un análisis del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las principales barreras y desafíos regulatorios que impiden la rápida adopción del almacenamiento de energía en los sistemas eléctricos de América Latina y el Caribe son:
- Falta de una definición clara del almacenamiento de energía en los marcos regulatorios: Esto limita la posibilidad de ofrecer y compensar adecuadamente los múltiples servicios que ofrecen los sistemas de almacenamiento de energía (BESS, en inglés).
- Esquemas de precios y tarifas inadecuados: Esto dificulta la compensación de los BESS, ya que no se valoran adecuadamente los servicios que aportan al sistema.
- Falta de mercados para servicios auxiliares que permitan el control de la operación de equipos en subestaciones eléctricas: Limita la remuneración y los modelos de negocio que los inversionistas pueden desarrollar en los BESS.
- Falta de esquemas de distribución que incentiven la instalación de almacenamiento detrás del medidor (BTM, en inglés), es decir, para el autoconsumo residencial, industrial y comercial.
- Falta de claridad sobre el rol del almacenamiento en el mercado: Aún no se ha definido si el almacenamiento será un nuevo agente del mercado o se asimilará a alguno de los existentes. Tampoco existen reglas claras sobre cómo despachar las unidades de almacenamiento que no sean bombeo hidráulico.
Bancabilidad, clave para el desarrollo de proyectos
La bancabilidad, es decir, la capacidad de un proyecto para atraer financiamiento debido a su viabilidad económica y técnica, es un desafío para proyectos de almacenamiento de energía en Latinoamérica.
A pesar de la caída de precios que está experimentando la tecnología, la posibilidad de que un proyecto sea financiable depende mucho del marco regulatorio de los países.
Chile es un ejemplo de ello en la región. Cuenta con una ley que promueve el almacenamiento de energía eléctrica y la electromovilidad, permitiendo que estos acumuladores inyecten energía al sistema eléctrico. Establece que estos sistemas deben acordar con el Coordinador Eléctrico Nacional y pueden participar en transferencias de energía y potencia, valorizándose según los costos marginales del sistema eléctrico.
Esta regulación ha sido un aliciente para que Atlas Renewables Energy haya podido obtener un crédito de 289 millones de dólares para construir una central con sistema de almacenamiento de energía en batería BESS del Desierto en Chile, de 200 MW/800 MWh. Este es uno de los proyectos de almacenamiento a gran escala más importantes de América Latina. El financiamiento fue facilitado por instituciones internacionales como BNP Paribas y Crédit Agricole, mostrando que los actores globales están dispuestos a financiar proyectos con un modelo de negocio sólido y un marco regulatorio favorable.
A raíz de este proyecto, el proveedor de energía firmó un acuerdo de abastecimiento (PPA, en inglés) con Compañía de Petróleos de Chile (COPEC), para brindarle energía eléctrica limpia y de manera sostenida por un periodo de 15 años, ya que el sistema de almacenamiento permite una entrega controlada de la energía.
Así mismo, Atlas Renewables Energy acordó otro PPA con almacenamiento a partir de baterías con la principal empresa estatal chilena de minería, CODELCO, para comenzar a entregar energía a partir del año 2026, por un plazo de 15 años
Expandiendo su presencia en el sector minero, Atlas firmó otro importante PPA con Grupo CAP para suministrar 450 GWh anuales de energía limpia a las subsidiarias CMP y Aguas CAP. Este tercer proyecto integrado con BESS en la región de Atacama eleva el portafolio de desarrollo total de Atlas a 475 MW de capacidad solar junto con 616 MW de soluciones de almacenamiento.
En efecto, ciertas empresas de consumos electrointensivos, que requieren de energía competitiva las 24 horas diarias los 7 días a la semana, empiezan a optar por este tipo de PPA con almacenamiento, que es capaz de capturar energía excedente proveniente de fuentes eólica y/o solar fotovoltaica para despacharla cuando haga falta, de manera que los consumidores puedan contar con energía constante y limpia.
La experiencia latinoamericana
El hecho de que Chile cuente con un marco regulatorio de vanguardia en Latinoamérica, que todavía sigue renovándose, como lo muestra la publicación en junio del 2024 del Decreto Supremo 70, permite al país atraer inversiones en proyectos de almacenamiento de energía.
Según la Comisión Nacional de Energía (CNE), hacia finales del 2024 habrá una capacidad instalada de 1.113 MW en sistema de almacenamiento, con una duración en torno a 3,88 horas, mientras que para el cierre del 2025, la cifra aumentaría a 2.213 MW, con una duración equivalente de 4,25 horas.
En Brasil, el mercado de energías renovables más atractivo de Latinoamérica, el marco regulatorio para el almacenamiento de energía está en proceso de desarrollo.
En 2023, la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel) inició una consulta pública para discutir alternativas regulatorias que faciliten su integración y propuso dividir el proceso regulatorio en tres ciclos: el primero (2022-2023) enfocado en la caracterización de los recursos de almacenamiento y los servicios que pueden ofrecer, así como la eliminación de barreras regulatorias; el segundo (2023-2024) dirigido a abordajes específicos relacionados con las centrales hidroeléctricas reversibles y la viabilidad económica del almacenamiento; y el último (2024-2025) donde se tratarán temas más complejos como la creación de figuras regulatorias para agregadores de servicios y nuevos modelos de negocio.
En septiembre del 2024, el Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) de Brasil dio a conocer seis temas regulatorios prioritarios en la agenda que abordará en lo que resta del 2024, entre los que incluyó normativas vinculadas al almacenamiento de energía, la generación distribuida y servicios auxiliares para la gestión del SEN.
Por su parte, Colombia es uno de los países más desarrollados en cuanto a un marco regulatorio para el almacenamiento dentro de Latinoamérica. En 2019, la Resolución CREG 098 definió los mecanismos para incorporar Sistemas de Almacenamiento de Energía en Baterías (SAEB). La resolución establece normas sobre:
- Ejecución de proyectos: se delinean los procesos para la selección, construcción y puesta en marcha de proyectos de almacenamiento, incluyendo criterios ambientales y requisitos de conexión;
- Remuneración: se especifica cómo se remunerará a los operadores de estos sistemas, basándose en su oferta económica y costos asociados a todas las etapas del proyecto, desde la construcción hasta la operación;
- Responsabilidades: se asignan responsabilidades a la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) para la selección de agentes y supervisión del cumplimiento normativo.
Sobre esa resolución, el Gobierno continúa perfeccionando su esquema para dar mayor claridad a su marco regulatorio, como lo ha hecho con la publicación de la Resolución 101 023 de 2022, que define las exigencias de calidad del servicio para los sistemas de almacenamiento de energía eléctrica, SAEB, aprobados en la Resolución CREG 098 de 2019.
Otro mercado que está progresando en el desarrollo regulatorio es México. Si bien existen avances concretos de proyectos, el país enfrenta desafíos regulatorios importantes que aún deben resolverse para permitir una integración masiva de estas tecnologías. En octubre del 2024 el Gobierno aprobó Disposiciones Administrativas de Carácter General (DACG) para la integración de sistemas de almacenamiento de energía eléctrica al Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Uno de los aspectos más relevantes de estas disposiciones es la definición de diversas modalidades bajo las cuales los Sistemas de Almacenamiento de Energía (SAE) pueden integrarse al SEN.
- SAE-CE (asociado a una Central Eléctrica): Esta modalidad permite la integración de un SAE a una central eléctrica intermitente, como las plantas solares o eólicas.
- SAE-CC (asociado a un Centro de Carga): Bajo esta modalidad, el SAE se integra a un centro de carga, como una fábrica o un complejo comercial, y no está asociado a una central eléctrica.
- SAE-AA (en esquema de Abasto Aislado): En esta modalidad, el SAE se integra a una central eléctrica cuyo objetivo principal es satisfacer las necesidades propias de un consumidor o grupo de consumidores por fuera de la red eléctrica.
- SAE no Asociado: Esta modalidad permite que los SAE operen de manera independiente de una central eléctrica o un centro de carga, inyectando energía directamente a la Red Nacional de Transmisión (RNT) o a las Redes Generales de Distribución (RGD).
Conclusión
El almacenamiento de energía es un componente esencial para garantizar la estabilidad de la red y facilitar la integración de energías renovables en América Latina.
El desarrollo de la tecnología, y su consecuente depreciación, está permitiendo que el almacenamiento con baterías avance, aunque persisten desafíos significativos en Latinoamérica como la falta de un marco regulatorio que lo promueva, lo que termina definiendo su bancabilidad.
Empresas como Atlas Renewable Energy están liderando el camino, demostrando cómo los proyectos de almacenamiento pueden ser viables y sostenibles, al tiempo que contribuyen a la estabilidad de la red y a la integración de fuentes renovables.
En conclusión, a medida que los costos de las baterías sigan disminuyendo y los marcos regulatorios se fortalezcan, el almacenamiento de energía jugará un papel cada vez más central en la transformación del sector energético en América Latina.
Este artículo fue creado en colaboración con Castleberry Media. En Castleberry Media, estamos dedicados a la sostenibilidad ambiental. Al comprar certificados de carbono para la plantación de árboles, combatimos activamente la deforestación y compensamos nuestras emisiones de CO₂ tres veces más.